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Popurrí tecnológico para encontrar el alma en la Abadía

Agrupación Señor Serrano regresa a Madrid para digitalizar las “Misas” barrocas de Joan Cererols, además de acompañarlas con la música de Nereydas y el coro del Real
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Huyan del que diga que está todo inventado, que todo es igual en teatro. Para estos casos, la receta es sencilla: Agrupación Señor Serrano. Una dosis de 80 minutos de espectáculo y nada volverá será lo mismo. El escenario pasará de ser el hábitat natural de los intérpretes, en exclusiva, para ampliarse hasta los límites que quiera esta gente. Glorioso fue The Mountain –por centrarnos en uno de los trabajos–, donde sus aparatos tecnológicos nos hicieron viajar hasta el Everest, incluso sentir el frío, pero también introducirnos en la mente y la «verdad» de Putin, y vivir La guerra de los mundos de Welles, y asistir a un partido de bádminton en directo, y más. Todo ello con drones que sobrevolaban las cabezas del público, móviles, cámaras, pantallas, ordenadores, cañones de nieve... De todo.
Un despliegue que no se ha querido perder ni el Mejor Teatro del Mundo, el Real, que ha acudido al buen hacer de esta compañía para un proyecto que produce al alimón con la Abadía, Extinción (una nueva colaboración entre ambos centros después de que la temporada pasada estrenaran Marie, de Lola Blasco y Germán Alonso).
Esta vez, estando Señor Serrano de por medio, nada tiene que ver con aquello. Hay música, a cargo de Javier Ulises Illán & Nereydas; hay coro, el titular del Real, aunque repartido en tres grupos que dialogarán sobre la marcha; hay un sustrato claro en la Misa pro defunctis y la Misa de Batalla, de Joan Cererols (organista y compositor del siglo XVII); hay actores: Àlex Serrano, Carlota Grau y Marcel Borràs; y está todo ese «universo Serrano», aunque, como ellos mismos reconocen, «es la primera vez que nos cuesta contar de qué va el espectáculo».
Aun así, lo intentan: son tres historias en una. La de Francisco de Orellana a mitad del siglo XVI, cuando colaboró con Pizarro en la conquista del Perú. Allí se encontraron con la promesa del Dorado y cruzaron el continente en busca del sueño. Nueve meses después, tras haber atravesado el Amazonas, llegaron al Atlántico. Era un viaje iniciático, nunca un europeo se había paseado por este inmenso bosque, pero también se puso la semilla de los colonialismos locales y extranjeros. A su vez, profundizan en la búsqueda del alma. Acuden a aquellos estudios anatómicos en los que, pasado el Medievo, se intentaba dar con la parte divina del ser humano, escondida en algún recóndito lugar del cuerpo. Y, por último, estos dos primeros puntos los unen en un tercero, actual, las selvas del Congo, «donde los mineros agujerean la tierra para dar con el coltán que da vida a las almas que tenemos dentro de los bolsillos [los móviles]». Resumido por Javier Ulises Illán: «Una distopía policoral tecnológica» o, también en sus palabras, «un masaje cerebral».
Por tener, Extinción tiene hasta Inteligencia Artificial. «Le hemos pedido a la IA que se imagine una parte de la dramaturgia porque creemos que la extinción es evidente; y no pensamos en nuestro futuro con un hombre apocalíptico luchando en las cavernas con un kalashnikov, sino con la IA, una especie de hijo que dotaremos de nuestro testamento y conocimiento. Igual nos puede superar», deja en el aire Àlex Serrano, director del todo junto a Pau Palacios.
  • Dónde: Teatro de la Abadía (San Juan de la Cruz), Madrid. Cuándo: del 12 al 24 de abril. Cuánto: de 9 a 21 euros.