José Antonio Lasheras: «No existen los antibióticos para proteger la cueva»
Director del Museo
El director del Museo de Altamira aguarda expectante. El experimento que ayer comenzó en las cuevas originales es fundamental para determinar si esta joya se reabre al público.
-¿Cuál es el estado de conservación de las pinturas?
-El techo es muy frágil. Al hacer este museo se han corregido muchos riesgos al suprimir construcciones exteriores, desviar el tráfico y alejar las carreteras. En 2002 se detectaron en el interior algas, unos microorganismos, y por eso se tomaron medidas. Se han minimizado los riesgos desde entonces, pero los peligros continúan siendo los mismos que entonces, filtraciones de agua y pequeños organismos, porque la cueva sigue viva. El agua también es algo preocupante.
-¿No se pueden erradicar esos organismos?
-A pesar de los cuidados, siguen ahí, porque ellos tienen su propia evolución. Lo principal es la prevención. Muchos riesgos del exterior se han evitado con el proyecto museológico.
-¿Cuál es el estado de las pinturas?
-Algunas de ellas son de hace más de 35.000 años. Otras de hace 13.000. Sabemos que desde que se han realizado, han cambiado. Y, también, que condiciones anteriores han arrastrado pigmentos y colorido. En cuanto al impacto de los microorganismos, van a seguir sujetos a su desarrollo natural. Sólo hay que buscar la manera de minimizar su impacto.
-¿Y la estabilidad de la cueva?
-En términos geológicos está en proceso de colapso. De hecho, hubo derrumbes en los años veinte y otro en los sesenta. Pero ahora mismo no existe ninguna preocupación. Hay una estabilización geológica. Ahora estamos centrándonos en los microorganismos y en lograr el menor impacto de las personas.
-¿No hay manera de erradicarlos?
-No existe antibiótico para estos microorganismos. Desde hace año lo que se ha intentado es erradicar todo lo que favorezca su proliferación y evitar las infiltraciones del agua. Todos esos riesgos hay que suprimirlos.
-¿Cerrarlas o abrirlas?
-Ese es el asunto. Las cuevas de Lascaux están cerradas y tiene riesgos semejantes a las de Altamira. Es otra cuestión. Desde luego, si un museo guarda todos su cuadros en unas cámaras acorazadas y bien ambientadas esas obras se van a conservar mucho mejor, pero no las vería nadie. El lado opuesto es mostrar esas piezas en una plaza, pero el deterioro sería enorme. La cuestión es encontrar un equilibrio entre ambas posturas. Hay que sopesar los riesgos. Para eso hemos acometido este experimento. Los resultados que arroje son fundamentales para una correcta evolución.