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Entrevista

Héctor Abad Faciolince: "Me han sobrado vida y muerte"

El autor de «El olvido que seremos» publica «Ahora y en la hora», un relato sobre el atentado que sufrió en Ucrania en 2023

MADRID, 26/05/2025.- El 27 de junio de 2023 el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince (en la imagen), autor de 'El olvido que seremos', sobrevivió a un ataque ruso durante un viaje solidario a Ucrania que dejó trece muertos, una experiencia sobre la que reflexiona en 'Ahora y en la hora' y de la que habla con EFE en su presentación en España. EFE/ J.J. Guillén
Héctor Abad Faciolince presenta 'Ahora y en la hora'J.J. GuillénAgencia EFE

Afinales de junio de 2023 el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince cenaba en una pizzería de Kramatorsk –a apenas veinte kilómetros del frente de batalla de Donetsk, en Ucrania–, junto a otras cuatro personas, cuando un misil ruso con seiscientos kilos de explosivos cayó sobre el lugar, dejando más de setenta heridos y trece víctimas mortales: entre ellas, la escritora ucraniana Victoria Amélina, por cuya memoria, dice el autor de «El olvido que seremos», se «obligó» a escribir este libro, «Ahora y en la hora» (Alfaguara), contra su voluntad, «contra la fuerte tentación de silencio».

Un ejercicio de escritura sumido en un estrés postraumático que asegura que «no fue sanador en absoluto», sino que siente que le «enfermó aún más». Sin embargo, Abad Faciolince, una vez cicatrizada la terrible experiencia, se siente «contento por haber sido capaz de escribirlo». «Mi responsabilidad, mi obligación con Victoria –comenta– era no quedarme callado. Estoy convencido, después de haberla conocido durante aquellos días en Ucrania y haberme vuelto amigo de ella después de su muerte, que si el muerto hubiera sido yo, o cualquiera de los que estábamos allí sentados, Victoria hubiera hecho lo mismo como mínimo. Pero el azar –que contra lo que decía Borges no es dadivoso– hizo que ella estuviera sentada en el lugar que me correspondía a mí».

Cabe entonces preguntarle al literato medellinero por el peso de la culpa, tan presente a lo largo de la novela, y por la responsabilidad contraída con la joven escritora ucraniana para que, al menos mientras Abad Faciolince viva, no se convierta en ese olvido que seremos. «Yo sentía mucha culpa mientras escribía el libro –confirma este–: estaba tan mal, y mi esposa y mis hijos se sentían tan ofendidos... Me sentía culpable no sé muy bien de qué, porque el único culpable es Putin, su ejército y sus seguidores... Me sentía contento por estar vivo, y a la vez culpable de sentirme contento, cuando, por una serie de coincidencias, había muerto una chica de la edad de mi hija en mi lugar». Respecto al compromiso «adquirido» con su compañera asesinada asegura el autor que el propósito principal de «Ahora y en la hora» es «contribuir en la pequeña medida en que pueda para que en nuestra lengua se conozca la valentía de Victoria Amélina, su calidad literaria y su fuerza para denunciar los crímenes de guerra del tirano. Tengo el compromiso de no olvidarla hasta que yo me muera, y hacer que esa memoria siga viva».

La cobardía

Otro de los temas centrales sobre los que reflexiona Héctor Abad Faciolince en su novela es el de la cobardía y el de la valentía. Recuerda el ejemplo de su padre –el doctor Abad Gómez, protagonista de «El olvido que seremos»– para volver a citar a Borges con aquel verso que decía «Me legaron valor, no fui valiente». El lector, claro, puede dudar de la cobardía que se atribuye el escritor cuando este, temiéndola tanto como cualquiera de nosotros, se arrima a los pitones, se expone a la muerte. «Yo estaba ahí no por una decisión valerosa, sino por casualidad y falta de carácter para decir que no –despeja Abad Faciolince–. Si yo no fuera manso no hubiera ido, ni siquiera por el miedo, por prudencia. Me sentí cobarde cuando me alejé del lugar del atentado mientras Sergio [Jaramillo] y Catalina [Gómez] se quedaron allí socorriendo a Victoria. Yo no hice lo que hace la gente valiente; solamente soy valiente para escribir».

Por supuesto que hay relación –más allá de la hibridación formal– entre «El olvido que seremos» y «Ahora y en la hora». Además de que ambas obras pivotan sobre un hecho trágico, un asesinato, que afecta personalmente a su autor; sobre todo es que sin la primera no existiría la segunda, ya que es su traducción al ucraniano la que le abre las puertas a Héctor Abad Faciolince de una feria del libro en Ucrania, cuya invitación, pese a estar el país en plena guerra, acepta. «Fui también allí porque una de mis editoras es actriz y me contó que en su compañía, en el refuigio antiaéreo donde se escondían mientras bombardeaban Kiev, leían ‘El olvido que seremos’ para no pensar en el horror de lo que estaban viviendo –relata el novelista colombiano–. Entonce sentí que debía ir allá para no ser completamente desleal al ejemplo de ese hombre valiente que fue mi padre». Y abunda este en su reflexión, hilando las dos historias: «He tenido la mala suerte de que ocurran a mi alrededor cosas muy duras; le han sobrado vida y muerte a mi vida».

La situación de Ucrania

A alguien que ha vivido tan de cerca, en sus propias carnes, la terrible experiencia de la guerra, o, siendo más precisos, de la invasión rusa de Ucrania, se impone interrogarle por su visión del conflicto, sobre todo ahora que Donald Trump, como un oso jugando al parchís, hizo saltar las fichas del tablero con sus caprichos y bravuconadas.

«Desde que Trump humilló y acusó a Zelenski de ser culpable de la guerra, ahora los ucranianos parecen dispuestos a aceptar un cese al fuego, un armisticio temporal –comenta Abad Faciolince–. Creo que esto para Ucrania sería lo preferible; en cambio pienso que para Putin es malo porque no hay duda de que Ucrania ‘ya existe’ –antes en Occidente y América Latina teníamos una idea muy vaga de lo que era Ucrania–. Los pueblos existen más que nunca después de pasarlo tan mal. Creo que ya nadie dudaría de la existencia de Ucrania».

«Espero un día poder volver a Ucrania: no soy capaz mientras dure la guerra –asegura el autor–. Quiero ir cuando llegue la paz o cese la guerra a rendirle un homenaje, más serio y sentido, a Victoria en su propia ciudad, Leópolis. Quiero ir a su tumba».