Resulta cada vez más frecuente que una escritura de calidad salte de la pantalla del ordenador a la letra impresa; la alargada sombra de Maese Gutenberg aún es el claro referente de un innegable prestigio intelectual. Es el caso de Laura Ferrero (Barcelona, 1984), quien, procedente de esa galaxia de blogs y foros internáuticos, publica «Piscinas vacías», un muy estimable conjunto de cuentos integrado por cotidianas historias sentimentales de entrañable dramatismo y original planteamiento de las situaciones narrativas. Con un tono melancólico, cómplice e intimista, que no amaga la áspera dureza de ciertos conflictos emotivos y familiares, asistimos aquí, en el relato que da título al volumen, a la suicida obsesión de una niña por acompañar a su hermano ahogado en una piscina; a la escalofriante soledad de un viudo reciente y su hijo en «La casa más vacía del mundo»; el desencuentro de dos amantes adúlteros en «Derrumbe»; una disputa conyugal en «La tostadora», donde este electrodoméstico se convierte en arma arrojadiza; tortuosas, y hasta peligrosas, relaciones de pareja en «Los nombres de los acantilados»; la permanente memoria de la infancia en «El rastro de los caracoles» o la perturbadora presencia de la enfermedad en «Después de la lluvia». Destaca sobremanera «Sofía», figurada «carta», desoladas palabras de una mujer a la hija que nunca llegó a nacer.

En una línea de extrema sencillez coloquial, no exenta de sutiles complejidades psicológicas, estos cuentos combinan la esperanzada ternura con desabridas vivencias y desazonantes circunstancias, remarcando, con el impactante final de muchos de ellos, su incisiva instantaneidad argumental y cuidada factura estilística. Desavenencias que estallan en apacibles reuniones familiares, el destino y sus malas jugadas, el miedo a la valiente felicidad o las sombras del pasado conforman un interesante paisaje de pasiones, triunfos y fracasos de la vida en una lograda narrativa breve.