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Nave 10

Modernidad en los Evangelios

La creación contemporánea se adentra en el universo bíblico en un espectáculo dirigido por Eva Mir que reinterpreta desde el presente la parábola del hijo pródigo

'Pródigo' estará en cartel hasta el 19 de octubre Mario Zamora

La compleja relación del actor Pablo Justo con su propio padre, que dio lugar a la ruptura familiar y al posterior reencuentro, ha servido como motor e inspiración a la dramaturga y directora Eva Mir para crear un espectáculo, “el más colectivo” de cuantos ha estrenado, que retoma, desde una perspectiva contemporánea, la archiconocida parábola del hijo pródigo.

En 'Pródigo', que así se llama esta novedosa traslación del relato bíblico, los protagonistas son los miembros de una familia propietaria de una empresa española líder en el sector cárnico. A la muerte de la madre, cansado de los constantes roces con su padre, el hijo decide monetizar su herencia y abandonar la empresa. “El elemento de la empresa cárnica nos permitía establecer un paralelismo entre las cadenas de producción, totalmente deshumanizadas, y las relaciones familiares -explica Mir-. Mostramos una familia, como tantas, en la que los afectos están suspendidos y donde los miembros son tratados como objetos de productividad, de creación de dinero”. Si bien en la narración original hay una clara identificación del padre con Dios, y con las ideas de bondad, amor y misericordia, en esta propuesta la balanza se equilibra en favor de la complejidad teatral y de la riqueza del conflicto: “Intentamos mostrar que ambas partes, le padre y el hijo, tienen algo de víctimas y de verdugos; en el tiempo en el que el hijo ha estado fuera, los dos han tenido que pasar un proceso de aprendizaje, de manera que, cuando ya se reencuentran, poco pueden ya decirse; simplemente les queda mirarse a la cara, quedarse en silencio y pasar tiempo juntos”.

Algo metateatral

Otra de las curiosidades de esta función que llega ahora a Nave 10 Matadero es que ese hijo pródigo no está habitado por un único actor, y eso hace, “sin habérselo propuesto”, asegura la directora, que haya algo metateatral en la función. “Es verdad que Pablo (Justo) es el que lo encarna la mayor parte del tiempo; pero intentamos hacer un relevo bajo la premisa de que todos somos hijos de alguien y todos necesitamos un padre que nos ponga las manos sobre los hombros y nos diga que todo está bien. En el proceso de residencias nos dimos cuenta de que había una necesidad de coger el relevo de quien interpretaba al hijo para poder contar cada uno la historia a su modo, como realmente cree que es. De este modo, entroncando con esa idea de que los recuerdos son algo fragmentario y subjetivo, cada intérprete, desde su individualidad, va tomando decisiones durante toda la obra para contar esa dramaturgia”.

Acompañan a Justo en el elenco Laura Romero, Aurora García Agud, Sonia Almarcha, Íñigo Rodríguez-Claro y Marcos Nadie. Este último es el responsable del diseño de un espacio sonoro que se hace en directo sobre el escenario cada tarde.