Música

Niño de Elche: «El flamenco ha muerto»

El iconoclasta cantaor dedica un mausoleo en forma de disco a las formas clásicas de un arte en completa transformación: «Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte» llega el 18 de noviembre

“Niño de Elche“ publica
“Niño de Elche“ publicaAlberto R. RoldánLa Razón

Puede sonar a provocación pero, por una vez, no lo es. Para Niño de Elche, «el flamenco ha muerto». «Es algo objetivo, es comprobable. Nadie canta como lo hacían las más grandes figuras. Nadie hace un cante o un concepto como Antonio Mairena, Manolo Caracol o Pepe Marchena. Eso está claro y por eso yo he construido un mausoleo, para mirar y guardar sus cenizas», afirma el artista sobre su nuevo trabajo, «Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte» (Sony), que se publica el 18 de noviembre y que presentará en Madrid el 22. Un álbum de sonoridades clásicas, formas minimalistas y belleza contenida que tira de textos populares y reivindica palos infrecuentes como la bambera, la alboreá o la farruca. Con la colaboración de Rosalía. Y que rinde también homenaje a las hechuras de los tres grandes iconos del flamenco primitivo.

Paco Contreras menciona tres discos que le han influido para este álbum: «una triada de discos atravesados por la muerte», según explica. «Se trata de “En el calor de mis recuerdos”, de Antonio Mairena, su trabajo póstumo. De Pepe Marchena me emociona el último trabajo que graba, en su casa, para dejárselo en herencia a su hijo y este muere antes que él. Y de Manolo Caracol también el último, que lo hace en directo en su tablao y en él habla del último fandango que va a grabar y que quiere dejar en herencia para las juventudes venideras», dice el artista, que destaca de estos trabajos el aroma íntimo, de la pequeña cosa y el sonido en directo que rezuman. «A mí siempre me ha interesado más el flamenco de principios de siglo XX. Porque encuentro connotaciones que tienen que ver más con lo experimental. Y esa rudeza y esas guitarras contrastan con el flamenco moderno tan espectacularizante como el que ahora hacemos. Ahora todo tiene mucho artificio a la hora de cantar y de producir», explica. Por eso, en el álbum, producido por Raül Refree, han ido al sonido más elemental, a la reducción.

Como dicen los más conservadores del flamenco, habituales detractores de Niño de Elche, «ya no se hace flamenco». «Tienen razón. Se hacen traducciones de este tiempo, tanto los más ‘’progres’' como los más conservadores. Eso sí se puede demostrar». ¿Qué hace Niño de Elche en esa tesitura? «Como tal, reconozco su muerte y eso me acerca a los conservadores. Y además le construyo un mausoleo con los restos, con las cenizas que han quedado. Un mausoleo humilde pero cariñoso y por eso no es un intento de matar al flamenco porque ya ha muerto. Yo no tengo que matar nada. Ni tampoco tengo interés en revivirlo sino, quizá, en generar una resurrección. Si es así, bienvenido sea. Si no, no pasa nada. Pero tampoco es un intento transgresor», dice Contreras a sabiendas de que esa es la imagen que proyecta: «Este personaje que se percibe de mí de confrontación nunca lo he sentido. Siempre he ido a los escenarios por puro amor, no por confrontación. Jamás he trabajado desde ahí. Es una idea tonta. Nunca he hecho algo pensando en provocar porque la gente no va a ver eso», señala.

Paradójicamente, le ha salido «el disco más flamenco» que haya hecho nunca. «Pero he llegado a él cuando me he considerado ex flamenco. Cuando he tomado distancia». Contreras se declaró así hace años, entre otras cosas, porque le expulsaron del arte y se cansó de «debates de barra de bar de qué es y qué no el flamenco». Y mantiene su condición: «Por supuesto. Hay que trabajar el bosque por dentro y cortar ramas y ver las raíces y luego alejarse de él. Un disco así no se puede hacer desde dentro y por eso no se hace, porque los artistas están intoxicados por el flamenco como industria y espacio conceptual y artístico. Y, paradójicamente, cuando te alejas te sale un disco más radical, más cerca del origen». Para su presentación, quizá construya un pequeño mausoleo con materiales de obra, que esté a medio hacer: «Como está siempre el flamenco».