Delibes, o el mito rural patrio
Javier Gutiérrez, Pepa Pedroche, Luis Bermejo y Jacobo Dicenta protagonizan “Los santos inocentes”, la quinta novela del autor que se lleva a los escenarios
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La relación de Miguel Delibes con el teatro fue tan atípica como fructífera. Aunque reconocía que acudir al estreno de alguna función –por ejemplo, de Buero Vallejo– era uno de los pocos motivos que le empujaban a desplazarse a Madrid, nunca se decidió el escritor vallisoletano a probarse de manera directa como dramaturgo, por más que se cifraran en éxitos las adaptaciones que luego se hacían para la escena de algunas de sus novelas, y en las que sí participaba como coautor o incluso, en el caso de La hoja roja, como autor en solitario.
Ese éxito de su literatura en las tablas no encuentra parangón en nuestra historia reciente en el caso concreto de Cinco horas con Mario, pues se ha repetido de manera invariable cada vez que se ha montado la obra, lo cual ha sucedido ya hasta en cuatro largos periodos que abarcan desde el primer estreno en 1979 hasta prácticamente nuestros días. Esa adaptación, que sirvió para convertir a Lola Herrera en estrella y para descubrirnos, tiempo después, a la grandísima actriz dramática que podía ser Natalia Millán, fue la primera de las cuatro que se han hecho hasta hoy. Después llegarían la ya mencionada La hoja roja, en 1986; Las guerras de nuestros antepasados, que tuvo también una larguísima vida desde el año 1989 en que se vio por primera vez; y Señora de rojo sobre fondo gris, estrenada en 2018, ya con su autor fallecido, y que aún sigue girando por España con un espléndido José Sacristán como protagonista.
Pues bien, a ese ramillete de grandes títulos de Delibes versionados para la escena, se suma ahora el más popular tal vez entre el gran público, desde que Mario Camus rodara en 1984 su conocidísima y premiada versión cinematográfica. Me refiero, claro, a Los santos inocentes. Aquella extraordinaria novela sobre la desigualdad social, sobre el abuso de poder y sobre el papel que juega la cultura en la consecución de la dignidad que toda persona está llamada a tener es, además, “una obra inmensa que tiene hoy plena vigencia sobre la libertad”, según Javier Hernández-Simón, director del esperado montaje que mañana levantará el telón en Valladolid. “Por supuesto que la novela habla de la opresión y la desigualdad –explica el director–, pero es que eso genera en las personas que lo padecen una falta absoluta de libertad, tanto social como individual”.
Para estar a la altura de las expectativas que un proyecto como este iba a generar, el equipo de producción sabía que tenía que contar con profesionales de primerísimo nivel. Y parece que lo ha conseguido; desde luego, el elenco no puede ser más atractivo a priori: Javier Gutiérrez y Pepa Pedroche encarnan respectivamente a Paco el Bajo y a Régula; Jacobo Dicenta da vida al señorito Iván; y Luis Bermejo se mete en la piel de Azarías, en un trabajo que, según Hernández-Simón, se aleja de la inolvidable interpretación que hizo Paco Rabal en la gran pantalla para buscar “otros registros y significados que creemos que también ofrece el personaje en la novela original”.
“La película toma sus decisiones, y están muy bien tomadas –afirma el director–; pero nosotros hemos hecho nuestra propia lectura de la novela, que es el único material a partir del cual hemos trabajado. En ese sentido, nos parecía que Azarías, por ejemplo, tiene sobre el papel una dimensión casi mitológica que no se había explotado; su inocencia para nosotros está impregnada de ternura y de una lucidez casi atávica. Y ese camino es el que ha transitado Luis (Bermejo) a la hora de interpretarlo”. Fernando Huesca, Yune Nogueiras, Marta Gómez, José Fernández y Raquel Varela son el resto de actores que completan el reparto.
Una de las dificultades que cabe intuir en la puesta en escena de una novela como Los santos inocentes es la de aproximar al espectador a esa vasta Naturaleza que, en la pluma de Delibes, se convertiría en un personaje más, fundamental en la trama y repleto de poesía. “Es verdad que la naturaleza está muy presente; pero más aún la naturaleza humana –afirma el director a este respecto-. Delibes nos muestra un caleidoscopio de seres humanos diferentes con distintos conflictos y personalidades, los cuales, precisamente, están movidos por un sistema que es contrario a la naturaleza, que es el sistema del señorito Iván. Nos dimos cuenta de que había un paisaje humano tan potente como el paisaje natural, y es ahí donde encontramos el camino para hacer la traslación a las tablas”.
En ese trasvase, asegura Hernández-Simón, el gran reto era “desvelar la posición tan silente que tienen muchos de los personajes de la novela”; pero manteniendo, aclara, la belleza literaria de la prosa original: “Hemos procurado ser muy leales a Delibes tanto en la esencia de la historia que él quería contar, como en los personajes, como en el lenguaje. Es verdad que es diferente la belleza del lenguaje oral a la belleza del lenguaje escrito: pero la voluntad ha sido que sea una obra con un lenguaje muy de Delibes”. Para lograrlo, el director trabajó estrechamente en la versión con el escritor Fernando Marías, cuyo fallecimiento, dos días antes de empezar los ensayos –hace apenas dos meses–, es la única sombra que acompaña a todo el equipo en este entusiasta proyecto.
Así resume Hernández-Simón la relación que se estableció entre ambos: “Yo sabía que, para adaptar a Delibes, necesitaba la colaboración de alguien con un dominio soberbio de la palabra y la literatura. Algunas compañeras ya habían trabajado con Fernando y sugirieron su nombre; yo conocía su obra y me pereció perfecto. La verdad es que el encuentro, como ellas vaticinaron, no pudo ser más feliz desde el primer día. Me encontré de pronto trabajando con un hombre brillante, generoso, con un talento y una cultura inabarcables, con una educación exquisita… Trabajar con él cada día fue para mí un regalo, tanto por el trabajo en sí como por esa mirada, tan lúcida y generosa, sobre el mundo y sobre las personas que quiso compartir conmigo. Ha sido una de las experiencias más maravillosas de mi vida. Ha sido una pérdida irreparable para todos nosotros y para el mundo de la cultura”.
- Dónde: Teatro Calderón, Valladolid. Cuándo: viernes, sábado y domingo. Cuánto: de 10 a 30 euros.