Domingo de Resurrección

El valiente arrojo de Juan Leal consigue adeptos en los tendidos de Las Ventas

El francés dio la única vuelta al ruedo en una tarde fría y de toros a los que no se les exprimió todo el inteterés que mostraron

El valiente arrojo de Juan Leal consigue adeptos en los tendidos de Las Ventas
El valiente arrojo de Juan Leal consigue adeptos en los tendidos de Las VentasAlfredo ArévaloPlaza 1

Aunque lucía el sol, la piedra de Las Ventas estaba gélida. Esta vez no nos pilló desprevenidos, este abril frío y lluvioso nos ha enseñado a salir protegidos «por lo que pueda pasar». A la gente no le gusta quedarse en casa, mucho menos cuando el sol se abrió paso entre las nubes para permitir que los pasos de Semana Santa encararan sus últimos metros y que los toros saltaran a la arena, por mucho que las banderas no pararon quietas toda la tarde por ese viento que aquí, en el coso de la calle Alcalá, juega de local.

Resonaba todavía en el ambiente el petardo de la semana pasada. El listón quedó tan bajo como para que, saliera lo que saliera, los de Palha no mejoraran aquello. ¡Menuda tardecita! Un alivio: las fotos y los vídeos que se pudieron ver de los animales en los corrales, así como la ficha del orden de lidia, hablaban de una corrida seria y con romana, pero sin las exageraciones que precipitaron todo a la nada del pasado domingo. Luego, dieron el juego que dieron, pero al menos se movieron con cierto interés. Como el primero, que tomó un buen segundo puyazo galopando en la distancia, para después pasar en la muleta con un punto de obediencia, pero sin entregarse nunca y orientándose al final, cuando ya solo acudía a la defensiva. Rafaelillo le pudo con capacidad por abajo, solvente, para después aprovechar la poca inercia que tenía en muletazos ligados y más movidos de lo deseado. Después, un quite por saltilleras de Juan Leal al cuarto sacudió la monotonía de la tarde a estas alturas. El toro, bajo y poderoso, ponía emoción y Rafaelillo quiso aprovechar aquello, abriendo los caminos por abajo, bien, pero a la hora de empujar las telas, el toro se vino a menos, recortó el recorrido y buscó debajo de la muleta del murciano que, sin embargo, lo intentó también con la izquierda. La nada.

Fue mejor el segundo, un toro que quiso embestir, aunque con un punto de violencia y poca clase. Algo que una muleta mandona habría podido resolver, pero Juan Leal apostó (de nuevo) por ese valor que le sobra para quedarse cerca de los pitones y pasar al toro sin una estructura sólida. Eso sí, la espada fue certera. Con el quinto se fue a porta gayola en una larga cambiada de rodillas que puso a todos el corazón en un puño porque el de Palha dudó, vio al torero y se arrancó para frenarse en la propia cara del francés, que tuvo que huir por pies del sitio en una carrera escalofriante en la que el toro, finalmente, le perdonó en la arena tras arrollarle. No se arredró Juan y, tras una lidia muy desordenada, se quiso plantar en los medios para cambiar la embestida por la espalda. La renuncia del toro lo evitó. Fue cuando decidió recogerlo en el tercio y doblarse con él. Hubo emoción, porque el bravucón transmitía, aunque su falta de entrega evidenció que lo suyo no era bravura verdadera, pero ese punto de nobleza permitió al francés quedarse en el sitio y coser algún muletazo de mérito, uno a uno (mejor por el izquierdo), mientras el toro se desfondaba definitivamente. Atacó de frente con la espada y resultó prendido por la hombrera en segundos espeluznantes pero, afortunadamente, sin consecuencias. Esa emoción llevó a que los pañuelos pidieran un premio que quedó en una vuelta al ruedo.

Ilusionó mucho la salida del tercero, que quiso todo por abajo y empujó con codicia, incluso en el peto, pero arreció el viento y Francisco de Manuel no se plantó pleno de confianza. Es cierto que propuso bien y dejo buenos muletazos en las primeras series, un par de derechazos templados, pero la prontitud del toro, que acudió cuando el viento provocó la embestida desdibujó una faena que apuntaba a más. Y no consiguió el torero remontar con el sexto, que tocó las telas de más y llegó a desarmarlo. Es cierto que el toro topaba más que embestía y que no completó ningún viaje, pero también es verdad que, con temple, aquello pudo ser distinto. Al final, la tarde se perdió en un querer más que poder.

FICHA DEL FESTEJO:

Domingo 20 de abril de 2025. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Corrida del Domingo de Resurrección. Un cuarto de entrada en tarde fresca.

Se lidiaron toros de Palha, entipados y ofensivos. 1⁰, deslucido; 2⁰, potable; 3⁰, de buen fondo; 4⁰, a menos; 5⁰, bravucón; y 6⁰, deslucido.

Rafaelillo, de grana y oro, estocada caída y descabello (silencio); estocada entera y dos descabellos (silencio).

Juan Leal, de verde billar y oro, estocada (división al saludar); y aviso, media y estocada (vuelta).

Francisco de Manuel, de corinto y azabache, media estocada, aviso y tres descabellos (silencio); y estocada y tres descabellos (silencio).

Se guardo un minuto de silencio por Mario Vargas Llosa.