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Tiago Rodrigues, de matar fascistas a cooperante

El director del Festival de Aviñón, al que intentó censurar Giorgia Meloni, llega a Madrid para cerrar el Otoño con una pieza sobre “la realidad de la labor humanitaria” en el mundo, “Dans la mesure de l’impossible”
DOUGADOS MAGALI

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Tiago Rodrigues quiere quitarle romanticismo a la labor humanitaria o, como poco, poner en valor el trabajo de los cooperantes de carrera. Desnudar la profesión para limpiar una pátina, fundamentalmente occidental, que la convierte en un acto de blanquitos europeos que se van a miles de kilómetros de su casa para ayudar en algún lugar “terrible”. Casi como un héroe que llega con su caballo, en modo colonizador, para salvar al “otro”. “Y la inmensa mayoría no son eso”, apunta el director y autor. “Ni siquiera son europeos”.
Son etiquetas que chocan con la historia que Rodrigues ha investigado en Dans la mesure de l’impossible (En la medida de lo imposible), la pieza con la que cierra el Festival de Otoño y que comenzó a desarrollar junto a los intérpretes de La Comédie de Ginebra. Se inició con organizaciones como Cruz Roja y Médicos sin fronteras “buscando entender ese impulso de acción sin contrapartida, ese querer un mundo mejor sabiendo que no es posible cambiarlo, esa pulsión íntima cuya satisfacción está en sentir que se asiste, que se está para los que necesitan como ningún otro la humanidad”.
Le atraía la idea de vivir en la frontera, entre dos mundos: “Uno con los derechos humanos garantizados y otro sin garantías, con sufrimiento y conflicto. Estar ahí te permite tener una visión del mundo mucho más rica o, por lo menos, distinta y que merece la pena compartir”.
El propio director iba a sumarse a estas misiones, pero la crisis de la Covid no lo permitió. Y no se lamenta por ello, “ha sido mejor así”, dice. “Habría vuelto lleno de certezas, con la impresión de haberlo visto todo, de poder contar la verdad sobre el mundo. Mi visión hubiera sido una experiencia casi de turismo de sufrimiento”. Así que le dio la vuelta a la situación y, ante la imposibilidad de moverse él, le pidió a esos humanitarios profesionales que se acercaran al proyecto. “Todo se volvió más complejo de lo esperado. Fue más real, humano”, asegura de este “teatro documentado”, que no documental.
Llamó la atención del también director del Festival de Aviñón “el pudor con el que los entrevistados compartían sus historias. El sufrimiento propio se dejaba para un papel muy secundario; y, además, huían de cualquier sentimentalismo”, recuerda. “No podemos simplificar demasiado las acciones en los países con catástrofes naturales o guerras. Hay que mantener la capacidad de mirar más allá y comprender la complejidad para que las soluciones sean duraderas”.
Con ello, Rodrigues se percató de la “mirada unidireccional” con la que se abordan desde Europa estas historias que suenan tan lejanas: “Para empezar ‘el otro’ se entiende como esa persona que vive en el país que sufre, pero, para mí, para esta obra, ‘el otro’ es justamente el humanitario, y, por eso, nos hace falta la voz de ese que lo sufre. Me interesó la verdadera realidad para crear un relato a partir de experiencias que normalmente no están disponibles”. Relatos que no tiene nada que ver con voluntarios románticos intermitentes. “De hecho”, sostiene, “algunas frases hablan con ironía de ellos”, cuenta quien se aleja todo de la idea de turismo chic-humanitario: “Me interesa la gente que hace su trabajo a la perfección”.
Dans la mesure de l’impossible no quiere hacer tesis del tema, sino agarrar esos testimonios únicos de diferentes partes, “da igual de dónde. Eso solo valdría para sumar prejuicios”, justifica el creador: “Si quieres hacer una obra sobre un bosque, tienes que contar la historia de un árbol: el público volverá al bosque por sí mismo”. Se llega así a una función que “empieza con actores que interpretan personajes de humanitarios que dan entrevistas a esos actores, pero pronto comprendemos que esos actores están representando personajes de situaciones de las que están hablando esos entrevistados”, resume el autor.
Es esta la última propuesta de un director cuyos montajes levantan pasiones. Así sucede con su Catarina y la belleza de matar fascistas (que presenta en el Teatro Lliure el 21 y el 22 de diciembre), donde la victoria final del extremismo enciende a su público: “Solemos tener reacciones muy fuertes”. Más después de que Giorgia Meloni pidiera a la Asamblea Nacional italiana su cancelación. “Afortunadamente no estaba todavía en el gobierno –cuenta Rodrigues– y la pudimos presentar con las salas llenas. Pero soy demócrata convencido y no me importa estar en la dirección del Festival de Aviñón o del Teatro Nacional D. Maria II de Lisboa, asumo que hay que combatir las tendencias fascistas. Estoy listo para hacerlo como pueda, con mi práctica cívica y mis piezas”.
  • Dónde: Teatros del Canal (Sala Roja), Madrid. Cuándo: 26 y 27 de noviembre. Cuánto: de 3 a 20 euros.