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Cine

"El maestro jardinero": Paul Schrader, Joel Edgerton y la soledad del hombre arrepentido

Joel Edgerton protagoniza la nueva película del guionista de "Taxi Driver", uno de sus proyectos más viscerales y políticamente controvertidos

Joel Edgerton en "El maestro jardinero", de Paul Schrader (ya en cines)
Joel Edgerton en "El maestro jardinero", de Paul Schrader (ya en cines)CARAMEL FILMS

Reclamarle a un director consagrado por hacer «siempre la misma película» es, quizá, el ejercicio más improductivo de la cinefilia. Además de una falacia rampante suelta hasta en los círculos más eruditos. Paul Schrader («American Gigoló», «Mishima»), al igual que su buen amigoMartin Scorsese (le escribió el guion de «Taxi Driver»), Aki Kaurismäki o Ken Loach, son objetos de este conato de crítica por estar obsesionados con la soledad. La soledad en la cúspide, como para el director de «Casino»; la soledad en la que venimos y desde la que abandonamos el mundo, como el director de «El Havre»; la soledad en sociedad, como el responsable de «El viento que agita la cebada»; o la soledad del hombre, en masculino y arrepentido, que viene cultivando Schrader desde hace décadas y que alcanza nuevas cotas de brillantez en «El maestro jardinero», con un Joel Edgerton («El regalo») como extraordinario protagonista compartiendo filme junto a Sigourney Weaver.

«Si te soy sincero, en mi familia me llaman el asesino de plantas», confiesa cómico Edgerton a LA RAZÓN y por videoconferencia sobre sus habilidades horticultoras antes de aceptar el papel, antes de seguir: «Tristemente, sabía más acerca del nacionalismo blanco y del racismo que de jardinería por la exposición que consigue esa gente en los medios. Eso te dice mucho del clima político en el que estamos viviendo», explica el actor a LA RAZÓN. Y es que en «El maestro jardinero», gracias a un guion tan visceral como siempre pero quizá más controvertido, más explícitamente político, Schrader convierte a su protagonista en un nazi arrepentido que pasa sus días entre flores tras dejar atrás su identidad para proteger a su anterior familia de la misma organización de la que llegó a ser miembro.

Joel Edgerton da vida a un nazi arrepentido en "El maestro jardinero"
Joel Edgerton da vida a un nazi arrepentido en "El maestro jardinero"CARAMEL FILMS

La dualidad más humana

«Desde siempre he sentido una fascinación especial por los personajes de Schrader, por cómo trata la dualidad humana. En "El reverendo" llevó la violencia hasta la puerta de un hombre de Dios, y en "El contador de cartas" hablaba del olvido a través de la fijación. Algo que aquí persigue también, estableciendo la relación entre un sicario del supremacismo y un jardinero quitando y dando vida», completa Edgerton sobre una de las películas más redondas de Schrader y un nuevo proyecto en el que el actor trabaja sobre las dinámicas de raza tras la emotiva «Loving» por la que fue nominado a los Globos de Oro. «Me encanta cómo Schrader explica esa soledad del hombre ante su propia dureza, ante lo que se espera siempre de él», matiza el actor.

Sobre esa capacidad del director y guionista para levantar testimonio y testamento del hombre viejo, ese que no se deconstruye ni a palos, Edgerton también opina: «Es la leche echar la mirada atrás y ver cómo se ha retratado la masculinidad en el cine, incluso en las mismas películas de Paul Schrader. En los ochenta, era músculo, en los noventa, la belleza, pero en su cine siempre ha sido una cuestión de soledad. Sigo leyendo acerca de personajes como el de "Taxi Driver", en el periódico, todos los días», añade vehemente el intérprete. Y sigue: «Ese tipo blanco, solitario, que quiere destruir la sociedad porque tiene una idea muy equivocada de cómo es en realdad. Pensar cómo de consistente y contemporánea esa idea es increíble. Pero es una escritura tan inteligente, tan empática, que incluso tipos como tú y como yo podemos entender ese sentimiento de marginalización, aunque sea completamente falso».

PREGUNTA-¿Estaría usted de acuerdo si decimos que "El maestro jardinero", por fin, es una película de Paul Schrader sobre una redención humanística, no divina o ética?

RESPUESTA-Absolutamente. Creo que Schrader ha encontrado una nueva, quizá mejor, versión del mismo personaje que lleva explorando tanto tiempo. Y, cuando nos acercamos al final de la película, le da una especie de redención a través del amor que nunca le había dado a otros personajes. Muchas veces, sus personajes acaban mal, sin esa redención, o en un lugar de cautiverio, incomprendidos. Aquí, creo, Paul (Schrader) ofrece una oportunidad de perdón a un personaje que por momentos parece encarnar lo imperdonable. Lo fácil sería decir que el protagonista no merece nada, no merece amor, pero es valiente ofrecerle una oportunidad de redención. Y, creo, marca un antes y un después en la carrera de Paul. Es como una provocación, incluso, a la audiencia. ¿Cómo lo ves? ¿Cómo te sienta que perdonemos a este supremacista? Es muy interesante.

-No es la primera vez que se enfrenta a las dinámicas raciales como actor. Primero en "Loving" y luego en "The Underground Railroad", de Barry Jenkins. ¿Se ha parecido, de algún modo, el proceso de preparación para esta película?

-Aquellos eran punto de vista muy radicales, uno muy luminoso, positivo, y uno muy oscuro, terrible. Aquí, la perspectiva es distinta, porque es mucho menos pura. Me interesaba, eso sí, salir de mi zona de confort. He conocido gente como mi personaje, con pasados increíblemente violentos y relacionados con el supremacismo. Muchos de ellos se han reformado, han empezado a ayudar gente, y eso desafió mis límites morales sobre el perdón. ¿Puede vivir una persona así en sociedad, incluso arrepintiéndose del mal que han ejercido sobre otras personas? Es algo que me he preguntado durante años, y que se me ha removido haciendo esta película. Son preguntas muy difíciles. Pero, ¿qué pasa cuando tú mismo haces algo de lo que te arrepientes? Incluso, sin querer. Es muy complicado ser tajante alrededor del perdón.

Y es que aquí, en uno de los mejores papeles de su carrera, Edgerton no solo se tuvo que sobreponer a la diferencia de edad con la joven Quintessa Swindell (Schrader escribió el papel pensando en Zendaya, que no pudo participar por problemas de agenda), sino que además se tuvo que llenar el cuerpo de esvásticas: «Es terrible. Verte en el espejo con todos esos tatuajes. Y tú sabes que son temporales, que se borran, pero es terrible la sensación de falso poder que dan. E, inmediatamente después de rodar, te comienzas a sentir incómodo en tu propia piel. Es la hostia, porque normalmente me gustan los tatuajes, te hacen parecer duro, pero aquí solo quería quitármelos», completa para despedirse.