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Mötley Crüe: la mugre y el mito de la “rockstar”

«The Dirt» es la película que Netflix acaba de estrenar sobre esta banda de glam rock. Montañas de drogas de todo tipo, devaneos sexuales de difíciles de creer, más drogas, relaciones sentimentales imposibles de gobernar, descerebre y estupidez a raudales.

Una imagen de la película «The Dirt», basada en la historia de «glam metal» Mötley Crüe, que ha estrenado Netflix
Una imagen de la película «The Dirt», basada en la historia de «glam metal» Mötley Crüe, que ha estrenado Netflixlarazon

«The Dirt» es la película que Netflix acaba de estrenar sobre esta banda de glam rock. Montañas de drogas de todo tipo, devaneos sexuales de difíciles de creer, más drogas, relaciones sentimentales imposibles de gobernar, descerebre y estupidez a raudales.

Se han convertido ya en un género en sí mismas, un cliché que casi se repite al milímetro, como una comedia romántica. Son las películas biográficas de músicos, ya sean solistas o bandas, que van así: ascenso, excesos, infierno, redención. Todas responden a ese esquema como si no hubiera otra manera de ser músico pero, desde luego, dando forma conjuntamente a ese mito, ese dios moderno que es la estrella del rock.

Así discurre «The Dirt», la película que Netflix acaba de estrenar sobre la banda de glam rock Mötley Crüe, que no escapa al esquema. Montañas de drogas de todo tipo, devaneos sexuales de difíciles de creer, más drogas, relaciones sentimentales imposibles de gobernar, descerebre y estupidez a raudales. Una experiencia, para los curiosos, narrada en papel con detalle en su autobiografía «Los trapos sucios» (2014). Cuatro músicos cortados por el patrón de Beavies y Butthead, tan bobos que casi parece imposible, bidimensionales y unineuronales. Les esposan a la cama para que dejen de drogarse. Sufren una sobredosis, sobreviven de milagro y vuelven a chutarse. Bingo, segunda sobredosis. Ese es Tommy Lee, el más simpático del grupo y quien mejor destroza habitaciones de hotel.

Porque por otro lado está Mick Mars, que sufría de una enfermedad degenerativa en la espalda y dormía con los brazos cruzados sobre el pecho cual Bela Lugosi. Por cierto, feministas, absténganse de consumir este filme si no quieren que les sangren los ojos de pura cosificación femenina. Sin embargo, después de los colocones al límite del otro barrio y del vacío que dejan los excesos (y la moralina que contiene, como si todos los que conducen un Lamborghini fueran infelices en realidad), es cuando aparecen los sentimientos, la enfermedad, la depresión, lo que hace reales a los cuatro músicos de esta historia que contiene otro de los más fascinantes clichés de la vida de músico, según la mitología moderna: tener un padre ausente o abusador. Un padre al que en la edad adulta se trata de reencontrar por alguna razón, o para ajustar cuentas.

Para tener respuestas. En «The Dirt», evidentemente hay, después del naufragio total, aciertan, una redención también, una reunión de los viejos amigos que han sido lo increíblemente afortunados como para sobrevivir. «No sé cómo no estamos muertos o en la cárcel. Jodimos a mucha gente e hicimos cosas de las que nos arrepentimos cada día», dice Tommy Lee sobre, por ejemplo, el accidente de tráfico que le costó la vida a un músico amigo y por el que el cantante, Vince Neil, pagó con la cárcel.

En la Nochevieja de 2015, los músicos firmaron ante notario que jamás regresarían al escenario. Que cada uno juzgue la gravedad de la pérdida.