El nuevo florecer de Salman Rushdie
Cuatro meses después del ataque que le costó un ojo y que le dejó una mano “tocada”, entre otras, reaparece en redes para anunciar las primeras palabras de su próxima novela, “Victory City”
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Habían pasado cuatro meses desde que Salman Rushdie subiera su última publicación a Twitter hasta esta semana. Entremedias, la red del pajarito azul ya no es la misma. Muchas cosas han pasado por ese metaverso ahora «muskiano». Pero más importantes si cabe han sido los acontecimientos por la vida del escritor de Mumbai (1947). Tres días después de aquella publicación del 9 de agosto, en la que presumía de la reluciente cubierta de su Victory City y en la que daba la fecha del lanzamiento en Estados Unidos (9 de febrero), era asaltado; y así se atacaba a la libertad del arte y, por extensión, de todos.
Susto morrocotudo, temor por su vida durante horas y, ya sí, semanas después se puede «celebrar» que todo quedó en una cicatriz que ocultar con un parche y una mano algo más lenta que antes. Más el sobresalto que se le queda a uno en el cuerpo, que no es moco de pavo. Aun así, no se puede hablar de nada que no sea una factura desmesuradamente alta por el simple hecho de expresar sin cortapisas la opinión cómo, dónde y cuándo ha querido el bueno de Salman.
El atentado igual que vino, se fue. Quedó en un «intento fallido» de algo más gordo y estará presente entre los capítulos bochornosos de 2022. Por supuesto, con Hadi Matar –verdugo chapucero de apellido sospechoso– como antagonista del mismo. Pero el que ha permanecido ahí, con sus más y sus menos, con su lucha constante, ha sido Rushdie. Setenta y cinco años de vida no se van tan rápido como han querido muchos, especialmente, desde la publicación de esos «versos satánicos» que le pusieron en 1988 en el centro de la diana.
Más de tres décadas han pasado desde entonces y el hombre sigue removiéndose. Cuatro meses después de ese tuit con el que hinchó el pecho de orgullo con Victory City ha llegado otro mensaje, esta vez, para enseñar las primeras trazas de este nuevo «hijo». «El primer extracto», escribía junto a un enlace al New Yorker donde se podía leer A sackful os seeds (Un saco de semillas): «La historia de la ciudad comenzó en el siglo XIV, en el sur de lo que ahora llamamos India o Bharat o Indostán. El viejo rey cuya cabeza hizo que todo funcionara no era un gran monarca, solo un sucedáneo de gobernante que surge entre la caída de un gran reino y el nacimiento de otro. Su nombre era Kampila, del diminuto principado de Kampili (...)» –perdonen los traductores–.
Señoras y señores, Salman Rushdie está de vuelta.