30 años de la cumbre de Roberto Domínguez en solitario con los toros de Victorino Martín
Fue una Corrida de la Prensa y con los toros de la "A" coronada, los mismos que hoy se lidian en el festejo que presidirá el Rey Felipe IV
Creada:
Última actualización:
Hace 30 años, la Corrida de la Prensa de 1989, quedó grabada en la historia de la tauromaquia como un día épico. En el coso madrileño de Las Ventas, un joven torero llamado Roberto Domínguez se enfrentó a un desafío colosal: lidiar en solitario seis toros de la ganadería de Victorino Martín, célebre por la bravura y fiereza de sus astados. Era una de esas tardes que marcan en la carrera de un torero.
Con 38 años y 17 de alternativa, Roberto Domínguez se encontraba en el mejor momento de su carrera. Mató con solvencia, oficio y entidad los seis toros de Victorino aquella tarde del 26 de junio en Madrid. Desde el primer instante, Domínguez se adueñó del ruedo con una torería natural y elegante. Su temple y técnica eran patentes, y fue imponiéndose al toro, ganando terreno con ritmo y dominio.
El segundo toro, “Matador”, un gran ejemplar al que se le premió con la vuelta al ruedo póstuma, destapó la esencia del vallisoletano y lo encumbró como figura. Joaquín Vidal escribió en El País que el pucelano firmó “tandas de naturales templados, embarcando suavemente la casta dulce del victorino bravo; tandas de redondos cadenciosos; pases de pecho -¡los pases de pecho, sobre todo!- marcados con un trazo envolvente que era auténticamente filigrana. En los pases de pecho hacía síntesis Roberto Domínguez de toda la grandeza del toreo, lisa y llanamente porque cambiaba el viaje sostenido del toro cargándole la suerte”.
Por su parte, Vicente Zabala afirmaba en ABC: “La gente de su tierra castellana creía que iba a seguir los pasos de su tío Fernando, uno de esos toreros de nácar, exquisitos, que andan a la espera del toro soñado para instrumentarle unos lances de capa en tal plaza o una faena de muleta en aquella otra. Lo que esperábamos muy pocos es que este hombre de Castilla se saliera por otro resorte, inimaginable entonces y mucho menos en las últimas temporadas de rutina y birlongueo, para acabar tomando la línea del torero poderoso, peleón, con destellos de su buena escuela -¡aquellas dos verónicas y media al segundo!-, pero con la brújula marcando el norte infalible de la técnica”.
La faena del cuarto toro fue especialmente memorable. Domínguez toreó con temple y mando, ejecutando muletazos de gran profundidad que arrancaron ovaciones del público. En el quinto toro, volvió a destacar con una faena de gran mérito, culminada con una estocada fulminante que le valió una oreja.
Al concluir la corrida, la Puerta Grande de Las Ventas se abrió de par en par para recibir a Roberto Domínguez como un auténtico héroe. El público le brindó una ovación atronadora, reconociendo su valor, técnica y arte.
Roberto Domínguez continuó su carrera taurina cosechando grandes éxitos, pero la corrida del 26 de junio de 1989 siempre ocupará un lugar especial en su memoria y en la historia del toreo. En su 30 aniversario, recordamos aquel día en que un torero valiente y talentoso conquistó Las Ventas y demostró al mundo la grandeza de este arte.