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Mary Beard: «El emperador sabía que era el único hombre al que nunca le decían la verdad»

Profundiza en las raíces del poder en «Emperador de Roma», donde repasa los bulos sobre estas figuras. «Los romanos fueron unos grandes perpetradores y forjadores de Fake News», comenta
Mary Beard, escritora
Mary Beard, escritora Gonzalo Pérez MataLa Razón

Madrid Creada:

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Calígula quiso nombrar cónsul a su caballo; Nerón tocaba la lira mientras veía arder la ciudad; Heliogábalo asfixió a sus invitados con una lluvia de pétalos... La fama de los emperadores de Roma excede la imaginación del novelista más ingenioso y ha dejado a sus espaldas un amplio compendio de anécdotas, bulos y rumores que ha dado lugar multitud de especulaciones, novelas y películas, en ocasiones, de exagerado contenido. Pero, ¿todo eso era cierto? ¿Fueron estos hombres como describen las historias que nos han llegado desde su tiempo o son relatos falsos creados a propósito por sus enemigos para difamarlos? ¿Qué esconden? Y, una gran incógnita: ¿Cómo una sola persona podía conducir las riendas de un imperio que en su apogeo iba desde Portugal hasta Persia y desde el Rin hasta las arenas del Sáhara? La historia Mary Beard, autora de «SPQR», examina las principales figuras que rigieron el destino de la Ciudad Eterna en «Emperador de Roma» (Crítica), un volumen que abarca un amplio arco cronológico –desde Julio César, como el hombre que inaugura una manera nueva de gobernar, hasta Alejandro Severo, asesinado en el 235 d. C.– con el propósito de desentrañar qué había de mentira y de cierto en estos relatos.
¿Cuál fue la clave para que Roma resistiera a tantos gobernantes diferentes?
Existe una paradoja en el gobierno imperial. La autocracia, la forma de gobierno de entonces, apenas se ve disputada, aunque sí lo fueron los emperadores. En Roma existía una especie de voluntad para aceptar la autocracia, pero no a las figuras que la encarnaban, por eso existieron muchos derrocamientos. Pero en ningún momento se discute o se pone en tela de juicio el sistema. La autocracia estaba bien establecida, lo que sucede es que el sistema de sucesión era imperfecto y siempre generaba problemas, algo que asomaba a través de la violencia. No hay un solo emperador del cual no exista ni un solo rumor de que no fuera asesinado. Por eso, los romanos veían el instante de transferencia de poder como un momento crítico y eso alimentaba rumores como, por ejemplo, ese que dice que Livia envenenó a Augusto.
¿Las repúblicas, o democracias, devienen en autocracias?
Espero que no. Roma tiene un problema concreto que es la transición de una especie de democracia hacia la autocracia. Pero aquí existe un punto importante. Es fácil asumir que los emperadores fueron los que adquirieron y los que ganaron el territorio del imperio. Pero lo que hay que tener en cuenta es que fue el imperio, la extensión, el que crea los emperadores y no al revés. Ahí es donde se produjeron desajustes entre las instituciones democráticas y el trabajo que llevaban a cabo. La solución que tomaron al final fue que estuviera un solo hombre. Esperemos que nosotros no acabemos en eso.
¿Eran más cercanos que nuestros políticos?
El emperador debía ser accesible a cada persona del imperio. Es cómo era visto y era la realidad. El emperador tiene que ser alguien disponible. Una anécdota de Adriano. Se cuenta que una mujer mayor se le acercó para hablarle de un problema que tenía y que este le dice a ella que ahora no tiene tiempo. Ella respondió: si no tienes tiempo para mí, no tienes tiempo para ser emperador. Esto encapsula bien lo que suponía ser emperador. Tenía que ser accesible. Creo que eran más cercanos que los actuales gobernantes, aunque resulta difícil saber quién respondía las cartas firmadas por el emperador, aunque llevara su firma.
Ellos crearon la imagen de los líderes.
La imagen del poder que los emperadores inventaron para sí mismos es la imagen de lo que era el poder y es algo de lo que no nos hemos liberado, a veces de forma literal. No es ninguna casualidad que los gobernantes de los siglos XVII, XVIII y XIX se representaran como romanos porque era una imagen auténtica del poder. Seguramente, no llegaremos a quitarnos eso de encima. Aún permanece esa forma particular de poder masculino.
¿Era cierto lo que se decía de ellos?
Muchos de los cotilleos, rumores y anécdotas son ficción; otros son exageraciones. Mi primer instinto al escribir sobre emperadores es que quería dejar de lado esas anécdotas y pensar en los hechos. Pero si apartas estas Fake News no te lleva a nada, porque si lo quitas, en verdad, no queda mucho real. Aparte, esos bulos, que podían ser inciertos o erróneos, expresan verdades del impero a otros niveles. Hablan de las ansiedades del pueblo sobre el poder. En estos rumores están sus deseos y miedos. Se dice que Heliogábalo asfixió con pétalos a sus invitados. ¿Es real? No lo sé. En principio parece la anécdota de un adolescente que no sabe parar, pero si lo estudias te das cuenta de que nos habla de que tener la generosidad de un emperador puede ser muy peligros. Puede ser letal. Y esto era un temor en Roma. ¿Cómo se imagina uno las relaciones sexuales del gobernante más poderoso del mundo? Estos rumores lo que hacen, más allá de que fueran verdad, es retratar la fantasía de los romanos y qué harían ellos si estuvieran en esa posición... Nos relatan cómo se imaginaban si tuvieran poder y cómo la gente creía que operaba el poder. No imagino una época sin bulos y Fake News, pero los romanos hicieron bastante por ellos. Fueron unos grandes perpetradores de Fake News.
La política no ha cambiado: corrupción, mentiras, ambición... Putin es un ejemplo.
En parte, sí y en parte, no. Somos mejores. Hemos aprendido, aunque los políticos no son perfectos y siguen habiendo guerras, asesinatos políticos... hay una cosa que me sorprende de Roma: es que el asesinato del adversario formaba parte del repertorio del poder. Hay menos de lo que pensamos, pero está normalizado. La lección que dejan estos emperadores son preguntas: ¿Cómo es la política? ¿Cómo se asciende en la jerarquía? ¿Cuál es la función de la ambición? Algunos de los problemas que vemos en el gobierno de un solo hombre no cambia. Mira Putin, que nombraba. ¿En quién confía? ¿Cuál es el papel de la alabanza? ¿Colaboramos con él? ¿Somos disidentes? Son cuestiones básicas que continúan y para las que tenemos un rango limitado de respuestas. El emperador era el único hombre del mundo que sabía que nunca le estaban contando la verdad. Les ocurre igual a muchos autócratas. No tengo simpatía por Putin, pero un autócrata como él está aislado. Es una posición solitaria donde no tiene amigos.
¿El emperador más malo?
La reputación de estas personas se forjaba por sus sucesores. Hay una regla básica. Sus sucesores se aseguraban de que su antecesor tuviera una mala reputación. Es una manera de explicar por qué fue asesinado y también una forma de marcar lo bueno que eres tú. Es difícil elegir cuál es el emperador más malo, pero el malo más interesante es Heliogábalo, que hace que nerón parezca un gatito. Se desconoce hasta qué punto es cierto el asesinato de niños, pero esa imagen habla de cierto sadismo. Hablamos del peor emperador, aquel que cada romano, si cerrara ojos y pensara en esto, le vendría a la cabeza.