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Lluís Homar: "Messi no es más que yo"

El actor y director de la CNTC inaugura el Festival de Almagro con un recital sobre los textos de los místicos, "los grandes antisistema", dice
Lluís Homar dirige y protagoniza un montaje en el que comparte escenario con Adriana Ozores y Emili Brugalla
Lluís Homar dirige y protagoniza un montaje en el que comparte escenario con Adriana Ozores y Emili BrugallaSergio Parra

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Cuando aprieta el calor, la vida en Almagro no siempre es sencilla. Dicen que los perros saltan, y Lluís Homar campea el infierno como puede. Él se refugia en los "buenísimos" muros del Parador y aprovecha las primeras horas del día para escaparse a hacer "algo de deporte", cuenta. Y en el horizonte, El templo vacío, el espectáculo de la mano de los místicos (Ibn Arabi, Ramón Llull, Jacint Verdaguer, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús) que estrena esta noche en el Corral de Comedias como inauguración de la 46 edición del Festival Clásico de Almagro.
Aprovechando que Homar se declara "futbolero", diremos que lo suyo con Ignacio García –director del festival hasta hace unos meses– era como lo de Guardiola con Eto'o, "una cuestión de 'feeling'". Se respetaban, trabajaron juntos, pero el delantero camerunés se fue. Llegaron nuevos vientos por Can Barça con Ibrahimovic y llegan nuevos vientos por la Plaza Mayor de Almagro con Irene Pardo –desde luego, mucho más amable que el tallo sueco–.
¿Qué tal?
Muy en sintonía con Irene. Muy buenas sensaciones. Estamos en esos momentos de antes de que empiece la tormenta (festivalera). Hay calma, tranquilidad. La gente se alegra de volvernos a ver por aquí. Son momentos bonitos. E Irene tiene una relación muy especial con esta ciudad desde hace años. Estamos con ganas y Almagro se merece todo y más.
Y aquí que llega usted con sus místicos.
¡Nuestros místicos! Hay que recordar que son de todos. Están ahí para ser utilizados. Es una pena que se descataloguen porque son de una gran necesidad. Se preocuparon de dejar herramientas para ser usadas hoy. Santa Teresa se empleó para que sus monjas supieran que había que entrar al alma. Es ir a la esencia de quiénes somos y eso apela a la libertad individual que nos viene impuesta. Los místicos son los grandes antisistema. Las pasaron canutas con sus propias órdenes. Su plena libertad en estos momentos en los que vivimos en una sociedad en la que los valores nos vienen impuestos de una forma muy material es importante. Hay que apelar a lo que es cada uno, a lo que está dentro de nuestra alma, reconocernos en lo que somos.
¿Por qué comenzar con un recital y no con un elenco potente y fuegos de artificio si fueran necesarios?
Lo hicimos con Antonio y Cleopatra. Es importante que esto también sea un estreno. Pero ya volveremos con una gran producción. Lo que no me gusta es la palabra "recital". Estamos en el Corral, con cuatro voces a capela, Bach...
Durante el confinamiento se refugió en San Juan de la Cruz. ¿Cuándo dio el giro a la mística?
Es anterior a la pandemia. Fue la primera opción cuando me nombraron director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el 19, Alma y palabra [con el que viaja este verano a Niebla]. Pero esa inquietud me viene de lejos, soy una persona con una inquietud espiritual desde hace años. Se ha ido perfilando. Siempre tuve el libro de la poesía de San Juan de la Cruz como libro de cabecera, pero nunca me había adentrado hasta ese punto.
Homar inaugura el Festival de Almagro de la mano de los místicos
Homar inaugura el Festival de Almagro de la mano de los místicosSergio Parra
¿En su recorrido con Alma y palabra ha notado que nos vamos quitando el miedo a lo místico?
Al final tenemos la necesidad de encontrar un sentido que va un poco más allá. La pandemia nos sacudió de puerta adentro, porque de puertas afuera no ha cambiado nada.
"Vamos a salir mejor", se dijo.
Y nada. Pero dentro de nosotros tenemos esa necesidad de que algo trascienda. Es difícil darle concreción en lo religioso. Me he dado cuenta de que eso que buscamos también te está buscando a ti.
¿Ha renunciado a muchas cosas materiales?
A eso te invitan todos los místicos, al vacío. Queda muy bonito dicho, pero no es tan fácil puesto en la práctica. Cuando te sientas y buscas la quietud, aparece la inquietud. Hay que saber que hay un espacio de sosiego. Pero, cuidado, es transitar la sombra. Yo me escucho y digo "qué le pasa a este, se le ha ido la olla" porque parece pueril, pero, al final, ese otro espacio es posible.
¿Cuánto le ha costado?
Es un camino de nunca llegar. Es saber que estás. Un viaje de mil leguas empieza con un paso y uno siempre siente que está en el primer paso. Hemos escuchado mucho eso de "caminante no hay camino...", pero ello no quiere decir que no sea verdad. La humildad de esas palabras denostadas es clave para sentir que somos una sociedad que vivimos en un mundo en el que el éxito casi siempre tiene que ver con apartar al otro. La ley del más fuerte. Yo, que soy futbolero, pienso que Messi no es más que yo... fuera del campo. Como ser humano, estamos en el mismo plano. Los místicos nos refrescan eso. A mí me hacen bien y lo intento transmitir desde la experiencia.
¿Cómo se refleja todo eso en sus hábitos de consumo?
Lo veo en los coches. Ves un cochazo y piensas que te encantaría tener un Mercedes descapotable... Le pongo conciencia, valor, porque también es legítimo soñar, pero es importante no llegar a pensar que eso es lo más. Cuando era joven quería ser Marlon Brando, el mejor, le tenía en un pedestal. Pero cuando descubres que ojalá tú también puedas aportar algo... La mía es una profesión en que te puedes configurar la vida a partir de tu propio trabajo. Creas personajes e ilusiones. Lo importante no es el actor, sino la persona. Intento transmitir a la gente joven que no se les vaya la olla. Si pones los cimientos sobre la persona, si eres consciente de eso, las cosas de tipo material se pueden relativizar o tienes el doble de conciencia. No estarás gobernado por lo externo.
Está con los jóvenes en La discreta enamorada. ¿Le dan vida o se ve más viejo?
Es un cóctel. Pero una de las razones por las que me postulé como director de la CNTC fue por la posibilidad de trabajar con la gente de La Joven CNTC, la joya de la corona. Yo ya tengo 66 años y la energía no es la que era, pero el espíritu es muy joven.
San Juan desenmascaró a la sociedad de su época, ¿usted cómo lo va a hacer?
Buena pregunta para la que no tengo respuesta. Pablo d'Ors escribió que "lo importante son las preguntas" y está bien no dejar de formulárnoslas. Mientras no dejemos de preguntar estaremos en el camino. No claudicar es lo importante.
¿Qué siente cuando ve la realidad del "Titan" frente a la de los barcos del Mediterráneo?
Todo son almas humanas en necesidad de ayuda, pero qué desigualdad tan grande. Todo es dinero. Es un espejo en el que se ve que hay almas de primera, de segunda, de tercera, de cuarta... Eso nos tendría que hacer reflexionar mucho.
¿Y cuando una mujer (Rocío Saiz) no puede cantar con los pechos al aire?
Es una regresión. No tiene sentido. Se muestra como somos todos. Es vida. Es una muestra de la obcecación del ser humano por hacerse peor desde la mente. En "Prometeo", Luis García Montero decía que somos capaces de lo mejor y de lo peor, y ahora estamos en un tiempo en el que se muestra esta regresión ultra. Tiene que ver con el miedo y la incertidumbre. Estamos sacando lo peor de nosotros.
Tiene firmados cinco años, hasta agosto del 24, ¿tiene fuerza para la "prórroga" de tres más?
Sí, claro. Aunque no todo ha sido fácil. La compañía, como familia, está mejor que nunca.
Se le señaló cuando Ignacio García se marchó del Festival de Almagro.
Soy de los que piensa que los desencuentros, si los hay, son oportunidades para que las cosas vayan mejor. Yo tengo una mirada de cariño hacia todo lo que ha pasado en mi recorrido. Hay una frase que dice que "lo que ha pasado es lo mejor que podía haber pasado porque es lo que pasó". Hay que estar en el presente. Me considero positivo.