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Este es el campo de fútbol más extraño que has visto y verás

El estadio de Cierny Balog es el único del mundo en el que un tren circula por su banda, incluso ¡En pleno partido!

El "Gran Negro" recorre la banda en pleno partido
El "Gran Negro" recorre la banda en pleno partidoTwitterLa Razon

Es un estadio muy pequeño, con una capacidad para 480 espectadores, pero se han convertido en el más popular de su país y en uno de los más famosos del mundo. ¿La razón? Es el único campo de fútbol del mundo en el que un tren a vapor circula por su banda.

Los espectadores del club TJ Tatran Čierny Balog, cuyo primer equipo de fútbol participa en la liga amateur local, disfrutan de una doble experiencia cuando ven jugar a su equipo. Además de la emoción del juego pueden ver como el partido es interrumpido por un viejo tren de vapor que cruza el estadio entre las gradas y el campo. Este estadio municipal en Čierny Balog, Eslovaquia, es el único estadio en el mundo con un vías ferroviarias atravesándolo.

Čierny Balog es una localidad situada en los montes Tatras y su histórico ferrocarril de vía estrecha se construyó a principios de 1900, originalmente para transportar madera entre Čierny Balog y Hronec. Este tren dejó de prestar servicio en los 80, pero a principios de los 90 se rehabilitó para hacer recorridos turísticos por la zona. La cuestión es que en el período de años en los que el tren dejó de circular se construyó el estadio. Cuando se decidió recuperar el tren, el club no puso inconvenientes a que el convoy pasara por el estadio y de hecho, es uno de los grandes atractivos para aficionados de todo el país.

El tren pasa cuatro veces al día y, cuando coincide con la disputa de un partido, el maquinista no duda en saludar haciendo sonar su potente bocina. Mientras tanto, los aficionados jalean su paso por la banda.

Un vídeo en YouTube muestra este tesoro eslovaco. El “Gran negro” cruza el campo a todo vapor. La humareda impide, por momentos, que los espectadores puedan seguir el choque, pero el paso del tren causa el delirio de los aficionados. Sin embargo, los jugadores siguen indiferentes y corren para hacerse con el balón, mientras el maquinista saluda a la grada y hacer sonar el silbato de la locomotora.