Bernarda Alba, entre Lorca, "Carrie" y "El exorcista"
El Fernán Gómez acoge "Todas las hijas", de Andrés Lima, compuesta a partir de los testimonios de sus cinco intérpretes
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En Reina del grito (Blackie Books, 2020), Desirée de Fez invitaba a un viaje a los miedos femeninos a través del cine. Las «scream queens» hacían de cicerones en un diario personal en el que la crítica y periodista se abría a contar sus temores –«las películas de terror son el lienzo sobre el que proyecto mis miedos», escribía– que, a su vez, eran los de tantas otras. Entre ellas, la actriz Gemma Martínez se vio salpicada por las páginas de De Fez, y fue a partir de ahí que empezó a seguir un camino que le llevaría ante Andrés Lima. «Se acercó a mí y me dijo: “Somos cinco mujeres de entre 50 y 60 años. Llevamos mucho tiempo trabajando y tenemos las vidas encauzadas, pero nos sentimos embarazadas de Bernarda Alba”», recuerda el director. Aquello de «embarazadas» sirvió para captar la atención de Lima «por todo lo que conllevaba», continúa. «A pesar del momento en el que nos encontramos, llevamos dentro la cultura religiosa, política y social de muchos años atrás. Y hay algo que necesitaban sacar».
El director aceptó. Se puso a trabajar con este «grupo salvaje» de mujeres a partir de la Bernarda lorquiana y de los «gritos» cinematográficos, en los cuales descubrió, «desde una exposición muy lúcida», que «para cada película hay una mujer, y para cada mujer hay una película», explica Lima: «El exorcista nos muestra el problema de una madre con su hija adolescente; en Carrie, asistimos al despertar sexual, y en La señora del diablo, con el miedo al embarazo».
Nos encontramos ante una obra "de terror", no por la forma, sino por el miedo que representa
Fue el germen del Todas las hijas que desembarca en el Teatro Fernán Gómez de Madrid (hasta el 31 de marzo) después de hacer gira por España y tras entrar recientemente en la preselección de los Premios Max del 1 de julio, en Tenerife, en las categorías de mejor espectáculo y producción. Respecto al estreno en Bilbao (Arriaga), repiten en el elenco Gemma Martínez, Sol Maguna, Vito Rogado y una Maribel Salas que se alterna con Goizalde Núñez; y se incorpora Pilar Matas, que toma el relevo de Ane Gabarain, quien precisamente interpreta no muy lejos de los bajos de Colón (en el María Guerrero) La casa de Bernarda Alba, dirigida por Alfredo Sanzol.
Apenas hay «dos pequeñas pinceladas» –afirma Lima– del imaginario de Lorca en estas Hijas, no obstante, su historia está muy presente. Martínez y el director coinciden en referirse a La casa... como una obra «de terror». Pero no un miedo por la forma, sino por lo que representa. Son la imagen fija de una época que puede parecer lejana, pero que las actrices dicen sentir en sus carnes. Como Matas, que asegura tener grabados a fuego los temores de su madre y abuelas. «No hables de la Iglesia», le decían; y eso «ha calado dentro de mí hasta hoy, que me da miedo decir algunas cosas». Para Martínez, todas son «hijas y nietas de una generación» que las ha marcado, como no podía ser de otra manera: «Reflexionas y te ves libre y empoderada, pero te preguntas por qué sigues con miedos».
Todas las hijas es la historia de cinco actrices que están ensayando. La obra es más que conocida, tanto para ellas como para el público, aunque esta noche será diferente. El teatro escapa a su control y las palabras que escribió un hombre hace más de 80 años parecen describir los caminos que han tomado sus propias vidas. Las poseen, las hipnotizan, las hacen sentir, pensar, compartir... No, en esta jornada no van a ser capaces de dominar las tablas. «Esta noche es la obra la que se apodere de ellas», presentan.
La pieza se convierte así en una suerte de «exorcismo para superar el miedo» que dirige Lima y que firma David Caiña a partir de las propias experiencias de las intérpretes. «Aquí todo es realidad», avisan. Lima siempre ha entendido el teatro como sanador, «que no terapéutico», puntualiza. «A veces es doloroso por contar algo personal», pero en este caso sostiene el equipo que el goce superó al dolor («sobre todo, gracias a las merendolas que preparaba Maribel Salas en su casa», ríen). Maguna habla de convivir con el miedo hasta hacerlo «parte de tu vida. Y en ese proceso salen las historias de una manera fácil porque están bastante curadas. En el escenario todo toma otro peso. El teatro es un vehículo fantástico para contar y más ahora que nos hacen caso a las mujeres». Y defienden que «los miedos que se quedan dentro se enquistan».
Como también señala Así hablábamos (en el CDN hasta el día 24), «nuestra historia tiene mucho sentido mientras la contemos», recuerda Lima, que aprovecha estas palabras para poner en valor esta trama que, «a ratos, es divertida y, otros, incómoda», en palabras de Martínez: «Son testimonios personales que se convierten en universales porque no le son ajenos a nadie».
- Dónde: Teatro Fernán Gómez, Madrid. Cuándo: hasta el 31 de marzo. Cuánto: desde 15 euros.