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Estreno absoluto
Travestismo y teatro en el pasado y el presente
Ángel Ruiz estrena en el Festival de Almagro un espectáculo de cabaret ambientado en el Siglo de Oro que aúna sus facetas de actor y cantante

Acompañado únicamente por un pianista, un cómico travestido irrumpe en escena diciendo: “Yo soy una ficción”. En la naturaleza de este personaje, protagonista de ‘El rey de la farándula’, hay una reivindicación, según el actor que lo encarna y que ha creado esta singular función de teatro musical, de una ambigüedad sexual “que era muy común en el siglo XVII, que ha atravesado siempre la historia y a la que hoy, sin embargo, algunos no quieren dar pábulo”. “En el Siglo de Oro muchos actores se travestían y hacían de mujeres, y muchas mujeres hacían de hombres, como Francisca Baltasara -asegura Ángel Ruiz-. Además, había personajes abiertamente homosexuales, como Juan Rana (apodo del popular cómico Cosme Pérez), o bisexuales, como el propio Felipe IV”.
Precisamente es este monarca y su época lo que ha usado el actor como marco referencial para explorar “nuestra contrahistoria, que muchas veces -dice- es más decisiva que la historia como tal”. “Desde el punto de vista teatral, más que los hechos en sí, me interesa el porqué de esos hechos. Felipe IV era un rey muy contradictorio. Por un lado, fue un tipo muy sensible, un gran gestor cultural gracias al cual disponemos hoy de la gran pinacoteca del Museo del Prado; un hombre que además propició el teatro, que lo sufragó, y que tuvo a grandes artistas a su merced. Por otro lado, fue un desastre desde el punto de vista estratégico, una persona que no estaba preparada para la guerra, y que tenía muchas deficiencias como gobernante. Y en este contexto hay que entender la pérdida de Portugal, la corrupción, la bancarrota del Estado... En el espectáculo hay un alegato a favor de los artistas, porque ellos eran quienes daban un testimonio de lo que ocurría. Nos hemos inspirado en Quevedo, que supo ver lo que estaba pasando en su tiempo; supo ver la corrupción que había en la corte con el conde duque de Olivares, y todo lo que hacían con Felipe IV, y fue aplastado por el poder. Hablamos de algo que a todos nos sonará, porque es más o menos lo mismo que pasa ahora”.
Esa relación del pasado con el presente recorre de principio a fin una función que tiene un decidido carácter festivo y, por supuesto, musical y cabaretero. La música ha sido siempre muy importante en la carrera de Ángel Ruiz, sin que eso haya conllevado sacrificar su vertiente más puramente dramática. En su currículum conviven importantes obras de teatro de texto –‘Los enredos de Scapín’, ‘Lisístrata’, ‘Luces de bohemia’, ‘Atlas de geografía humana’...- con grandes producciones para el Teatro de la Zarzuela –‘La gatita blanca’, ‘La tabernera del puerto’, ‘La del manojo de rosas’...- y otros proyectos, musicales o no, de notable repercusión (en 2017 se alzó con el premio Max al mejor actor por su aplaudido trabajo en ‘Miguel de Molina al desnudo’, un montaje que no ha dejado de girar desde entonces).
En ‘El rey de la farándula’, cuyo estreno absoluto tendrá lugar este fin de semana en el Festival de Almagro, el actor y cantante, que asume también las funciones de autor y director, se ha hecho acompañar al piano del versátil músico Bru Ferri. “Creo que ha hecho un trabajo fascinante -reconoce Ruiz-. Es muy espectacular lo que él hace, no solo interpretando al piano y cantando, sino que crea espacios sonoros manipulando las cuerdas del piano por dentro, o percutiéndolo. En cuanto al repertorio, hemos cogido una chacona..., una folía, a la que hemos añadido algunos versos más porque se quedaba muy corta..., un tema de Monteverdi..., dos temas de José Marín, que era un compositor y cantante del siglo XVII muy interesante... Además, hay una canción preciosa, que ha compuesto Bru, para el poema de Quevedo ‘Poderoso caballero es don dinero’. Con respecto a la música preexistente, hemos escogido canciones que me venían bien argumentalmente, es decir, que no fueran un mero paréntesis musical, sino que la trama encontrase continuidad en esas canciones”. Una trama con elementos de metateatralidad y múltiples influencias, que se apoya en textos clásicos y en otros de creación nueva, donde se adivinan ecos de ‘La vida es sueño’ y del distanciamiento brechtiano.
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