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Frank, cuánto hemos cambiado

Frank, cuánto hemos cambiado
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Frank Bascombe ha vuelto. El personaje estrella de Richard Ford está de nuevo entre nosotros. Pero esta vez no se trata de una novela ni del derrotero que Frank emprende por los suburbios de su cotidianidad personal y familiar. Se trata de otra cosa: de cuatro relatos perfectamente ejecutados en los que Frank no aparece como protagonista, sino como narrador, y que tienen como epicentro el paso del huracán «Sandy» por la costa Este.

Frank no es el mismo de antes. Aquel hombre de 38 años que en «El periodista deportivo» abandonaba la literatura mientras su matrimonio estallaba en pedazos y su hijo mayor se moría. Han transcurrido cuarenta años. Y las preocupaciones de Frank, a punto de llegar a los ochenta, son otras: ahora le preocupa la vejez, el paso del tiempo, todo aquello que tiene que ver con la cultura americana en general y, particularmente, con las personas con las que se cruza en Nueva Jersey.

En estos cuatro relatos que pueden leerse de manera independiente, aunque tienen un hilo común, el protagonista no es Frank. Son los otros. Así, por ejemplo, en el primero Frank se desplaza hasta Sea-Clift (el pequeño pueblo marítimo donde vivía antes de mudarse a la zona residencial de Haddam) porque el dueño de su antigua casa se encuentra desolado: el huracán no ha dejado casi nada en pie. En el segundo, es una mujer que le cuenta una historia terrible que ocurrió en el sótano de la casa donde Frank vive con Sally. En el tercero, la protagonista es la primera esposa de Frank, a la que acaban de diagnosticarle Párkinson, mientras que, en el último, se trata de un viejo amigo de Frank, Eddie, que está enfermo de cáncer y a un paso de la muerte.

Precisos, intensos, y escritos con un tono calmo y sin fisuras, los cuatro relatos de «Francamente, Frank» son un compendio de la vida norteamericana actual. Una vida hecha de sueños, de deseos y fracasos y contada por uno de los personajes más queridos e inteligentes de la literatura norteamericana cómo es Frank Bascombe.