Carla Suárez

Lloré quince minutos y nada más

El año 2020 iba a ser el de su retirada del tenis, pero ha sido el del partido de su vida: le diagnosticaron un cáncer, lo asumió con entereza y está cerca de superarlo

Carla Suárez (Las Palmas de Gran Canaria, 32 años) tenía pensado colgar la raqueta en 2020. Pero la vida no siempre transcurre como uno quiere. Primero llegó la pandemia y después, otro golpe: le diagnosticaron un cáncer, linfoma de Hodgkin. Habla de ello con realismo, pero también con naturalidad. Manda un mensaje de esperanza.

-¿Le mandó el cuerpo señales de lo que sucedía?

-Un poco sí me puso en alerta. Cuando yo empecé a entrenar después del confinamiento ya tenía ciertas náuseas y arcadas. Al principio lo achacaba a la falta de forma física o al calor, a la humedad... Es verdad que fueron muchos días seguidos y ya piensas que es muy raro. Pensamos que podía ser coronavirus, pero me hicieron una PCR y salí negativa. Investigan un poco, porque me dolía la barriga, fuimos al doctor, me dijeron que era gastritis y tampoco se me acababa de ir, y ya empezamos con los procesos un poquito más detallados hasta que me dieron la noticia.

-¿Cómo se recibe esa noticia?

-Ya había hablado con los doctores y ellos me dijeron que una posibilidad podía ser ésta. Desde que tuve la reunión hasta que me dieron la noticia pasaron siete o diez días, entonces no me sorprendió tanto porque ya me habían puesto sobre aviso. Evidentemente es algo que no quieres escuchar, pero si te toca, pues te toca.

-¿Y cómo se lo cuenta a la familia?

-Mis padres y mi hermano estaban en Las Palmas, yo en Barcelona, entonces lo primero que hice fue hablar con mi hermano. Lo que no quería es darle a mis padres una noticia así por teléfono. Le dije a mi hermano que hablara con ellos y no le he preguntado ni le voy a preguntar por la reacción que tuvieron ellos.

-¿Le vino a la cabeza el “por qué a mí”?

-No pensé nada de eso. Creo que he tenido una vida muy privilegiada y al final con todas las cosas buenas que me han pasado, en ningún momento pensé qué mala suerte, por qué yo, esas tonterías. Sé que enfermedades así o peores son la realidad del día a día de muchas familias, entonces si te toca, te toca, como le pasa a mucha gente.

-¿Le costó hacerlo público?

-Me lo planteé un poco porque sí es verdad que yo había anunciado que 2020 iba a ser mi último año tenístico, y con todo lo que estaba pasando de la pandemia mucha gente sabía que yo había estado en el hospital, que no había podido entrenar con normalidad, me tuve que borrar de un torneo de la gira americana, sabía que la gente no me iba a ver en el US Open, y quería informarlo, que la gente supiera por qué en mi última temporada me iba a perder el US Open o Roland Garros.

-Se tiene mucho miedo a decir la palabra “cáncer”...

-Sí, a ver, en parte lo encuentro normal porque esa palabra se relaciona con sufrimiento, en muchas ocasiones con muerte, entonces entiendo que pueda dar respeto, pero es verdad que en otros casos la gente se recupera. Sea del tipo que sea siempre es un proceso duro, doloroso, y es normal que se tenga un poco de respeto.

-¿Cambió su mentalidad en algo?

-Sinceramente, no. Sí es verdad que yo tenía unos planes y se te van todos. Aprendes un poquito del día a día, pero poco más. Lo único que yo tenía en mente era el intentar recuperarme lo antes posible.

-¿Se está pensando en la enfermedad todo el día?

-Tuve que estar ingresada una semanita, y una vez que salí, que además coincidió con el día de mi cumple, total normalidad con mi madre, con mi hermano. Intenté hacerme como un planing para los meses que tenía y, lo más importante, dentro de lo que yo pudiera, intentar hacer deporte, las cosas que a mí me gustan, estar entretenida, cosas que no podía hacer cuando estaba de viaje... Intentar hacer vida normal.

-¿Cómo es el día de antes y los de después de la quimioterapia?

-Es verdad que las primeras sesiones la noche de antes no dormía muy bien, porque no es agradable, pero después, una vez que estoy en la sesión, que son unas tres horitas o así, no me entero de nada. Los días posteriores hay dos o tres que tienes un poco de malestar corporal, dolor de barriga, pero lo llevaba muy bien. Algunas veces me dolía más, otras menos, y al cuarto o quinto día ya casi te encuentras perfecto. Yo tengo las sesiones cada dos semanas, así que tengo diez días para hacer cosas, para estar bien, y en ese sentido creo que he tenido suerte porque el cuerpo ha respondido muy bien al tratamiento.

-¿Cuántas sesiones le quedan?

-Una, el lunes 25.

-¿Y después?

-Después me tienen que hacer un chequeo a ver cómo ha evolucionado todo, y hay dos opciones: que haya desaparecido y acabe o que quede algo residual y me tengan que hacer alguna sesión de radioterapia.

-Una de las personas con las que habló fue con Rubén Merchán, ex tenista que superó el mismo tipo de cáncer. ¿Qué le dijo?

-No he hablado con mucha gente, porque los médicos me dijeron las cosas muy claras, muy sencillas, de forma que lo entendí todo muy bien. Y me dieron mucha confianza y esperanza, me dijeron que era totalmente curable, y me quedé bastante tranquila, pero quería saber un poco cómo iba a ser el proceso o qué cosas me iban a pasar, porque es verdad que los médicos te dicen los efectos secundarios que puedes tener, pero quería saberlo de alguien que había vivido algo así. Hablé con él, fuimos a comer un día y me explicó todo un poquito y me dio también mucha tranquilidad.

-¿Qué mensaje manda a quien esté pasando algo parecido?

-Sobre todo que estén positivos, que estén animados, evidentemente hay días que se pasarán un poquito peor, pero que tengan esperanza, que al final sean fuertes, que no se vengan abajo, cuando estén bien que hagan cosas que les gusten y les apetezca; lo mismo con la comida, que coman siempre que les apetezca, que se rodeen de familia, de amigos, que lo pasen bien...

-¿Usted ha estado entrenando casi todo el tiempo?

-Me dijeron que el deporte era algo necesario, que me iba a hacer bien. Creo que estuve un par de meses sin hacer nada, pero después empecé a ir al gimnasio, a jugar al tenis con bolas sin presión, bolas de niño; y poquito a poco fui evolucionando, sobre todo por hacer deporte. Es verdad que a veces no me apetecía y me quedaba en casa, pero cuando me apetecía iba a jugar, a entrenar... Estar activa es la clave.

-¿Cómo fue volver a coger la raqueta?

-No llevaba mucho. Dejé de entrenar a principios de agosto y creo que la cojo en octubre, si no me equivoco. No pasó mucho tiempo, tenía ganas, lo disfrutas, y además tenía buenas sensaciones, no me molestaba nada.

-¿Se ha replanteado lo de retirarse?

-Quiero esperar un poco a ver cómo reacciona el cuerpo porque sí es verdad que me canso un poco más rápido y las recuperaciones son más lentas, pero dentro de lo que cabe, si el cuerpo me deja, si responde bien, me gustaría despedirme en una pista de tenis, porque no quiero que la gente me recuerde en una camilla. Si puedo despedirme en algún torneo este año, pues lo haré.

-Ser deportista le ha ayudado en lo físico, ¿y en lo mental?

-El tenis en este sentido, al ser un deporte individual me ha ayudado muchísimo. Para conseguir las cosas que he podio conseguir me he tenido que sobreponer a momentos en los que estaba un poco más débil o no te apetecía, e insistías.

-¿Ha llorado algún día durante este proceso?

-No. Lloré cuando me dieron la noticia los primeros quince minutos, evidentemente, porque nunca quieres escuchar algo así, y después hablando con mi hermano, pero tras esos quince minutos no he vuelto a llorar.

-Y sigue diciendo que “la vida es maravillosa”...

-Es que creo que es así. Las desgracias están en el día a día. Nosotros vivimos en España, que es un país privilegiado, pero tenemos que ser conscientes de que hay mucha gente alrededor del mundo que no tiene ni lo básico. Al final, creo que la vida está para disfrutarla y así es. Personalmente, creo que la vida es maravillosa.