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DANZA
La alquimia, la tecnología punta... y Luz Arcas
La bailarina malagueña regresa con el estreno de «Tierras raras» en los Teatros del Canal

Los diferentes paisajes conformados por residuos humanos que pueden encontrarse, cada vez con menor dificultad, a lo largo y ancho del planeta son un tema que lleva tiempo rondando la cabeza de la artista Luz Arcas. La bailarina y coreógrafa ya había dado muestras de esta “obsesión” en trabajos como ‘La buena obra’, que cerraba en 2023 su trilogía ‘Bekristen’. El lago Baotou, en Mongolia, cubierto de residuos mineros y considerado uno de los lugares más tóxicos que existen; el vertedero tecnológico de Acra, en Ghana; o el basurero textil del desierto de Atacama (Chile), el más grande del mundo, son algunos de los espacios sobre los que ya había reflexionado la última ganadora del Premio Nacional de Danza antes de alumbrar su nueva obra: ‘Tierras raras’, cuyo estreno absoluto será esta tarde en los Teatros del Canal, como parte de la programación del festival ‘Madrid en Danza’.

Bajo el nombre de tierras raras, se agrupan, en química, 17 minerales codiciados hoy por las grandes potencias debido a su utilidad y relevancia en la producción de tecnologías avanzadas como los teléfonos inteligentes, los vehículos eléctricos o las energías renovables. El control de estos recursos por parte de unos pocos países, así como la contaminación que genera su extracción de la corteza terrestre, está generado en los últimos tiempos conocidas tensiones y conflictos en el ámbito internacional. Sin embargo, el interés de Luz Arcas por las tierras raras no tiene un origen, en realidad, político: “Claro que tengo mi opinión al respecto, pero yo intento no posicionarme; me parece que una obra de arte no tiene que posicionarse, sino transmitir ese paisaje para que cada espectador sienta lo que tenga que sentir; y eso depende mucho de muchas cosas. No trato de hacer una tesis no dar una respuesta. Lo medioambiental está presente porque no puede dejar de estarlo, ya que abordo el asunto en su conjunto; pero, cuando yo empecé a investigar todo esto, la gente no sabía ni de qué iba. Poco después, con Trump, Ucrania, China… entonces, ya sí, la gente empezó a enterarse. En verdad mi aproximación a esas tierras raras vino dada por una intuición poética: me interesa mucho pensar que la corteza terrestre, o sea, el suelo que pisamos, está hecho, por un lado, de todos los muertos y enterrados, de todos los restos y escombros de la historia; y, a la vez, de todos esos minerales que son la fuente del futuro próximo y lejano, de toda la alta tecnología y la sofisticación; y que son la clave fundamental del progreso”. Una corteza terrestre donde se concentran, para la artista malagueña, el futuro más lejano y el pasado más remoto: “Yo trabajo en esa intuición; y también exploro ese gesto tecnológico, esa especie de necesidad humana de salvación, que puede concretarse en la carrera espacial, para encontrar otro planeta, o en la búsqueda de la inmortalidad. Me interesan los escombros que deja ese impulso, ese deseo; los desechos que deja esa búsqueda de algo que no se sabe qué es. Curiosamente, todo esto conecta la industria química con la alquimia tradicional; al final vemos que hay una búsqueda de una piedra filosofal que va generando destrucción y destrucción”.

Después de haber indagado durante largo tiempo en el concepto de ‘cuerpo jondo’, que es una expresión artística que intenta llegar a la emoción más auténtica utilizando un lenguaje corporal primario, casi visceral, Arcas explora ahora otras posibilidades en la comunicación humana a través de la danza y el movimiento: “Todo lo que he investigado acerca del cuerpo jondo, creo que me acompaña, lo tengo integrado. Pero ahora trabajo con una energía física distinta. Hablo mucho del cuerpo fuera de sí; estoy buscando cierto trance. También me interesan los cuerpos desechos, los cuerpos tóxicos”.
Acompañada en escena de otras cuatro bailarinas -la Merce, Danielle Mesquita, Javiera Paz y Raquel Sánchez- y de Tomás de Perrate en el baile, la polifacética creadora firma además la dramaturgia del montaje -junto a Pedro G. Romero-, la escenografía y, por supuesto, la coreografía y la dirección escénica.
En cuanto a la concepción plástica del espectáculo, asegura Arcas que en ‘Tierras raras’ el espectador va a encontrar “muchos elementos que no son escénicos; hay mucho elemento industrial, por ejemplo; de repente hay una tubería, un bidón, plástico… Una serie de elementos que, por sus dimensiones, por su estética y por su uso, no suelen tener una utilidad escénica”. Una propuesta original de una artista que ve con buenos ojos el momento que atraviesa la danza en España, en lo que se refiere a la calidad de los trabajos y al interés del público. Todo ello a pesar de que “en ciudades como Madrid -dice- haya habido un cambio de dirección artística en las instituciones que imposibilita que se asienten los proyectos como deberían”.
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