"Un verano con Fifí": calores de Rohmer, pasiones de siempre
Quentin Dolmaire y Céleste Brunquell protagonizan un encuentro estacional, mitad cine social y mitad «coming-of-age»
Madrid Creada:
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Aunque hayamos manoseado la expresión hasta domarla, pocas películas encajan más en lo «rohmeriano» (de Éric Rohmer) que «Un verano con Fifí». La nueva película escrita y dirigida por Jeanne Aslan y Paul Saintillan tiene, como no podía ser de otra manera, todos los elementos que engrandecieron el cine del director de «La rodilla de Clara». A la sazón, un romance tan efímero como caluroso, un verano que invita al apasionamiento y hasta una arquitectura estival de piscinas, ventanas abiertas y hasta alguna bicicleta. Protagonizada por la joven Céleste Brunquell y Quentin Dolmaire, que se cita con LA RAZÓN por videoconferencia, la película oscila en torno a dos elementos que la hacen trascender, desde lo banal del cine con el que es más fácil compararla: un componente social, diferenciando entre los dos tipos de familia de los que proceden los jóvenes; y uno de clase, yuxtaponiendo los pisos de extrarradio francés con los grandes chalés con piscina del este del país.
«Los directores vieron mi trabajo en ‘‘Tres recuerdos de mi juventud’’, de Arnaud Desplechin, y pensaron que conectaba con esa especie de ansiedad adolescente que desprende mi personaje», explica metódico Dolmaire, antes de centrarse en lo que le interesaba del guion: «Era un proyecto atractivo por cómo jugaba con las palabras. Es un personaje con muchísimos diálogos. Pero, sin embargo, nada de lo que se dice es evidente, porque el personaje está invadido por la melancolía. Por supuesto, también me atraía la relación central, porque Céleste es increíble y hemos desarrollado una relación privilegiada», completa.
Precisamente sobre ese amorío de verano es cuando más se la juega «Un verano con Fifí», propiciando el encuentro entre la protagonista, apenas terminando el instituto, y el personaje de Dolmaire, ignorante ante lo que le espera una vez terminada la Universidad: «En el guion, de hecho, Fifí era más joven, de unos 14 años, frente a los 18 que tenía Céleste en el momento de rodar y los 16 que tiene el personaje. Pero no me asustó. Ahí está la gracia, en dibujar una situación de encuentro entre ambos desde la más estricta inocencia y amabilidad. Y es difícil, pero creo que lo hemos conseguido. Es un tipo de amor que puede resultar problemático, pero es sano», responde meridiano.
Y, antes de despedirse, Dolmaire incide sobre el guion de Aslan y Saintillan, y en cómo refleja la ansiedad contemporánea del fin de los estudios: «Lo leía, palabra por palabra, y no me podía sentir más identificado. Creo que en manos de otros directores, habría resultado en una historia más burda, pero aquí se puede interpretar como una historia de amor y, a la vez, de reencuentro, con quiénes son estos personajes y quién quieren ser realmente de adultos», acota el actor, que acba de rodar el debut en el largometraje de Céline Sallette.