¿Por qué están disparados los precios de los conciertos?
La venta de entradas se dispara un 48% y los precios, un 38. Un tercio del público no puede permitírselas
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El sector de la música en directo en España vive un crecimiento desbocado. Las noticias se suceden: Bruce Springsteen llenará en 2024 cinco veces un estadio de fútbol, grupos nacionales como Arde Bogotá agotan las entradas del WiZink center en apenas unas horas, en otras ocasiones, salen al desorbitado precio de 1.400 euros, como en el caso de Luis Miguel. La oferta de conciertos se multiplica en invierno y en verano y cada vez se venden más. Según los datos de Ticketmaster, la principal compañía del mundo en venta de entradas, el año pasado se despachó un 48 por ciento más de entradas en España y el turismo musical recuperó las cifras anteriores a la pandemia: un 10 por ciento de los asistentes a eventos musicales en nuestro país llegaba del exterior. Como cualquier aficionado ha podido comprobar, la subida de precios es más que una sensación. La entrada mediase ha encarecido un espectacular 38 por ciento, hasta los 80 euros frente a los 58 de solo un año antes.
El sistema, a pesar de la aparente bonanza, se enfrenta a graves riesgos. «Estamos viviendo un tiempo espectacular, pero se avecina una tormenta. El futuro se puede complicar y mucho por la subida de precios», sostiene Ramón Martín, codirector del festival Las Noches del Botánico, uno de los más populares de Madrid, durante la presentación del «Observatorio de la Música en Vivo en España» que elabora Ticketmaster. El aumento de precios está marcado por la inflación de la economía en general en materia de bienes y servicios. Algunos suministros clave como el acero que se usa para instalar escenarios y sus estructuras fueron los más afectados, así como los carburantes que encarecieron el transporte y los viajes de los artistas. Sin embargo, la subida de los tickets es muy superior a cualquiera de las categorías de productos que observa el Instituto Nacional de estadística: los alimentos subieron un 11 por ciento en 2022, los carburantes un 22 y la electricidad un 26, pero el vestido y calzado un 2,7 y las bebidas alcohólicas y el tabaco un 3,9: la inflación general fue del 8,9 por ciento. Hay otros elementos que influyen en esta escalada de precios. Martín la explica como consecuencia de un proceso de oferta y demanda con unas características particulares. «En España, el clima benigno favorece que se hagan muchos eventos al aire libre y festivales. Eso ha favorecido que haya muchos promotores y que además estén las instituciones promoviendo conciertos como forma de atraer turismo. Cuando hay tantos promotores, los artistas reciben muchas ofertas, algunas de ellas subvencionadas con dinero público», señala Martín. «Los managers saben que España es un chollo, porque sus artistas siempre tienen dos o más ofertas y eso inevitablemente encarece su contratación. Para mí, hay demasiada oferta y eso nos preocupa».
Sin embargo, un dato revelador del informe presentado por Ticketmaster es que la razón para no asistir a un concierto, en el 36 por ciento de los casos, es el precio del mismo. Más de un tercio del público no puede permitirse ir a ver a su artista favorito. «Es una situación insostenible en general y para la música en particular», sostiene Daniela Bosé, directora de Vistalegre Arena, una de las salas de conciertos de la capital. «Los precios de las entradas no se discuten en el fútbol. Se trata de oferta y demanda y por supuesto de los aviones y de los consumibles. Eso cuesta más y las entradas también deben hacerlo. La realidad de hoy es que estamos viendo precios desorbitados, es evidente. Pero se hace sold out». Bosé reclamó «transparencia» para que el consumidor sepa qué paga dentro del precio de una entrada: «cuánto va a hacienda, cuánto a la Sgae, cuánto a la sala y al promotor...». En este sentido, Ana Valdovinos, CEO de Ticketmaster comentó que los gastos de gestión «son la única remuneración que recibe su compañía por una tecnología segura de venta de entradas y que ni siquiera es íntegra, sino que se comparte con la sala y el promotor». «Sin embargo, somos siempre los malos de la película porque es a quien se dirige el consumidor –explicó–. Por ejemplo, nosotros no fijamos los accesos o los horarios, solo informamos de ellos, pero recibimos las reclamaciones. Y sobre los precios, nosotros no los fijamos en absoluto». La responsable de la compañía aseguró que «están al lado del fan» y que, gracias a sus inversiones en sistemas de seguridad «hemos vencido la batalla contra el fraude y la especulación. La ‘‘ticketera’’ desarrolla una tecnología y una innovación y perciben a cambio esa contraprestación, que se reparte con recinto y promotor. Pero es necesaria para conseguir cada vez una plataforma más segura».
El aumento de las ventas se ha sostenido por el público más maduro: el segmento de edad de 45 a 54 años representa un 24 % del mercado, muy seguido por los de 35 a 44 (un 22 %) y, después, los de 25 a 34 años (un 20 %). Sin embargo, el grupo de jóvenes ha experimentado un crecimiento del 45 por ciento gracias a la introducción del Bono Cultural, que ha impulsado la demanda de artistas como Quevedo, Duki, Tini, Cruz Cafuné y el festival de música sucoreana KPop Lux, según los datos de Ticketmaster.