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Así fue el grito de Zidane tras la novena victoria consecutiva

El entrenador francés enseñó su rabia tras la victoria del Real Madrid en Granada

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El técnico francés del Real Madrid, Zinedine Zidane, conversa con el delantero brasileño del equipo madridista, Rodrigo, durante el tiempo de hidratación en el encuentro correspondiente a la jornada 36 de primera división que han disputado esta noche frente al Granada en el Estadio Nuevo Los Cármenes en la capital nazarí. EFE/JuanJo Martín.JuanJo MartínEFE

Más que la victoria, más que los tres puntos y que quedan dos partidos, más que esos datos, lo que dio la clave, lo que midió la importancia de lo que hizo el Madrid en Granada fue el grito de Zidane. El árbitro pitó y el entrenador francés, que no puede ser más calmado en la zona de entrenadores, pegó un grito robusto de rabia. Un grito de liberación. «Grité porque estaba contento y porque en el fútbol se sufre. Es normal gritar porque eran tres puntos muy importantes. Grité para decirle a mis jugadores que habían hecho un partido impresionante», explicó después. Gritó porque el Real Madrid sumaba su novena victoria consecutiva con el francés al mando, una racha que nunca había conseguido.

Pese a que como entrenador ha llevado al equipo a ganar tres Champions y una Liga, nunca había mantenido una regularidad como está. Y en el momento más importante. Porque hay que ganar cuando hay que ganar. Ancelotti tiene el récord de victorias consecutivas en el banquillo blanco: llegó hasta 22. Esa temporada se quedó en blanco.

El Real Madrid de Zidane suma 9, las que había que sumar para dejar el título a tiro de piedra. Cuando el equipo blanco volvió del confinamiento, en el vestuario se repetía una frase: «Hay que ganar los once partidos y seremos campeones». Pero esas proclamas, esos actos de fe, se repiten continuamente en todos los vestuarios de todos los equipos del mundo. Todos quieren ganar todo, evidentemente. El problema está, claro, en conseguirlo. El Madrid se despidió de LaLiga en marzo con una inesperada derrota ante el Betis y la sensación de que la irregularidad del equipo era algo intrínseco e incorregible. Había hecho buenos partidos, le habían faltado goles, pero había dado la cara. Y luego fallaba cuando menos se esperaba. Era una historia conocida. Y de repente, todo se paró.

«El parón nos vino bien para reaccionar y tomarnos en serio la vuelta», aseguró Sergio Ramos después de la sufrida victoria contra el Granada. Los tres puntos dejaban al equipo de Zidane a falta del último paso por el título. Era un momento casi feliz, pero Ramos estuvo muy crítico. «Inconscientemente entras en ese error de bajar la guardia después de tener un resultado favorable. Ahí nos hemos equivocado. Hoy en día no ganas a nadie si no mantienes la concentración los 90 minutos. Es una pena encajar un gol después de tanto tiempo sin hacerlo. Nos vamos con una mala sensación después de una mala segunda parte», señaló el central, que está haciendo un final de temporada para enmarcar. Si la primera parte en Los Cármenes fue de lo mejor que se ha visto del Real Madrid tras la vuelta; la segunda mitad fue de lo menos firme también desde el regreso.

Si Sergio Ramos lo señaló fue porque la autocrítica de este grupo no tiene misericordia con ellos mismos y porque se rompió un poco la firmeza con la que el equipo de Zidane había afrontado el resto de encuentro.

La frase «hay que ganar todos los partidos» sólo tiene sentido si se encuentra un cómo y se creen en esa manera de hacerlo. Lo que escondía esa sentencia repetida en el vestuario del Madrid era que habían encontrado la manera de llevar a cabo la hazaña de volver en plan ganador, que Zidane había dado la clave.

Había que cerrar la portería y todos los que quisiesen sumar, serían bienvenidos. Ha sido tajante Zidane en eso. Courtois va a ser el Zamora de LaLiga y en la defensa blanca todos están cerca del sobresaliente.

Mientras, Mendy, Asensio, Rodrygo, Isco, Militao, Valverde, hasta Lucas Vázquez de lateral derecho, han tenido su momento porque Zidane ha manejado los tiempos y el cansancio mejor que nadie.