“Un pueblo y su rey”: La Revolución Francesa a lo grande
Pierre Schoeller lleva a la gran pantalla un relato cronológico y descriptivo del germen de este levantamiento popular a través de la ambiciosa superproducción cargada de estrellas
Pierre Schoeller lleva a la gran pantalla un relato cronológico y descriptivo del germen de este levantamiento popular a través de la ambiciosa superproducción cargada de estrellas
Banderas kilométricas manchadas con la sangre del arrojo popular se agitan de forma atropellada en la inmensidad del cielo mientras una joven de apenas veinte años amortaja a su hijo recién nacido con los ojos demasiado cerrados y demasiado muertos como para haber podido contemplar el germen de la revolución. El paisaje inicial de la nueva película dirigida por el reconocido Pierre Schoeller «Un pueblo y su rey», preludia el relato histórico y documental de los acontecimientos que tuvieron lugar antes de la proclamación de la República y justo después de la toma de la Bastilla. En un intento visualmente efectivo de retratar una parcela de la memoria colectiva del país galo ampliamente narrada y analizada a nivel cinematográfico (de justicia resulta recordar películas como «Amistades peligrosas», «La Marseillaise», «Los fantasmas de Goya», «María Antonieta» o «Danton»), Schoeller consigue en esta cinta recopilar una serie de datos históricos que resultan determinantes para entender la complejidad que entraña el nacimiento de cualquier movimiento social.
«Discutiendo con historiadores y con alumnos que han visto la película he llegado a la conclusión de que la Revolución Francesa no es un hecho olvidado. Francia tiene una relación serena pero no cerrada con su historia. La prueba de ello son los debates tan agitados que sigue habiendo todavía. Es algo que no se ha asentado», asegura con firmeza el director.
El sonido de la lucha
El ganador del Premio César por «El ejercicio del poder» señala además que la elección del periodo que describe la película no responde en ningún caso a la arbitrariedad: «Es la visión de la Revolución tomando los tres primeros años como protagonistas. Y lo he elegido porque justamente ahí no se habían iniciado aún los llamados “años del terror”. Aquí la política aún está intentando algo, el pueblo participa y hay grandes figuras políticas e importantes movimientos gestándose. También hay grandes opositores. Todos generan algo, construyen algo». Amor impaciente, conciencia de clase, gritos de lucha, lecciones políticas y saludos de guillotinas se entrelazan en esta crónica sobre un pedazo de la Historia Contemporánea cuya extrapolación al presente resume de forma implicada el cineasta: «no creo que sea necesario destruir para cambiar».