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Fórmula Uno

Los “indepes”, Colau y la pandemia amenazan el Gran Premio de España de F-1

La inestabilidad política y el coronavirus han impedido que el Circuit firme un contrato por varios años. Aún no hay acuerdo para 2022

Una estelada, en un Gran Premio de España en el circuito de Montmeló
Una estelada, en un Gran Premio de España en el circuito de MontmelóEmilio MorenattiAP

Este fin de semana se disputa en el circuito de Cataluña el Gran Premio de España de Fórmula Uno, uno de los acontecimientos deportivos más importantes para la ciudad por su capacidad para promocionar Barcelona, atraer turismo y, por tanto, generar riqueza. Este año las circunstancias son distintas, al igual que en 2020, por la ausencia de público, ya que desde el Procicat se prohibió, por prudencia, que el evento se celebrara a puerta abierta. Ni siquiera con un pequeño porcentaje en una instalación que tiene un aforo de 140.000 personas, al aire libre y con amplias zonas para mantener las distancias. La organización de la carrera había trazado un plan «anticovid» para mantener todas las medidas sanitarias y por eso puso a la venta un número limitado de entradas cuyo importe finalmente tuvo que rembolsar. Finalmente, sólo habrá 1.000 abonados del circuito en la tribuna principal. Una medida de maquillaje para evitar las comparaciones con el Conde de Godó que se celebró hace dos semanas donde sí hubo público en un recinto más pequeño.

Existen serias posibilidades de que sea la última vez que la F-1 visite Barcelona. A día de hoy, el Circuit (con mayoría de la Generalitat en su accionariado) no tiene un contrato con una duración de varios años como ocurría en el pasado. La Fórmula Uno se ha disputado en Cataluña gracias a la sucesión de acuerdos con la FOM (Bernie Ecclestone), que, a cambio 18 millones de euros anuales, ha mantenido de forma histórica la carrera en el circuito de Montmeló.

Dos acontecimientos están detrás de que Cataluña salga del calendario de la F-1 el próximo año. El último acuerdo expiraba en 2019 y ya un año antes los promotores y Cataluña empezaron a negociar como era de esperar. Pero una de las partes no tenía margen de maniobra. Fue un año después de la declaración unilateral de independencia (DUI) que trajo consigo, al margen de las consecuencias penales para sus responsables, la intervención de las cuentas de la Generalitat por parte del Estado. El independentismo provocó la falta de un interlocutor válido para redactar un nuevo contrato y, sobre todo, asegurar el pago del canon, que se estableció en 22 millones. Ambas partes dejaron correr el tiempo esperando a que llegara un mejor momento y mientras tanto aparecieron nuevos candidatos como Holanda, Vietnam y Miami, que firmaron a toda prisa su acuerdo. Un hecho que suponía reducir las posibilidades de Barcelona y aumentar la presión por parte de los promotores, en este caso Liberty Media.

Cuando desapareció la intervención del Estado y con toda la desconfianza que tenían los dueños de la F-1, el entonces presidente del Circuit, Vicenç Aguilera, logró a finales del año 2019 enganchar una prórroga por un año para, una vez aclarada la situación política, firmar un gran acuerdo.

Si el independentismo ya había complicado las cosas, en 2020 llegó la pandemia y el pasado año la carrera se disputó a puerta cerrada. Liberty valoró el esfuerzo del equipo que trabaja en Montmeló. No exigió el pago del canon de 22 millones y lo aplazó a 2021. Ahora la situación es parecida a la que se vivió hace tres años. No hay todavía Govern formalizado, nadie se atreve a negociar a futuro y la F-1 no se fía hasta que haya un compromiso económico estable. El conseller de Empresa y Conocimiento, Ramón Tremosa, aseguró recientemente que siguen negociando y que hay «buena predisposición», pero lo cierto es que no hay acuerdo y están pagando las consecuencias de no poder negociar en 2018. Y todo, sin contar con los desplantes del ayuntamiento de Ada Colau, que desde 2015 ha bajado su aportación anual de cuatro millones a 500.000 euros. Barcelona ya no es imprescindible para la F-1.