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Despedida

Las otras estrellas de «F. Ibáñez»

Los personajes creados por el tristemente fallecido dibujante, seguirán siendo imperecederos

Una página original de Francisco Ibáñez de su serie «13, Rue del Percebe»
Una página original de Francisco Ibáñez de su serie «13, Rue del Percebe»larazon

La comunidad de vecinos es un clásico de la literatura y el cine costumbrista desde la corrala de vecino. La genialidad del dibujante de tebeos Francisco Ibáñez con su archifamosa «13, Rue del Percebe» fue salirse de la cuadrícula del tebeo convencional y colocar las viñetas de forma vertical en el interior de un edificio abierto en canal. Cada habitáculo lo habitaba un personaje típico de los años del desarrollismo, aquejados del viejo costumbrismo del cine de los años 50, poblado de personajes populares, en su mayoría pícaros que sobrevivían en la penuria de la posguerra con mucho ingenio. La contraportada de «13, Rue del Percebe» en «Tío Vivo» adquirió muy pronto justa fama y era la primera página que el lector miraba del «Tío Vivo». Para la mayoría del público, el primer vistazo era para ver a qué nuevas perrerías y torturas sometía el sádico ratón al resignado gato en el terrado de la casa. Otros se detenían en la chismosa portera o la dueña de la Pensión Rita y su ingeniosa manera de amontonar a los realquilados.

Los más entrañables eran Don Doroteo Hurón, que vivía en una alcantarilla, el ladronzuelo Ceferino Raffles y el pintor Manolo, de la buhardilla, acechado por los acreedores, que recuerda al genial Vázquez. Visita obligada era la casa-viñeta del sabio loco, que trabajaba en la creación de monstruosos seres que apenas cabían en el laboratorio y los disfraces de la araña. El dibujante Ibáñez dotó a la mayoría de los personajes de sus historietas humorísticas de la gracia de los pícaros, abusones o despistados, indicio de los personajes que lo harían famoso a lo largo de los años 60: el diminuto Rompetechos, el metepatas botones Sacarino, los desastrosos espías de la T.I.A. Mortadelo y Filemón, reflejo del éxito de las pelis de James Bond, y los crack Pepe Gotera y Otilio.

Reyes de la chapuza

Mientras que el éxito de «Mortadelo y Filemón» fue inmediato, las historietas de «El botones Sacarino» fue paulatino. Pasó de ser una imitación de dos personajes del tebeo belga Gaston y Spirou, de quienes Ibáñez calcó personaje, situaciones y hasta viñetas hasta adquirir entidad propia, a mediados de los años 60, como un Jerry Lewis en «El botones» (1960). Aunque situó la acción en el periódico «El aullido vespertino», en el que Sacarino, vestido como un «bell boy» de un hotel americano, con los pantalones tobilleros y el gorro cilíndrico escorado, su desastrosa forma de atender las necesidades de los periodistas no deja de ser una crítica nada velada de la redacción tiránica de la firma donde trabajaba Ibáñez. Unos años después de la creación de «El botones Sacarino», nació «Rompetechos», uno de los personajes preferidos del dibujante, inspirado según testigos presenciales en el físico de un miembro de la redacción. La esencia de este buenazo ser diminuto y cegato es el despiste causado por su miopía. Muy similar al personaje norteamericano de animación de la UPA Mr. Magoo, tan cegato, pequeño y cabezón como el entrañable Rompetechos. En cierta medida, Rompetechos se parecía a Ibáñez, con sus gafas y cuatro pelos en guerrilla.

Con ese bigotito típico de los años 30, similar al Don Pedrito de los spots publicitarios de Fundador de José Luis Moro, que Ibáñez recreó para la revista «Din Dan». Muchos de estos personajes típicos de Ibáñez se dividen en dos categorías, típicas de la comedia de caídas y sobresaltos por acciones equivocadas: la burla del personaje serio y responsable y el listillo que cree saberlo todo. Aquí, como epítome de los personajes complementarios, reyes de la chapuza, aparecen dos de los personajes más queridos por sus graciosos desvaríos: «Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio». Modelos de Manolo y Benito, de la teleserie «Manos a la obra».

Estos dos obreros, dispuestos al desastre total allí donde los llamen para hacer una chapucilla casera, como «El Gordo y el Flaco» en algunos de sus películas, mostraron de lo que son capaces dos inútiles cuando se les contrata para hacer la faena más sencilla. Todo cuanto tocan Pepe Gotera y Otilio, ya sea arreglar un lavabo o pintar una casa, se convierte en un desastre glorioso. El sentido del humor de las historietas cómicas de aquellos años, tanto del TBO como de Pulgarcito, Jaimito y el DDT, se basaba en la metedura de pata de los protagonistas. Todos ellos, como representantes cómicos de la sociedad española, trataban de ganarse la vida a trompicones y buscaban el chollo y la oportunidad que la vida siempre acababa negándoles. El chasco era representado con ruidosas caídas, estropicios y desastres y una viñeta final en la que el personaje saltando o cayendo decía entre exclamaciones: ¡¡¡¡Tierra, trágame!!!! Todos ellos, desde Rompetechos a Mortadelo y Filemón y los característicos de 13 Rue del Percebe, son creaciones de un genial dibujante, incansable trabajador, que firmaba F. Ibáñez. Personajes que siguen en el imaginario popular como hitos imperecederos, retrato de una España memorable.