La maldición internauta del K-pop
Este género musical surcoreano, protagonizado por jóvenes de entre 20 y 30 años y que está expandiendo sus alas por Europa y Estados Unidos, va sumando cada vez más tragedias
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Las redes sociales funcionan como una caza de brujas. Son capaces de dinamitar ideas, de imponer «verdades», de quemar en la hoguera al que destaca, al que contradice. Promueven una cultura de la imagen donde solo vale la perfección, y difunden una persecución masiva y ciega hacia quien el «dios algoritmo» elige a dedo. Ya existe incluso un concepto para definir a esa inquisición internauta: el «ciberacoso». Un abuso basado en la amenaza y la crítica sin tapujos, que llega incluso hasta a matar.. Una situación preocupante, que se extiende hasta el punto en que la muerte por «ciberacoso» ya cuenta hasta con subcategorías. Y una que está reforzándose a paso firme es la que tiene que ver con el K-pop. Este género musical surcoreano, protagonizado por jóvenes de entre 20 y 30 años y que está expandiendo sus alas por Europa y Estados Unidos, está incubando su propia maldición. Cada vez son más los artistas de este perfil que se quitan la vida, creando una trágica tendencia, y los principales motivos tienen que ver con la presión de la industria o de sus seguidores, por las amenazas y ataques que las redes sociales permiten que circulen con libre albedrío.
Ayer saltaba la noticia del fallecimiento de Moon Bin, estrella del grupo surcoreano Astro. Si bien el motivo de la muerte no ha trascendido, la policía sí aseguraba que «creemos que se suicidó». Un nombre más a la lista. Suena frío, pero así son las redes sociales: un iceberg con punta y mucho fondo. En 2017, el también cantante de K-pop Jonghyun escribía en sus redes que «nadie está más atormentado ni debilitado que yo. Volverme famoso probablemente no era mi destino. Me dicen que por eso lo estoy pasando mal... ¿por qué lo elegí?». Al poco tiempo, se quitó la vida: con 27 años, su cuerpo fue hallado en su apartamento, y murió por intoxicación con monóxido de carbono, según los informes. A estos jóvenes, con tanto por delante que vivir, pero también con demasiado experimentado para tan temprana edad, la fama no les empodera, sino que les debilita. Les hace vulnerables, inseguros, y a la artista Goo Hara, que fue miembro del grupo Kara, este mundo se le hizo gigante. Intentó quitarse la vida en mayo de 2019, pero le salvaron en el hospital. En noviembre de ese mismo año, poco después de que su amiga y también artista Choi-Jin-ri se suicidase, finalmente se quitó la vida. Ambas tomaron la trágica decisión tras haber recibido varias amenazas por redes sociales, intimidaciones por parte de seguidores «insatisfechos» con sus actuaciones, que les exigían más, que les reclamaban la perfección. Puede que esta sea una lección firme: la perfección no existe en vida, y una búsqueda obsesiva de ella solo puede llevar a la muerte. Las garras del «ciberacoso» no se fulminan, por lo que nos arriesgamos a que la lista de los dramas del K-pop sea larga.