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Entrevista

Julio Norte, novillero herido grave: «Muchas veces pienso qué necesidad tengo, pero no me cambio por nadie»

El salmantino reflexiona con LA RAZÓN desde la cama del hospital, tras la grave cornada sufrida en San Agustín del Guadalix, y confirma que su mentalidad sigue intacta: volverá

Julio Norte, novillero herido grave: «Muchas veces pienso qué necesidad tengo, pero no me cambio por nadie» Julio Norte

Julio Norte, aún tocado, habla con firmeza. Apenas han pasado unos días desde que un novillo de Victoriano del Río lo hiriera de gravedad en San Agustín del Guadalix. Fue una cornada seca, certera, durante un quite en los primeros compases de la tarde. No pudo continuar.

El parte médico fue claro: “herida por asta de toro en región perianal, con una trayectoria ascendente de 20 centímetros que alcanza cavidad abdominal, afectando al recto y vejiga, con gran hemorragia. Pronóstico: muy grave”. La intervención de urgencia fue decisiva. Hoy, Julio se recupera con serenidad en la habitación del hospital, acompañado por su familia.

Se le nota dolido físicamente, pero entero. Su voz no tiembla. «Mentalmente me encuentro bien, fuerte. Deseando volver a pisar el ruedo y volver a torear», afirma con naturalidad. Sabe que tendrá que tener paciencia. «Todo tiene su tiempo. Primero hay que recuperarse bien y luego ya volver a la rutina».

Recuerda el momento con precisión. La rabia de verse herido antes incluso de haber podido dejar su sello.«Fue en un quite al primer novillo. Afrontaba la tarde con toda la ilusión del mundo. Era una final. Hacer el paseíllo ya era un privilegio. Pero vino así. No había pegado ni un muletazo y ya estaba herido. Sientes impotencia, claro. Pero también piensas que si tenía que llegar, llegó. Y que ahora toca afrontarlo».

No le sorprendió. Había pensado muchas veces en esto. «Los toreros convivimos con esa idea: el cuándo, el cómo, el por qué. Es inevitable. Hay que estar preparado también para esto. Y si te toca, te toca».Cuando se le pregunta cómo se prepara mentalmente para una cornada así, responde con la misma franqueza: «No sabría decir. Pero creo que el compromiso, el entrenamiento diario, el sacrificio, todo eso ayuda. Fortalece la mente, te hace pasar por momentos así con más entereza».

En esa reflexión, surge la duda existencial. La que, según cuenta, le visita a menudo. «Muchas veces, yendo a la plaza vestido de luces en la furgoneta, veo a chavales en una terraza, con sus amigos, tomando algo… y pienso qué necesidad tengo de jugarme la vida. Pero luego recuerdo que el toreo es muy grande. Y que no me cambio por nadie. Todo esfuerzo tiene recompensa. Y lo que uno vive delante del toro no se puede explicar con palabras».

Criado en el campo charro, en una familia donde el toreo se ha vivido desde siempre, Julio ha sido testigo de lo bueno y lo malo de esta profesión. En casa, asegura, hay preocupación, pero también orgullo. «Están disgustados, claro. Han sufrido. Pero son los que más me apoyan, los que más me animan. Ver los mensajes de tanta gente también ayuda mucho. No te deja venirse abajo. Todo eso te da fuerza para no tirar la toalla».

Su temporada, hasta el momento de la cornada, estaba siendo clave. «Me quedaban cinco novilladas. Arganda del Rey el viernes, luego Arnedo, Zaragoza… Y alguna más por cerrar. Ahora todo queda en el aire». No tiene prisa, tampoco se precipita. «Prefiero esperar, ser paciente y ver lo que dicen los médicos. Paso a paso».

Se le pregunta por el debate político que intenta acorralar la tauromaquia desde instituciones como el Congreso. Su respuesta no deja dudas: «Es una injusticia total. Que haya personas que desprecien esto es intolerable. No saben lo que significa. Lo que hay detrás. Hoy en día, más que nunca, los jóvenes van a los toros, llenan las plazas, se acercan a los toreros. La fiesta está muy viva, y va a seguir creciendo».

Julio Norte no sabe cuándo volverá. Pero no duda de que lo hará. Y que lo hará con más fuerza. Desde el hospital, tras una de las cornadas más duras de la temporada, reafirma su compromiso con el toreo. No es un impulso, es vocación. Lo suyo no es un capricho, es una forma de vivir. Y de seguir soñando, aunque duela.ará más fuerte. «Después de una cornada así, solo pienso en regresar más entero que antes y en ir todavía más allá de esa línea que ya había cruzado».