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«El gran Gatsby», sobre los excesos y las agitaciones sociales

La icónica obra de F. Scott Fitzgerald lo tiene todo: amor apasionado e imposible, un contexto histórico polémico y alusiones al racismo de los años 20
Leonardo DiCaprio interpreta a Jay Gatsby en la adaptación cinematográfica de «El gran Gatsby»larazonArchivo

Madrid Creada:

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Debe ser un instinto del ser humano el de dejarse llevar por las románticas palabras de Francis Scott Fitzgerald, pues cuando una lee «El gran Gatsby» lo hace sin esfuerzo. La forma en que trata el amor, el encuentro apasionado entre dos personas que se necesitan y entrelazan, es una de las más hipnotizantes de la literatura americana. En este clásico, el autor narra la historia de amor entre el millonario Jay Gatsby y la joven rica Daisy Buchanan, a quien conoció en su juventud y a la que ama con todas sus fuerzas. En el libro, las descripciones de sus primeros encuentros, de sus primeras relaciones íntimas, de sus miradas y sus besos, son capaces de erizar la piel del lector menos romántico. Pero si algo deja claro Fitzgerald en esta historia es que el dinero no lo puede todo... y el amor, tampoco.
La novela se publicó el 10 de abril de 1925 por la editorial Charles Scribner’s Sons. Si bien al principio no obtuvo una gran acogida, fue con el tiempo que «El gran Gatsby» se convirtió en un clásico de la literatura americana. Pues bien, todo conocedor de su trama sabrá que Gatsby hace todo lo posible para volver a llamar la atención de Buchanan. Llega a la cumbre de la alta sociedad, se convierte en el millonario más codiciado de América, se hace amigo de toda persona influyente del país y, ante todo, organiza las fiestas más exageradas del mundo. Todo ello, con la única y firme pretensión de que Daisy acuda a una de ellas, de volver a encontrarse con su amada y vivir junto a ella lo que le quede de vida. No obstante, ella está casada, y sus planes no salen como lleva toda su vida intentando... Así lo ve Fitzgerald, y así lo lamentamos sus lectores: no, el dinero no puede comprar el amor ni la fidelidad de una persona.
Con esto, si otro hay elemento en la trama de «El gran Gatsby» lo hace un volumen tan exitoso también es su trasfondo histórico. Fitzgerald elabora un magistral escenario –la calidad y precisión de sus descripciones hacen que el lector llegue a trasladarse a esa época– en el que se vive el auge económico de la América de la posguerra, del jazz y el alcohol ilegal. Se trata de la Ley Seca, un tiempo en el que, tal y como el autor escribiría más tarde en un ensayo, «toda una raza se volvió hedonista, decidiendo sobre el placer».
Y es que Fitzgerald refleja de forma tan realista y vívida los años 20 americanos que incluso los pensamientos racistas de entonces están presentes, ante todo, a través del personaje de Tom Buchanan, el marido de Daisy. Es el caso, por ejemplo, de cuando menciona un libro publicado en 1920 por Lothrop Stoddard, titulado «El surgimiento de los imperios de color», y en el que se defiende que hay personas de calidad superior y otras inferiores. Unos asuntos que podrían ser hoy comidilla de la cultura de la cancelación, que incluso podría llegar a reescribir este inmejorable título. ¿Será Fitzgerald el próximo autor censurado? ¿Es que acaso no son de valorar sus cualidades narrativas, tan penetrantes y ejemplares?

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