Los Chichos, el cante indomable de unos «influencers» de gasolinera
Cumplen 50 años en la música y en 2024 dirán adiós para siempre, con una gira de despedida por toda España que tendrá «un sonido especial», avanzan
Madrid Creada:
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A bordo de un Seat 124 verde, con baffles a todo volumen y pantalón de campana, Los Chichos comenzaron a cantar a cada rincón de España. Han pasado 50 años desde que los de Vallecas, con aires de Andalucía y bailes de pura alegría, arrancasen a rendir tributo a la rumba flamenca, entre gasolineras y verbenas. Y el resultado son 22 discos de estudio y más de 22 millones de copias vendidas, así como una larga lista de himnos protagonizados por Misiana Juana, el Vaquilla, o Juan Castillo. Pero, ante todo, dedicados a todos los «chicheros», público fiel y variado, pues su música ha calado en varias generaciones, de padres a hijos. Desde que Jero, principal componente y compositor del grupo, decidiese en 1990 continuar su carrera en solitario, los Chichos han sido los hermanos Emilio y Julio González Gabarre, y Emilio González García «Junior», hijo del primero. Y hasta hoy: ahora han decidido decir adiós, pero esta vez de manera definitiva. No como aquel amago que ya avanzaron en 2008, cuando lanzaron el álbum «Hasta aquí hemos llegado». «Dijimos que hasta que el cuerpo aguante, y ya estamos en el límite. Mi padre seguiría, porque psicológicamente está con fuerza, pero físicamente no», explica Emilio Junior, y Julio añade que «seguir sería engañar al personal. Continuaremos en la música, pero fuera de los Chichos. Hay que ser realistas. Los Rolling Stones tienen 80 años y siguen porque son millonarios y se cambian la sangre. Pero nosotros no podemos tomarle el pelo a la gente. No nos echan, nos vamos y punto, y con dignidad».
Conversar con los Chichos es una experiencia auténtica. Es un viaje pisando a fondo el acelerador de aquel Seat, una tertulia de sabios con mesa redonda de por medio y que recuerda a las que aún se ven en algunos bares de pueblo. Es como una ronda en los coches de choque: frenética, precisa, basada en la sorpresa y en la risa. Son tal y como se los imaginan: impulsivos, dicharacheros, reales e indomables. Todo lo recuerdan a lo grande, todo lo expresan con pasión, y de la misma manera quieren despedirse de su público. A lo largo de 2024, van a realizar una gira de despedida con, hasta ahora, 12 conciertos confirmados, los cuales «van a tener un sonido especial. Vamos a hacer conciertos de primera división, para irnos por la puerta grande», explica Junior. Arrancan el 2 de marzo en Bilbao, y pasan por la capital, por Valencia, Fuengirola, Mairena del Aljarafe o Granada, entre otras fechas confirmadas.
Solo piden cariño y respeto, a cambio de un legado artístico que ellos definen como «una forma de vida. Los Chichos hemos sido eso, una moda, un estilo de música. Es un sentimiento, algo que se lleva dentro», apunta Junior, mientras que su tío explica por qué es una música que trasciende: «Hemos creado baladas, cadencias bonitas, música para todos los tiempos. Pasamos a la historia con canciones hermosas, muchísimas, todas ellas metidas en el flamenco». Destacan, por tanto, del legado de estos «influencers» de gasolinera las inmortales «Ni más ni menos», «Amor de compra y venta», «Bailarás con alegría», «Son ilusiones», «La historia de Juan Castillo», «Quiero ser libre»... «Escuchar las canciones de los Chichos es como abrir una herida», asegura Emilio Junior, «te pellizcan el corazón, no te dejan indiferente. Cuando Peret, que en paz descanse, cantaba ‘‘Una lágrima cayó en la arena’’, los Chichos ya cantaban "Pápa, tú no pegues a la máma". Ya se denunciaba la violencia de género y el maltrato. También fueron pioneros en canciones sobre las drogas, o en hablar sobre la prostitución. No son letras triviales, cada canción de los Chichos son guiones de cine negro».
Si en algo han sido expertos los Chichos, es en cantar por y para las minorías y las clases marginadas. Todo comenzó con una llamada que venía de parte del director de la cárcel Modelo de Barcelona. Ante la demanda de la música de los Chichos que había entre rejas, solicitaban una actuación de ellos, gratuita por supuesto. «No podíamos ir cobrando, y tampoco nos negamos, porque son gente nuestra», apunta Julio, y Emilio Junior detalla que «sin contar los delitos de sangre, algunos presos estaban en las cárceles por necesidad, delinquían por buscarse la vida, no por enriquecerse. Eso no quiere decir que fueran mala gente». Y allí comenzaron un recorrido que acabó abriendo las puertas de todas las cárceles de España, femeninas y masculinas. Incluso alguna en Chile, «eso sí que daba mal rollo, porque comparadas las prisiones de España son hoteles. Allí es increíble cómo son las condiciones. Imagine lo que es cantar ahí... ¿qué alegría les vas a transmitir? No son un público al uso, no puedes preguntarles cómo están, no puedes crearles falsas ilusiones... eso ha sido lo más complicado de estos 50 años», añade. ¿De esas experiencias nació «Quiero ser libre»? «Hay mucha fábula sobre eso», apunta Junior, «porque dicen que fue Jero quien la compuso estando preso, pero solo estuvo detenido unas horas, por estar buscándose la vida. Fue en ese rato que se inspiró para la canción, pero no son todas las vivencias suyas».
Ni siquiera la censura pudo con su música. En la época franquista, la canción de «La cachimba» fue prohibida en las radios por parte del régimen, pero ello no pudo con la filosofía de los Chichos, porque «nosotros hacemos cosas reales», apunta Julio. No temen, por tanto, a la corrección actual: «Lo hecho hecho está. Nosotros nos quedamos con nuestros devotos, que son por los que vivimos. Los que opinen mal, que les den», zanja Emilio Junior. Estopa, Amaral, Manolo García, Bertín Osborne, Pitingo, Chambao... Todos son nombres que, aseguran los artistas, «se han criado con nuestra música. Tenemos la virtud y el gustazo de que les gustamos a todos los artistas grandes, dicho por ellos. Rosalía también tiene un vídeo hablando de nosotros», recuerda Emilio Gabarre, quien aprovecha para puntualizar que la artista catalana «tiene tintes flamencos, pero flamenco no hace. Donde estén mi Camarón y mi Paco de Lucía, que se quite todo lo demás».
Reivindican el culto a la letra, y cuando se menciona en reguetón durante la entrevista arde Troya. «Que si yo te la meto y yo te la saco... ¿tú te crees que eso puede ser una canción? Es la grosería y la música en sí, qué obsceno, qué denigrante para la mujer», opinan los Chichos, y Emilio Gabarre es directo: «Eso sí que tendrían que censurarlo y prohibirlo». Destacan que ese tipo de artistas «no van a estar 50 años como nosotros, porque esas canciones no pueden trascender. Nuestro catálogo, nuestras letras, son diferentes, no son canciones de usar y tirar. Vemos a niños cantando canciones que cuando salieron no habían nacido ni sus padres. Los Chichos enganchan», celebran. Eso es amor propio, y lo demás son tonterías. No les falta seguridad en sí mismos, y son conscientes de lo que han logrado durante estas cinco décadas. Lo recuerdan mirando hacia el futuro, y dejando caer que se trata de una despedida creativa y en el directo, pero que quizá haya por ahí aún más música de los Chichos por descubrir. No sería lógico que un grupo que ha producido tantas canciones se vaya con las manos vacías, y en este sentido confiesa Julio que «tengo unos doce o catorce temas guardados en un cajón. No sé qué haré con ellos. Son canciones muy buenas, del estilo de los Chichos en toda pureza. Algo haremos...».