Francia

¿Se puede subastar una guillotina?

La subasta de una guillotina en una casa de ventas parisina ha levantado una gran polémica de la que se han hecho eco diarios franceses como «Le Figaro»

Esta guillotina del siglo XIX saldrá a subasta el 11 de julio en una casa parisina
Esta guillotina del siglo XIX saldrá a subasta el 11 de julio en una casa parisinalarazon

La subasta de una guillotina en una casa de ventas parisina ha levantado una gran polémica de la que se han hecho eco diarios franceses como «Le Figaro».

Un librecambista de los de antes (los del «laissez fare») diría que todo lo que es susceptible de ser vendido es porque alguien está interesado en comprarlo, y que no hay más que hablar ni vestiduras que rasgarse si dos personas se ponen de acuerdo en pasarse de manos, a cambio de dinero o lo que sea, una mercancía cualquiera. Incluso si se trata de un instrumento para matar hombres. Pero, puesto a intervenir sobre los asuntos del comercio, ¿dónde colocar el umbral? Es una buena pregunta para un caso complejo como éste: la subasta de una guillotina en una casa de ventas parisina, que ha levantado una polémica de la que se han hecho eco diarios como «Le Figaro».

El instrumento en sí es una pieza del siglo XIX que perteneció al Ejército francés, compuesto de roble, acero y latón y, según la casa de subastas Drouot, presenta «rastros de golpes en el borde de la cuchilla». El 11 de julio saldrá al martillo a partir de entre 5.000 y 8.000 euros, si nadie lo remedia. Ahí entra el Consejo de Ventas Voluntarias, regulador del sector, que considera que la operación debe cancelarse porque «este objeto pertenece a lo que llamamos ventas sensibles, al igual que la vestimenta de los deportados o los instrumentos de tortura». En 2012, el Ministerio galo de Cultura ya paralizó la subasta de 800 objetos de tortura usados en la Argelia colonial.

No es la primera vez que una guillotina sale al martillo. Hace siete años Lady Gaga pujó por una similar a la que ahora se subasta y en 2014 otra venta de este tipo generó tal polémica que el instrumento mortífero quedó sin comprador. Desde luego se trata de una pieza singular de interés coleccionista para quien tenga gusto por lo macabro, pero ¿se debe prohibir la compra de un objeto histórico que, obviamente, no es adquirido para su uso original?