Deportes
Zidane: “Temo que mis hijos se conviertan en pequeños idiotas”
El entrenador francés desvela su intimidad en una entrevista en la revista Vanitiy Fair y habla de sus hijos y su mujer.
Zidane se ha confesado como nunca en Vanity Fair al periodista Frederic Hermel :“Mis hijos no tienen una vida como los demás. Tengo miedo de que se conviertan en unos pequeños idiotas. Eso es lo que más temo”. No suele abrirse Zidane, siempre muy celoso de su intimidad, pero esta vez sí que habla de su familia e hijos. "No quiero que la abundancia, todo lo que represento, todo lo que pasa a mi alrededor los lleve por mal camino. Quiero que sean buena gente”.
En el Liceo Francés, su colegio, están inscritos con el apellido de la madre, Fernández. Todos recogen la mesa y la merienda se come en la cocina, nada de sentarse en el salón frente al televisor. Su residencia en Madrid, una mansión oculta detrás de unos muros y con campo de fútbo en la zona de Conde de Orgaz, muy cerca del Liceo Francés. La residencia, construida en 2006 es “imponente, majestuosa, elegante y, sobre todo, oculta detrás de altos muros”
Los hijos del entrenador del Real Madrid disponen de un “campo de fútbol de hierba sintética verde, complementado por una canasta de baloncesto. Zidane habla de Veronique, su mujer: “Cuando la conocí, me habría tirado desde lo alto de un edificio. Por ella, para que me amase... ” “¡De haber sabido que llegaría a ser tan famoso, quizá no me habría casado con él!”, dice ella.
También habla del vestuario_ “Llevo diecisiete o dieciocho años de vestuario sobre los hombros y sé de qué va esto. No soy de los que presumen delante de los jugadores. “Solo quiero que comprendan lo que tienen que hacer”.
Al director técnico no “le hace falta intérprete para decirles a los futbolistas a la cara las verdades que hierven dentro de él, para desplegar los reproches y repartir las malas notas. Pero nunca, por nada del mundo, las recriminaciones paternalistas o profesionales se hacen en público, en un estrado, ante los micrófonos y las cámaras. Cuanto más severo e hiriente es el discurso, más en la intimidad se hace”, asegura Hermel
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