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Michael J. Sandel, el filósofo que llena a reventar

Mediático hasta el punto de ser algo excepcional en su campo, el norteamericano es el nuevo Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Audiencias millonarias en YouTube y conferencias ante auditorios dignos de una estrella de rock hablan de un pensador especial.

Michael J. Sandel/C. Bejarano
Michael J. Sandel/C. Bejaranolarazon

Mediático hasta el punto de ser algo excepcional en su campo, el norteamericano es el nuevo Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Audiencias millonarias en YouTube y conferencias ante auditorios dignos de una estrella de rock hablan de un pensador especial.

Una estrella de la filosofía. Un filósofo al que se rifan los medios. El hombre que llevó su curso «Justicia», que imparte en Harvard, hasta las playas de Youtube, logrando audiencias millonarias. Hablamos de Michael J. Sandel, flamante Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y profesor de filosofía política en la universidad de Massachusetts, y del que todas las crónicas insisten hoy en celebrar como el hombre que impartió las clases más multitudinarias en Harvard. Hasta el punto, dicen, que para evitar las trifulcas y ser lo más justos posibles, se optó por sortear las plazas. En sus primeras declaraciones tras la concesión del premio, explicó que «en un momento en que el discurso civil y el respeto mutuo se enfrentan a tiempos difíciles en todo el mundo, los ideales humanísticos que la Fundación Princesa de Asturias ensalza son más importantes que nunca. Me enorgullece asociarme con los objetivos de la Fundación de promover el entendimiento cultural y los ideales pluralistas».

Nacido en Minneapolis, en 1953, en una familia judía, se estableció en Los Ángeles en 1966, se licenció en la Universidad de Brandeis y obtuvo su doctorado en Oxford, donde fue discípulo del filósofo canadiense Charles Taylor. A Sandel se le considera uno de los artífices de la teoría comunitarista, que abogaría por potenciar la intervención estatal en diversas cuestiones con la idea de evitar las disparidades e injusticias más evidentes del mundo globalizado. Su voluntarismo, su fe en la capacidad estimulante de las palabras y las ideas y su convencimiento de que los ciudadanos estamos obligados a debatir y participar en el debate público, responsables por tanto de las acciones y decisiones de sus líderes, lo han convertido en poco menos que un campeón de la democracia liberal mientras arrecian desde todos los ámbitos las tentaciones populistas.

Alérgico al dogmatismo, no dudó en aceptar la invitación del entonces presidente de EE UU, George W. Bush, para formar parte de la Comisión de Bioética que a mediados de la década pasada estudio las implicaciones éticas de la investigación con células madre. Sus conclusiones, que abogan por potenciar la indagación científica al tiempo que se garantiza que no se traspasaban ciertos límites en el manejo de las citadas células.

Ética de rebajas

De hecho, y en un artículo paradigmático que publicó en 2004 en el «New England Journal of Medicine», se preguntaba por las razones que podrían justiciar la prohibición de investigar con embriones. Consideró justa la preocupación, pero también que resultaría más provechoso si el Congreso promulgaba una serie de regulaciones sensatas, entre otras, «la prohibición de la clonación reproductiva humana», la exigencia, «siguiendo el enfoque adoptado por el Reino Unido», de que «los embriones destinados a la investigación no se desarrollen más allá de 14 días». También solicitó «restringir la comercialización de embriones y gametos y establecer un banco de células madre para evitar que los intereses comerciales monopolicen el acceso a las líneas de células madre».

En libros como «Lo que el dinero no puede comprar», Sandel ha denunciado el escandaloso escenario de una ética en permanente estado de rebajas. Conviene acotar, dice, hasta qué punto nuestra sociedad habría pasado a negociar no ya con las ideas y mercancías, verdaderos motores del cambio, sino también y de forma creciente con los espacios y servicios públicos, de la sanidad y la educación a la seguridad. Otro de sus libros, «Justicia. ¿Hacemos lo que debemos?», se convirtió en un éxito de ventas a nivel mundial. En la reseña del volumen de la revista «The Economist», explica que la pregunta esencial que recorre el libro es si los mercados han ido demasiado lejos y si se han extralimitado: «[Sandel] Opina que sí, y ofrece dos objeciones. Una es la desigualdad: cuantas más cosas puede comprar el dinero, más dolorosa será su ausencia» y, por otro lado está su «capacidad corruptora», pues es capaz de cambiar la forma en que se percibe un bien: pagar a las personas para que donen sangre no funciona. Dar dinero a los escolares como incentivo para leer libros puede hacer que la lectura sea más un trabajo que un placer para toda la vida». Entre tanto, el ensayista, consagrado como figura global, impartía conferencias en países como Japón y China y hablaba delante de audiencias más propias de un cantante de rock o un ídolo del deporte que de un filósofo especializado en cuestiones de filosofía política.

Presidido por la historiadora y académica Carmen Iglesias, el jurado del Princesa de Asturias ha destacado que Sandel es autor de «una obra ejemplar sobre los fundamentos normativos de la democracia liberal y la defensa tanto de las virtudes públicas como del pluralismo de las concepciones del bien en nuestras sociedades. Además de su visión pública de la justicia, destacando por la crítica de los excesos de la lógica del mercado y por el debate para la solución de los principales dilemas morales». Para el jurado, estamos ante «un ejemplo del uso público de la razón en la búsqueda de la verdad», un pensador de «prestigio mundial por haber trasladado su enfoque dialógico y deliberativo a un debate de ámbito global». Sandel ha resaltado tras el Princesa de Asturias que su esposa, Kiku Adatto, «proviene de la comunidad judía sefardí que fue expulsada de Sevilla en 1492, pero continuó hablando ladino y considerando a España como su patria espiritual. En reconocimiento de esa historia, España recientemente invitó a los judíos sefardíes de todo el mundo a solicitar la ciudadanía española. Me enteré de la noticia del Premio Princesa de Asturias en el mismo momento en que Kiku y nuestros hijos están preparando la documentación para solicitar esa ciudadanía. Recibir este premio de España tiene un significado especial, a la luz del legado sefardí de mi familia».

«Más allá de las clases y de la letra impresa», remata el acta del jurado, «su método de discusión socrática ha sido ampliamente económico en multitud de foros en la red. El jurado desea también subrayar la importancia del compromiso del ciudadano con los valores de la democracia y la relevancia de la argumentación para resolver nuestras diferencias como sociedad». Otros títulos destacados son «El liberalismo y los límites de la justicia», «Democracy’s Discontent», la recopilación «Filosofía pública. Ensayos sobre moral en política» y «Contra la perfección: la ética en la edad de la ingeniería genética». Miembro de la Academia de Americana de las Artes y las Ciencias, doctor honoris causa por las Universidades de Brandeis y Utrech, sus cursos han sido grabados por la BBC, que produjo una serie documental en la que Sandel dialogaba con audiencias de todo el mundo. El suyo es el sexto de los ocho Premios Princesa de Asturias de 2018. Antes de Sandel los jurados han reconocido a Martin Scorsese (Artes), Amref Health Africa (Cooperación Internacional), Fred Vargas (Letras), Reinhold Messner y Krzysztof Wielicki (Deportes) y Alma Guillermoprieto (Comunicación y Humanidades).