Objetos Universales

¿Quién inventó realmente las gafas?

Aunque los anteojos surgen en entornos monásticos de finales del siglo XIII en Italia los principios de la óptica que los hacen posibles provienen de los científicos árabes cuyas obras se trasmiten en Europa en la Edad Media.

Francisco de Quevedo en un retrato atribuido a Van der Hamen
Francisco de Quevedo en un retrato atribuido a Van der HamenLa Razón

Millones de personas en el mundo utilizan gafas para solucionar sus problemas refractivos, alteraciones oculares que tienen como consecuencia que la imagen no se enfoque exactamente en la retina, produciéndose una visión borrosa que se puede corregir interponiendo una lente en la trayectoria de la luz. Algunos autores atribuyen el origen romano de las gafas a través de una leyenda puesta en circulación en la novela "Quo Vadis", del escritor polaco Henryk Sienkiewicz, donde afirmaba que Nerón tenía la vista corta y que aplicaba a sus ojos una lente esmeralda. El autor de esta novela se inspiraba en una noticia de la Historia Natural de Plinio el Viejo en la que se mencionaba la escena sin mencionar los problemas de vista de Nerón que posiblemente utilizaba la piedra para evitar el deslumbramiento por los rayos del sol reflejados en la arena. Tampoco provienen de China, teoría que fue defendida en el siglo XIX por algunos oculistas que llegaron a afirmar que en tiempo de Confucio, alrededor del 500 a.C, ya se usaban verdaderos anteojos en China.

Fue un científico árabe, Abū ‘Alī al-Hasan Ibn al-Hāytham (m.1040) conocido en occidente como Alhacén, quien allanó el camino de la ciencia moderna de la óptica física a través de sus tratados, particularmente el "Libro de Óptica", Kitāb al-Manāẓir, una obra en siete volúmenes revolucionaria para su tiempo ya que presenta argumentos contra la teoría de la emisión propuesta por Euclides y Tolomeo, quienes consideraban que ciertas formas de radiación se emitían desde los ojos al observar un objeto. Alhacén sostenía la teoría de la intromisión de Aristóteles donde la luz venía de los objetos, también introduce la teoría de la visión binocular y la refracción de la luz postulando que sólo los rayos que llegan al ojo perpendicularmente permiten el proceso de la visión. Aunque no hay pruebas de que este científico realizara pruebas con piedras de visión afirma que las lentes pulidas podían ser de ayuda para las personas que sufriesen problemas visuales. Su obra fue traducida al latín, "De Aspectibus" o Perspectiva a finales del siglo XII, principios del XIII alcanzando gran predicamento en Europa particularmente en los monasterios.

Fue el franciscano Roger Bacon (m.1292) quien en su obra "Opus Maius" formula la importancia del uso de lentes para ver los objetos más grandes siendo muy útiles tanto para personas mayores como las que tuviesen los ojos débiles. Aunque Bacon pone por escrito la importancia de las lentes para corregir la presbicia no hay pruebas materiales de que crease unas gafas. También se ha atribuido su invención al monje dominico del monasterio de Santa Catalina de Alejandría de Pisa, Alessandro della Spina, a través de la edición de una carta falsa publicada por el humanista Francesco Redi en 1676, falsificando las noticias existentes sobre el dominico pisano. Aunque no sepamos con exactitud quien fue la primera persona que fabricó unos lentes de visión, en 1305, Giordano de Pisa, monje del mismo monasterio que Alessandro della Spina comenta en uno de sus sermones que las gafas circulaban por Italia desde hacía dos décadas llegando a conocer a su inventor sin dar su nombre. Parece claro que los anteojos fueron inventados a finales del siglo XIII, existiendo una gran controversia con respecto a su inventor aunque parece existir consenso sobre el lugar, Venecia donde se realizan las primeras lentes.

La forma más corriente de anteojos adoptada en los siglos XIV y XV fue la de dos ramas unidas en un extremo por medio de un clavo, de ahí que en Francia fueran conocidas como "clouantes" (de clou, clavo); en Italia las llamaron "occhiali" y, en España, anteojos o antiparras. La primera representación pictórica de una persona con gafas corresponde al retrato del Cardenal Hugo de Provenza leyendo en un escritorio pintado por Tomás de Módena en un fresco en la iglesia de San Nicolás de Treviso en 1352. En la misma iglesia pintó en fecha aproximada al Cardenal Nicolás de Rouen leyendo un libro con la ayuda de una lupa provista de un mango. Así mismo Francesco Petrarca comenta en una de sus cartas que a sus 60 años precia de lentes para leer.

En un primer momento, parece que las gafas estaban asociadas a entornos cultos y habrá que esperar a la invención de la imprenta en 1440 y al aumento de la circulación de libros para que las gafas se popularicen en la sociedad. En 1451, Nicolás de Cusa mejoró las funciones de las gafas proponiendo el uso de lentes cóncavas más delgadas en el centro que en los bordes a fin de poder ver de lejos. Aunque Leonardo Da Vinci (m.1519), estudió la estructura y el funcionamiento del ojo cometía el error de admitir que la función visual residía en el cristalino en lugar de la retina y a pesar de ello fue el primero en comentar el uso de las lentes de contacto que sustituyesen a los molestos anteojos, lentes que se harían realidad en 1936, cuando el optometrista Willian Fleimbloom empleó plásticos sintéticos en combinación con el vidrio para diseñar las lentillas actuales.

Quevedo, el Cardenal Niño de Guevara, inquisidor general y arzobispo de Sevilla, y conocidos personajes del Siglo de Oro usaron anteojos sobre su nariz, y no fue hasta finales del XVIII cuando se introdujeron unas varillas que se ajustaban detrás de las orejas mejorando su comodidad. Actualmente las gafas son algo más que objetos que mejoran nuestra visión, los anteojos redondos de pasta de Le Corbusier, los de metal fino de John Lenon, la loca montura de Andy Warhol o las gafas cuadradas de montura negra de Woody Allen, reflejan una personalidad y pueden convertirse en una declaración de principios.