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Filosofía

José Antonio Marina: "Nuestro cerebro ha ido resolviendo los problemas sobre la marcha"

'La vacuna contra la insensatez' es un tratado de inmunología mental donde se explica la estupidez humana

José Antonio Marina recomienda participar en 'Grandes Profes, Grandes Iniciativas'
José Antonio Marina Fundación Atresmedia

Al borde de cumplir 86 años resulta asombrosa la lucidez en el pensamiento, en el habla y en la escritura que conserva el gran filósofo y pedagogo José Antonio Marina: al otro lado del teléfono, de no tener referencias suyas, uno juraría que está para salir a jugar. En «La vacuna contra la insensatez» (Ariel), su más reciente ensayo, despliega un tratado de inmunología mental mediante el que explica cómo desarrollar defensas cognitivas frente a la manipulación, los errores y la desinformación.

Siguiendo el método original de la vacunación, ¿debemos exponernos a pequeñas dosis de insensatez, para que, luego, a la hora de la verdad, tengamos los anticuerpos necesarios para combatirla?

Esa es una de las formas en que se está trabajando en las vacunas: dando pequeñas dosis, por ejemplo, acerca de noticias falsas, para que se vayan dando cuenta cómo actúan las noticias falsas y vayan estando ya preparadas para poder defenderse contra ellas. Esa son las llamadas vacunas de «prebunking», que consisten en «vamos a desacreditar primer esto». Hay una muy curiosa que es: «Puesto que vas a estar sometido a las teorías de la conspiración, vamos aquí en clase a inventar una conspiración»; y alimentando una te das cuenta cómo funciona la conspiración. Entonces, es igual que los trucos de un ilusionista: «Te voy a explicar cómo funciona el truco, y cómo la esencia del mismo es que el ilusionista capta tu atención y la lleve a donde quiere». En el momento que lo descubres sabes que no tienes que mirar donde te dice, sino que debes mirar donde a ti te parece que va a estar el truco.

Hablando de ilusionistas: muchos grandes pintores a lo largo de la Historia se han valido de las fallas en nuestro cerebro para, de alguna manera, engañarnos, crearnos una ilusión mediante las técnicas pictóricas.

La explicación que yo doy a nuestra vulnerabilidad es la consecuencia no querida de nuestras potencias. Es decir, el cerebro no obedece a un diseño de un ingeniero que hubiera hecho un sistema perfecto, sino que evolutivamente, a lo largo de cientos de miles de años, fue enfrentándose a los problemas según venían, y fue utilizando lo que tenía: son chapuzas evolutivas. Por esos huecos es por donde se nos meten las cosas. En este caso concreto, todos tenemos un sistema que compartimos con los animales que es la atención involuntaria, entonces el estímulo capta nuestra atención y lo atrapa, porque ese estímulo es potente y sorprendente. Pero sobre eso hemos creado un modo más voluntario de atención que es «yo voy a prestar atención donde yo quiera prestarla, porque si me independizo del estímulo, aunque sea muy cansado, voy a poder configurar mi libertad, que es poder atender a lo que quiera».

¿Por qué una persona perfectamente educada en su día a día puede transformarse en un energúmeno en un estadio de fútbol o en un mitin político?

Porque en la configuración de nuestra inteligencia, de nuestro cerebro, intervienen fallos de diseño muy graves. Somos animales sociales y para nosotros la pertenencia al grupo es fundamental, y cuando estamos dentro de un grupo se producen fenómenos de contagio fundamentalmente afectivos que hacen que la individualidad –así como la capacidad de control y el pensamiento crítico– se amortigüe. Cuando una persona está en «estado de masa» deja aparcadas las virtudes de la individualidad y se fusiona con la masa, que responde a unos estímulos muy básicos.

Sostiene que la mayor demostración de inteligencia es la bondad; sin embargo, siempre se ha dicho que «de bueno que es parece tonto».

Con la bondad se da un fallo de la inteligencia que se llama el del monigote o espantapájaros, que es: si yo quiero atacar a un enemigo primero lo ridiculizo, lo devalúo, lo falseo... y entonces es muy fácil meterte con él. Claro, si yo primero la bondad la identifico con la ñoñería y la resignación, entonces es una mierda. La bondad está en el que tiene el talento, la energía, la valentía y la perspicacia para decir: «Esta es la buena solución y estoy dispuesto a llevarla a cabo».