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Las niñas que hablaban con los elfos

Las niñas que hablaban con los elfos
Las niñas que hablaban con los elfoslarazon

Nueve años y seis millones de libros vendidos después, la autora que nos conmoviera con su realismo lírico –«La elegancia del erizo»– ha dado el salto a los universos intangibles. No se trata de una fábula, ni de una fantasía heroica, ni una historia sobre maravillas ingrávidas. Tampoco es un cuento, aunque tome prestados todos los elementos del género; es simple y llanamente una ficción con delicados ecos de «Mi vecino Totoro» y un lejano aroma a la mundología invisible de Tolkien.

El único punto de referencia temporal real pasa por estar ambientado en el período de entreguerras.... y vuelve a dar protagonismo de tinta a la infancia, aunque en este caso sus personajes principales se multiplican: son dos niñas, y ambas comparten una edad similar; aquí se acaban los puntos en común entre ambas... o no. María vive una existencia tranquila en un pequeño pueblo de la Borgoña, mientras los días de Clara ganan en agitación: nacida en los Abruzos, una zona montañosa en el corazón de Italia, su apabullante talento para la música anima a los suyos a que la niña se traslade a Roma para continuar estudiando. María y Clara están relacionadas con los elfos. El lector se aproxima a un mundo cercano a la naturaleza, pleno de arte y misterio, que añade belleza y luz a las tristes vidas de los hombres, una luminosidad que parecerá apagarse cuando un elfo descarriado amenace a la especie humana. Pero allí estarán las niñas para enfrentarse con el reverso tenebroso. En lo más profundo de estas páginas llenas de musicalidad, Barbery quiere evidenciar la capacidad del arte como instrumento de salvación del alma. Por cierto, la autora ya tiene en mente una segunda parte y ha dejado trazada toda una cartografía jalonada de ejércitos, fuerzas de la naturaleza e incluso una batalla final.