El Chiringuito

A rueda: Una final manchada

29-30. España se queda a un milímetro de la gloria
La española Lara González Ortega (i) intenta lanzar ante la holandesa Jessy Kramer (d) durante la final del Mundial de balonmano femenino disputada entre España y Países Bajos, este domingo en Kumamoto, Japón.HIROSHI YAMAMURAEFE

El balonmano español ya tiene a sus particulares Al-Gandhour, aquel egipcio que protagonizó una de las mayores polémicas arbitrales de la historia del fútbol ensañándose con España en el Mundial de Corea y Japón. Son las gemelas Bonaventura, cuya actuación podría ser denunciada por la Federación tras la polémica de la última jugada del partido. Ainhoa Hernández saltó desde fuera del área y las árbitras interpretaron que había metido las manos dentro impidiendo que el balón saliese por completo. Imposible saberlo sin tecnología. Además, expulsaron a la jugadora española y decretaron siete metros para Holanda. Adiós al oro. Así que llega la gran pregunta: ¿Dónde estaba la tecnología en esta Final? Estamos a las puertas de 2020 y el deporte profesional no puede decidirse de esta forma. La tecnología ya se había usado en otras ediciones, así que se entiende menos lo sucedido.

Guerreras hasta el final Aunque cueste dejar a un lado la polémica, hay que valorar en su justa medida lo que ha hecho España. Lo de este equipo ha sido para enmarcar. Llegaron al Mundial de tapadillo, en plena reconversión, buscando plaza para el Preolímpico y poco más. Pero poco a poco fueron creciendo, creyendo en sus posibilidades y aumentando su nivel de juego hasta la final. El apodo de «Las Guerreras» no puede estar más justificado. La final se escapaba en la segunda parte, Holanda era un martillo en ataque y su portera lo paraba todo. Dio igual. Pelearon y se dejaron el alma para llegar a los últimos segundos con la ocasión de marcar. Barbosa erró la oportunidad de España y luego aparecieron las hermanas Bonaventura. Sí, tardaremos tiempo en olvidar este apellido, pero «Las Guerreras» siempre serán recordadas.