San Isidro

¿Qué significa el pañuelo verde en una plaza de toros y por qué solo en Las Ventas es tan habitual?

En lo que va de Feria de San Isidro ha asomado en siete ocasiones y once lo hizo en la edición de 2024

Estos son los impresionantes toros de El Pilar para la segunda de San Isidro
Estos son los impresionantes toros de El Pilar para la segunda de San IsidroAlfredo ArévaloPlaza 1

En el universo de signos que rige la liturgia de la tauromaquia, el pañuelo verde representa una de las decisiones solemnes y significativas que puede tomar la presidencia de una plaza. No anuncia la muerte, ni el triunfo, ni la gloria: señala, más bien, una retirada. El verde en el ruedo quiere decir que ese toro no es digno de ser lidiado, que no está en condiciones físicas para completar su papel en el ruedo. Es, en definitiva, una forma de proteger al toro, al torero y al propio espectáculo.

La escena es sobria pero poderosa. El toro sale de chiqueros y empieza a evidenciar una falta de fuerza, una cojera, un defecto estructural o una simple invalidez. El público murmura primero, protesta después. Y entonces, si el palco lo considera justificado, se alza el pañuelo verde: se ordena la devolución del toro a los corrales y se da paso al sobrero. No hay dramatismo, pero sí un aire de ruptura. Un acto que suspende la secuencia habitual de la lidia para restaurar el equilibrio.

Un gesto que también tiene ética

Lejos de ser un tecnicismo, el pañuelo verde encierra una decisión ética: no se puede torear lo que no se sostiene, lo que no representa la fuerza brava. Un toro sin condiciones no sólo pone en riesgo al matador; también desvirtúa el relato que da sentido a la corrida.La devolución es, entonces, una corrección del guion en nombre de la autenticidad.

No todos los públicos reaccionan igual ante este gesto. En algunas plazas se acepta con resignación o incluso con indiferencia. Pero en Las Ventas, ese pañuelo verde cobra una dimensión distinta. Allí, donde el aficionado es más implacable, el toro se mira con lupa desde que asoma por toriles. La integridad del animal es una exigencia irrenunciable. Y cuando no se cumple, el rugido de los tendidos puede ser atronador. E insoportable.

Madrid, la plaza donde más se devuelve

No es casualidad que Madrid sea la plaza donde más toros se devuelven a lo largo de la temporada. La combinación de varios factores lo explica: el alto nivel de exigencia del público, el rigor de los presidentes, la visibilidad de cada festejo en la capital y el compromiso con la verdad del toro. En Las Ventas, cualquier sospecha de invalidez se convierte en asunto de estado.

El aficionado madrileño no concibe el toreo sin toro íntegro. Y por eso, cuando aparece uno que no cumple, no duda en pedir su devolución. A veces incluso antes de que el presidente haya tomado la decisión. Es parte de ese carácter único que tiene la primera plaza del mundo: aquí el toro se defiende desde el primer muletazo, pero también desde el primer trance.

El verde como acto de respeto

En tiempos donde se discute tanto sobre la pureza y el futuro de la tauromaquia, el pañuelo verde representa una de esas fronteras que no conviene cruzar. Es una herramienta discreta, casi silenciosa, pero de gran fuerza simbólica. Marca el umbral mínimo que debe tener el toro para merecer ser lidiado.

Por eso, cuando ondea el verde, no se interrumpe el espectáculo: se defiende su esencia. Se honra al toro como protagonista y se recuerda que el toreo sólo cobra sentido cuando se mide de verdad, sin ventajas ni simulacros.

Y en ese gesto, que parece pequeño, Las Ventas se reafirma como lo que siempre ha sido: la plaza donde todo se juzga sin adornos y donde cada pañuelo, incluso el más insólito, escribe una línea más en la historia del toreo. También la plaza dura, desagradable e incómoda como ninguna.

Las cifras actuales

En lo que va de feria, se han devuelto siete animales, cinco toros y dos novillos. En la pasada Feria de San Isidro, edición 2024, se devolvieron un total de 11 ejemplares (ocho toros y tres novillos).