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El Mago Pop: "Si por mí fuera, nos saludaríamos con bombas de humo"

Ha regresado a Madrid con 'Nada es imposible' y acaba de recibir a su espectador número 3.000.000
El Mago Pop: "Si por mí fuera, nos saludaríamos con bombas de humo"
Antonio Díaz, en un posado en el Nuevo Teatro Alcalá, en MadridAlberto R. Roldán / La Razón
Julián Herrero

Madrid Creada:

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Lo del Mago Pop es difícil de explicar. Asegura que «Nada es imposible», pero lo que se ve en sus espectáculos es precisamente imposible para todos... menos para él. «¡Qué barbaridad!», se oye una y otra vez en el patio de butacas. Coge una baraja y asombra; pide un anillo al público y la lía; se sube a un andamio y no hay manera de entender qué diablos ha hecho... Y así una y otra vez en un «show» con el aroma de «Interstellar», «Regreso al futuro» o «El protegido».  
Es Antonio Díaz (1986), el Mago Pop, el niño friki de Badía del Vallès que puso patas arriba Broadway desde las primeras reuniones: «Hubo un momento en el que tensé la cuerda. Les parecían demasiadas funciones las que yo quería. Decían que no podía llenar el teatro y me ponían ejemplos de nombres superimportantes que no lo hacían. Así que les propuse comprar el teatro, aunque no tenía el dinero ni por asomo y mi abogado me daba con la pierna por debajo de la mesa...». La reunión terminó en ese momento «de una forma muy extraña», recuerda Díaz. Pero dos días después recibieron un «mail»: aceptaban el número de funciones.
Asegura que por primera vez desde su creación se siente orgulloso del «show»: «En 2017 lo odiaba»
No le hizo falta hacer ningún truco de los suyos porque entre tiburones «no hay nada de magia»; ganó con un órdago pese a reconocerse como «muy mal jugador de mus. Me pillan rápido». Con el hueco hecho sobre los escenarios, lo demás fue rodado. Llegaron las cifras de récord: el ilusionista más taquillero del mundo, 1.500 funciones seguidas con «sold out», artista que más ha recaudado en una semana en Broadway...
Acaba de celebrar los tres millones de espectadores en Madrid y no pierde de vista a aquel chaval que fantaseaba con ser Cardini o Juan Tamariz –al que hace responsable de que España sea «la primera potencia mundial en Magia de cerca»– y que hizo de Magia Borras su juego favorito: «Ha hecho muchos magos en este país». Creció, y aunque asegura que no era malo en las pachangas que jugaba en su pueblo, «era rápido, corría como una liebre» –por cierto, junto a un ilustre del fútbol español como Sergio Busquets–, su camino ya estaba escrito. «En el fondo, era el friki de las cartas. Mi cabeza estaba en otro sitio, aunque ya sabía que decir que eres mago es admitir que eres un bicho raro».
El Mago Pop asegura que dejó la televisión por el cansancio de producir trucos en masa
El Mago Pop asegura que dejó la televisión por el cansancio de producir trucos en masaAlberto R. Roldán / La Razón
Afirma Antonio Díaz que no le marean las cifras, que lo suyo es un éxito forjado «función a función» que ni por asomo soñó cuando empezó con este mismo «show», «Nada es imposible», en 2017. «Hubiera firmado vender 50.000 entradas», sostiene quien no viste de mago «porque me da vergüenza».
Luego llegó el 2023, su «mejor y peor año»: terminó de explotar a nivel mundial y perdió a su padre. Fue con esto último con lo que se dio cuenta de que «la vida pasa muy rápido. Te haces mayor y no hay magia que valga. Los 40 están ahí y ves que has estado todo el tiempo trabajando y no has conciliado nada».
Es el ilusionista más taquillero del mundo y acumula 1.500 funciones con el cartel de «sold out»
Pero eso ya quedó atrás. Igual que su primera actuación en TVE, con Jaime Bores al lado. Hoy, lleva «seis o siete años sin ver una butaca vacía. Es ciencia ficción que no me tenga que preocupar de eso. Es el mayor de los privilegios que tengo en una profesión en la que suele ser el mayor problema»; y a pesar de ello celebra su aparente anonimato. Como le decía el fallecido José María Cámara: «Su éxito es superior a su fama». «El nombre del Mago Pop sí es muy conocido, pero mi cara no tanto. Puedo ir por la calle sin problemas y, como soy pequeño, paso desapercibido. Hasta la tercera mirada no me reconocen», ríe quien no necesita capas de invisibilidad.

Como la vida misma

Para el Mago Pop la magia está en la propia vida: «Me parece brutal el mero hecho de estar aquí y saber que nos vamos a morir en algún momento. No saber bien qué es esto, con cada uno en su oficio, con su día a día fingiendo normalidad ante un mundo difícil de entender». No logra comprender «la tendencia a complicarnos la vida y olvidar lo esencial».
Han pasado ocho años desde que estrenó el espectáculo y el ilusionista afirma que «por primera vez» está «orgulloso» de su espectáculo. «En 2017 lo odiaba». Un «show» que ha cocido «a fuego lento» y que, como dice, es la culminación de «muchas horas de entrenamiento de un niño friki de Badía». El Mago Pop se define actualmente como un motor diésel. Huye de la creación en masa. Ya lo probó cuando estuvo en televisión y terminó achicharrado: «Fue uno de los motivos por los que lo dejé. En un programa de 60 minutos tenía que hacer 30 juegos. Era como hacer comida rápida. Para que sea bueno necesita tener muchas horas detrás. Solo así puede ser más sofisticado, mejor, más difícil».
El ilusionista es de los que ve una película y se pregunta cómo haría los efectos especiales en la vida real. «Siempre estoy pensando en magia. Descubro algo tecnológico y le busco su aplicación para la magia. Al final, ser mago es ser un friki de la vida. Si por mí fuera, sería nuestro día a día. Nos saludaríamos con una bomba de humo».
  • Dónde: Nuevo Teatro Alcalá, Madrid. Cuándo: hasta el 27 de abril. Cuánto: desde 40 euros.