En solfa
El poder de la música
El prolífico Pedro González Mira acaba de publicar nuevo libro, donde sigue la estela de sus anteriores trabajos
Pedro González Mira acaba de publicar su nuevo libro: “El poder de la música”. Sigue la senda de “Jesús Villarojo, a través de sus discos”, “Historia de la música”, “Eso no estaba en mi libro de historia de la ópera”, “Historia de la gran música para piano”, “Los músicos de Stalin” y “Los músicos de Hitler”. Un autor prolífico que ha venido compatibilizando la literatura con la crítica musical y que, durante muchos años, fue redactor jefe de “Ritmo”, la revista musical decana española.
Bien puede considerarse como unas memorias. Narra la vida musical de un tal Gastón que, sin duda, tiene bastante que ver con él mismo, aunque añada una parte de ficción. Sobre todo, tienen que ver las opiniones del protagonista sobre la crítica musical. Sus dos preguntas fundamentales son ¿qué música? y ¿para quién?, aunque al final se añade una tercera ¿cuándo? No hay respuestas fáciles y, de algún modo, todos los que ejercemos la crítica nos las hemos planteado. Como la diferencia entre crítica y periodismo. Gastón va respondiendo a ellas a lo largo de la narración de su vida musical, llegando a contradecirse en sus opiniones en respuesta a su evolución. La misma evolución que le lleva de Gloria Lasso a la “Novena”, Mozart, Debussy, Bach o el Brahms con el que decide desaparecer, pasando por Los Cinco Latinos, las madrugadas de Radio Luxemburgo, el piano de Eddy Duchin, las sesiones de cine al aire libre, las canciones de Led Zeppelin o Pink Floyd, la social de Raimon en “Al vent” y otras muchas músicas. Nos narra la impresión que le causaron los primeros compases del cuarto movimiento de la “Sinfonía del Nuevo Mundo”, quizá su primera pieza clásica y termina con Gastón seleccionando para su última experiencia sonora: el primero de los once preludios corales para órgano de Brahms, “Jesús mío, quién me eligió”, aunque en su inventada conversación con el autor, éste desvele que una de sus propias músicas más amadas sea “Al anochecer”, de Strauss.
Un largo camino desde aquella primera trompa que le descubrió el mundo wagneriano de “Tannhäuser” -curiosa forma de empezar con la ópera- hasta acabar disfrutando con ese Verdi que rechazó por sus iniciales connotaciones belcantistas, que siempre rechazó, y a las que Rossini, tras también una posición inicial en contra, supuso una excepción. Como algo similar supuso el Vivaldi de “Las cuatro estaciones”, considerado populachero en sus principios. Y, en este camino, “La sinfonía alpina”, la personal preferencia por la “Séptima” malheriana o un inolvidable “Tristán” en Bayreuth.
Y este amplio recorrido musical se entrelaza con el poder de la música en las relaciones afectivas. Cómo los amigos te ayudan a entrar en la música o cómo ésta puede ayudar a algo más que flirtear, ya sea generando admiración por quien muestra sapiencia o creando un clima que lleva a ese algo más. También a descubrir en las notas las contradicciones de uno mismo, ayudando a veces a salir del hundimiento. Para terminar, Gastón se pregunta si la música ha de ser un objeto de placer o debe ser tratada de otra manera. Se contesta y toma una decisión.
Pedro González Mira logra trasladar la importancia, el poder, de la música, no sólo para él, sino para quien, amándola, lee el libro y lo hace con un relato personal y sincero lleno de fuerza.