Real Madrid
Un bodegón en Instagram
España y Madrid agonizan. Como el Madrid de Zidane pese a la goleada en Mendizorroza
Salir de una cena a la hora en que no se ha cerrado la primera edición del periódico es un sindiós. Otro más. Han muerto las sobremesas; los jueves, salvo si eres un gilipollas en el Teatro Barceló; el encanto del a dónde vamos, pues a tu casa a dónde vas a ir; la obligación de tomar la última... Recogerse a escondidas ya no es una maniobra de escapismo. En las calles de Madrid te lo recuerdan las ambulancias y los coches de policía. Barras limpias a deshoras, persianas decaídas, terrazas en retirada, hasta los paraguas se sienten solos en una Gran Vía lluviosa y preconfinada mucho antes de la medianoche. “Es como la Rumanía comunista”, comenta la portera del edificio.
España y Madrid agonizan. Como el Real de Zidane por mucho que algunos vean el vaso medio lleno después de lo de Vitoria. El puto virus no ha querido ser menos que José Juan, ese primo-hermano de Rubiales que es el portero del Alcoyano, y la ha tomado hasta con la leyenda de la volea en Glasgow. Bettoni en el banquillo del Madrid es la última pista de las duras semanas que nos esperan. La goleada en Mendizorroza es una PCR en una leprosería, medio kilo de sal contra Filomena, un entrante decente en un menú de mierda o un bodegón en Instagram. Casemiro, Kroos y Modric no son Fernando Simón, Illa y Pedro Sánchez, pero tampoco Churchill, George Washington y Nelson Mandela. El arreglo de tanto desastre vital y deportivo apunta a dos imposibles: una gestión presentable de la vacuna y una Champions que en enero apesta a tanatorio.
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