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Obituario

La familia Hermoso de Mendoza pierde a su patriarca a los 97 años

También ha fallecido el banderillero castellonense Josele, a los 55 años, tras luchar contra una enfermedad detectada recientemente

La familia Hermoso de Mendoza pierde a su patriarca a los 97 años Guillermo Hermoso de Mendoza

Pablo Hermoso de Mendoza Galdeano ha muerto a los 97 años en Estella, la tierra donde sembró raíces, caballos y valores. Padre del maestro del rejoneo Pablo Hermoso de Mendoza y abuelo de Guillermo, su influencia va más allá del apellido: fue el pilar sobre el que se construyó una de las grandes sagas del toreo a caballo. Discreto, pero firme, su historia personal está íntimamente unida a una expresión cultural que no se entendería sin su figura.

No fue torero, pero tenía el temple, el valor y la inteligencia de uno. Se movía con autoridad en el arte de la doma, y su destreza con caballos rebeldes le ganó el respeto en picaderos de Estella, Pamplona y Logroño. Desde ahí comenzó a trazar un legado que hoy, décadas después, sigue vivo en las plazas de medio mundo con su hijo y su nieto a caballo. La estampa de tres generaciones sobre la arena no se explica sin su empeño silencioso.

Su última aparición pública fue este mismo año, en la plaza de su Estella natal, para ver a Guillermo lidiar seis toros en solitario. "Mi abuelo a sus 97 años vino a verme... jamás olvidaré esa tarde", escribió su nieto, visiblemente emocionado. Fue más que un gesto familiar: fue el símbolo de un ciclo vital que se cerraba desde el burladero, en silencio, con la dignidad del que ya lo ha dicho todo.

Por otro lado, la familia taurina castellonense también se ha despertado de luto: ha fallecido Josele, banderillero de raza, a los 55 años. Un hombre de los de antes, de los que saben torear sin hacer ruido, de los que entienden el toreo desde la entrega al compañero. Se cortó la coleta en la Feria de la Magdalena de 2024, la misma en la que le diagnosticaron la enfermedad que acabó por llevárselo.

Josele fue de esos toreros de plata que lo han sido todo para los suyos. Desde novilleros como Varea o Abel Valls hasta figuras como Juan Mora o Román, su trayectoria estuvo marcada por la fidelidad, la humildad y la solvencia en la arena. Especialmente estrecha fue su relación con Paco Ramos, a cuyas órdenes actuó hasta el final. La tarde de su despedida fue un acto de lealtad y coraje, el mismo que definió toda su carrera.

Se van dos hombres ligados a la tauromaquia desde lugares distintos pero igual de fundamentales. Uno, desde el campo y la doma, forjando la base de una dinastía histórica. El otro, desde la sombra del tercio de banderillas, siendo imprescindible sin alzar la voz. En los tendidos, el silencio es hoy la única ovación posible.