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«¿Quién está matando a los muñecos?»: Brian Henson no deja títere con cabeza

El hijo del creador de «Los teleñecos» dirige esta cinta bizarra e iconoclasta, plagada de palabrotas, humor negro, acción y sexo, en la que los títeres comparten la ciudad con los humanos
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El hijo del creador de «Los teleñecos» dirige esta cinta bizarra e iconoclasta, plagada de palabrotas, humor negro, acción y sexo, en la que los títeres comparten la ciudad con los humanos.
¡Alto! Ni se le ocurra llevar a sus hijos a esta película, a menos que sus hijos estén ya talluditos, es decir, de 18 para arriba. Sí, es cierto, son muñecos, pero no son lo que parece. De hecho, son «moñecos», títeres tan deslenguados, obsesionados con el sexo y la violencia como cualquiera de los humanos que comparten universo en esta cinta macarra e iconoclasta.
Lo primero que habría que decir de «¿Quién está matando a los moñecos?» es que está dirigida por Brian Henson, el hijo del creador de «Los teleñecos» y «Barrio Sésamo», y que su vástago ha decidido demoler las barreras de candidez entre títeres y humanos. Henson creció en los sets de rodaje de las criaturas de su padre y ya entonces vio la trastienda de aquel mundo azucarado: «Sabes que una vez que gritan ''corten'', y antes de que la cámara comienza a rodar de nuevo, se habla un humor muy adulto en el set. Esto es lo que vi de niño y me encantaba esa deliciosa picardía de los rodajes». Por eso, apostó por un guión de Todd Berger que, por su contenido irreverente y arriesgado, llevaba quince años en un cajón.
Berger imaginó un universo fílmico al estilo del «Seven» de David Fincher o «L.A. Confidencial», de Curtis Hanson, es decir, puro «thriller», pero con la particularidad de estar protagonizo por muñecos. Y humanos. En la cinta, ambientada en Los Ángeles, títeres y hombres comparten espacios, pero los primeros son ciudadanos de segunda. Uno de ellos es el detective venido a menos Phil Phillips (en cuyo traje se mete el titiritero Bill Barretta). Lleva tiempo malviviendo tras haber sido expulsado del cuerpo de Policía de Los Ángeles, pero una serie de asesinatos de muñecos de «La pandilla dicharachera» hace que vuelva a juntarse con la agente humana Connie Edwards (Melissa McCarthy).
«Las marionetas tienen algo que te saca del yo y te coloca en un lugar más objetivo –explica Henson–. Cuando aparece un muñeco en la pantalla, no asumes nada sobre ellos, ni sobre su sexualidad; esperas y lo descubres como lo haría un niño». Y lo que vemos es la «cara B» de estos entrañables personajes: beben, fuman, juran en arameo y se persiguen a tiros por la ciudad. «Es la comedia del verano prohibida para menores que muestra su comportamiento oculto sin la presencia de niños». «Como ''Quién mató a Roger Rabbit'', pero con más palabrotas y situaciones sugerentes», añade el director. Henson, que gestiona la fundación de su padre (es decir, el legado de «Los teleñecos» y «Barrio Sésamo»), creó hace unos años una línea alternativa para adultos. De ahí surgió, por ejemplo, un espectáculo en vivo titulado «Puppet Up! Uncensored», que ya habría una veta bizarra en este ámbito.
Pero, aparte del aspecto más canalla de la cuestión, para Melissa McCarthy era importante que la historia propusiera algo más para decidirse a participar. Y apenas leyó el guión lo tuvo claro: «El trasfondo social era realmente inteligente y hablaba de ello sin predicar. Una buena película policial e ingeniosa que resulta sumamente divertida». Que ambos habitantes de la ciudad, humanos y «moñecos», se integraran de manera orgánica fue otro de los retos del equipo de Henson. Se crearon más de 125 títeres, diseñados a medida y hechos a mano, con características únicas para que se acomodaran al humano que lo manipulase dentro. Y no bastaba con que los muñecos se mostraran de medio cuerpo como suele ser habitual. Henson los quería ver caminar por Los Ángeles, de tal modo que cada marioneta de tamaño completo requería de hasta tres titiriteros. Solo así estaban listos para desbarrar en este mundo inédito que no dejará a nadie indiferente.

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