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¿Nos está engañando Google con su último gran éxito en computación cuántica?
La empresa acaba de anunciar Quantum Echoes, un algoritmo que nos acerca a los ordenadores cuánticos que podrían llegar al mercado
Dicen que el agua no hierve cuando la estás mirando y, aunque a la termodinámica no le importa dónde poses tu vista, la frase tiene algo de razón. La ebullición no dependerá de tus ojos, pero, cuando centramos toda nuestra atención en un proceso lento y seguimos cada pequeña actualización, comprobando las novedades segundo por segundo, el cambio se vuelve invisible. Eso es, en cierto modo, lo que está ocurriendo con el sector de la computación cuántica que, si bien sigue cosechando éxitos, los pasos son técnicos y sutiles, imposibles de captar en un titular generalista.
Google acaba de alcanzar la “ventaja cuántica práctica”, o eso dice, pero. ¿No afirmó en 2019 que había logrado la “supremacía cuántica”? Dicen los titulares que, la clave del último avance es que el nuevo algoritmo puede resolver en dos horas una tarea que, al mejor ordenador del mundo (Frontier), le llevaría más de tres años. Dicho así, el quid de este hito se vuelve evidente… hasta que recordamos que, hace 10 meses, la misma empresa anunció que había logrado resolver en 5 minutos una operación que, con Frontier, habría llevado más tiempo del que lleva existiendo el universo. Todo eso se ha dicho y, sin embargo, tampoco se está faltando a la verdad.
¿Qué es Echoes?
La interpretación fácil de estas aparentes contradicciones es que, efectivamente, Google y los medios están manteniendo la atención mediática con refritos de viejos éxitos, pero esa explicación es tan fácil como incorrecta.
Como decíamos, el agua parece no hervir mientras la miramos y, si tuviéramos que crear titulares para cada pequeña burbujita que aparezca en el fondo de la olla, posiblemente, acabaríamos obviando las sutiles particularidades que hacen relevante a cada nueva burbuja, recurriríamos a generalidades de las que ya nos hemos hecho eco porque, cuando la mercadotecnia impera y solo podemos hablar en superlativos, nuestra precisión comunicativa se resiente.
Qué es
Para entender este avance tenemos que comprender, primero qué es y qué no es un ordenador cuántico. Aparte de la palabra común, entre un ordenador clásico (como el tuyo) y uno cuántico hay pocas similitudes, son bestias diferentes que, si bien permiten procesar información y, por lo tanto, “calcular”, su composición y los algoritmos que los mueven son tremendamente diferentes. Para hacernos una idea, para que un ordenador cuántico funcione tenemos que desarrollar una teoría de la computación nueva, no basta con “traducir” los trabajos que nos hay tras los avances en computación clásica.
Simplificándolo mucho, la clave de un ordenador cuántico es que, en lugar de operar con “unos y ceros” (diminutos interruptores que dejan pasar corriente o no, respectivamente), se apoyan en una propiedad clave del mundo de lo diminuto al que llamamos “cuántico”: la superposición. Existen objetos cuyas propiedades no están definidas hasta que las medimos. Para mantener la analogía del interruptor, podrían dejar pasar corriente, bloquearla, o estar en una infinidad de puntos intermedios. Mientras que los ordenadores clásicos “escriben” con solo dos letras (ceros y unos), los ordenadores cuánticos tienen un abecedario infinitamente más rico. Eso los hace capaces de procesar grandes cantidades de información de manera muchísimo más rápida y eficiente. Y, si no entiendes todo, piensa en lo lento que es comunicarse con código Morse que, a efectos prácticos, es como si solo tuviera dos letras, la raya y el punto.
Qué no es
A juzgar por estas fantásticas cualidades, podríamos pensar que los ordenadores cuánticos acabarán sustituyendo a nuestros PCs y teléfonos, pero eso es poco plausible. Los computadores actuales son perfectamente capaces de resolver los problemas que les planteamos en nuestro día a día y son, por ahora, mucho más confiables, baratos y sencillos. Pensemos que, para que un ordenador cuántico funcione, necesita que algunos de sus componentes exhiban esas extrañas propiedades cuánticas que, con cualquier interacción, pueden desvanecerse. Necesitan temperaturas cercanas a los -273 ºC y un vacío absoluto que requieren estructuras farragosas y poco compatibles con el problema de la vivienda.
Si los investigadores están intentando desarrollar ordenadores cuánticos más potentes y funcionales es porque podrían resolver cálculos que acelerarían, por ejemplo, el desarrollo de fármacos, nuevos materiales y sistemas de cifrado que hagan más seguras nuestras comunicaciones (cuentas bancarias, correos, etc.) o, “simplemente”, porque serían muy buenos ayudándonos a comprender el mundo (haciendo simulaciones detalladas de lo que ocurren a escala cuántica).
¿Y qué es Echoes?
Quantum Echoes es un algoritmo cuántico. Dicho de otro modo: las reglas que ha de seguir un ordenador cuántico para procesar la información. De la calidad de esos algoritmos depende, en gran medida, la fiabilidad y la potencia de estos ordenadores. Y, en este caso, Quantum Echoes no ha permitido los cálculos más veloces de la historia, pero su velocidad es importante porque ha logrado ser más rápida que cualquier ordenador clásico en la resolución de un tipo de problema muy especial: uno verificable.
Entre las principales características de la ciencia está la intersubjetividad que, simplificándolo hasta el ridículo, significa que ante un mismo experimento deberíamos obtener los mismos resultados independientemente de quién o cuándo los haga. Si los resultados de un experimento no pueden ser verificados por otro… no podemos confiar en ellos. A diferencia de otros problemas con los que se ha puesto a prueba a anteriores computadores cuánticos, este es verificable: si lo repite el mismo ordenador u otro debería obtener los mismos resultados. Eso abre la puerta a sus aplicaciones científicas, asegurando que no solo tenemos velocidad, sino rigor. Por eso hablan de “ventaja cuántica práctica” y no solo de “superioridad”.
Un paso más
Los resultados anteriores han sido publicados en la revista científica Nature, por lo tanto, han pasado la revisión de profesionales independientes a Google y (a no ser que se demuestre lo contrario), se consolida como conocimiento científico riguroso. Sin embargo, la empresa no se ha quedado aquí. Han subido los resultados de otro estudio que todavía está pendiente de ser aprobado por una revista y que, por lo tanto, su calidad todavía no ha sido revisada por profesionales independientes. En él, explican cómo han puesto a prueba su chip cuántico Willow con un experimento real.
El chip en cuestión fue anunciado hace 10 meses, y resolvía un problema realmente decisivo de la computación cuántica: su imprecisión. La misma naturaleza de esos “interruptores” cuya posición no está determinada hace que puedan cometer errores que afecten a los cálculos. Willow, logra poner en práctica una solución que los expertos llevaban 30 años barruntando. Si agrupamos varios interruptores para que se comporten como uno solo (todos han de estar en la misma posición), y uno comete un error, podremos reconocerlo y corregirlo porque desentonará con el resto de “interruptores”. La idea es fácil de transmitir, pero difícil de ejecutar y Willow lo logró marcando un gran avance en el sector.
En cualquier, caso en este experimento han utilizado la tecnología de Willow para analizar la estructura de dos moléculas. Concretamente, la distancia entre ciertos átomos que componen la molécula de tolueno y el ángulo que forman unas estructuras de la molécula de 3’,5’-dimetilbifenilo. Tras comprobar los resultados utilizando otras técnicas, confirmaron que el error cometido por Willow era realmente minúsculo. Es más, parece que, con esta estrategia, lograron extraer información que era inaccesible a través de métodos más convencionales.
Un avance que, si confirman otras investigaciones, contribuirá a dar forma a la computación del futuro. Porque sí, el avance de Google es real y relevante, aunque sea difícil distinguirlo de sus anteriores éxitos cuando lo convertimos en un titular.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La computación cuántica no es una tecnología del futuro, funciona en el presente y existen ordenadores cuánticos relativamente capaces que hacen cosas imposibles para uno clásico. Sin embargo, todavía no están listos para entrar en el mercado y ofrecer la eficiencia que la industria requiere. Esa es la pelea actual y todos estos avances nos acercan un poco más a conseguirlo.
REFERENCIAS (MLA):
- “Quantum computation of molecular geometry via many-body nuclear spin echoes.” arXiv, vol. arXiv:2510.19550v1, 2025, https://arxiv.org/html/2510.19550v1
- “Quantum Echoes on Willow: verifiable quantum advantage for molecular structure.” Nature, vol. s41586-025-09526-6, 2025, https://www.nature.com/articles/s41586-025-09526-6