Polideportivo
La aventura más romántica de Luis Ángel Maté y Johann Zarco
El ciclista del Euskaltel ha regresado a casa tras la Vuelta en bicicleta y el piloto Johann Zarco llegó a Alcañiz en una Ducati de 1981. Un respiro entre tanta velocidad y alta competición
¿Sería posible que un ciclista profesional, después de completar 3.400 kilómetros en las 21 etapas de La Vuelta 2021, decidiera hacer los 1.000 que le separan de su casa como si fuera un cicloturista? Pues eso ha hecho Luis Ángel Maté, del Euskaltel Euskadi.
¿Y se imaginan que a un piloto de MotoGP que compite este fin de semana en el GP de Aragón se le ocurriera coger una Ducati «vintage» de principios de los 80 y recorrer 950 kilómetros desde Francia hasta Alcañiz como un motero cualquiera? Pues eso es lo que ha hecho Johann Zarco, el francés de Pramac Ducati.
Los dos son la muestra de que todavía quedan románticos en las competiciones de élite, que avanzan enloquecidas en busca de ir más rápido, ser más fuerte y llegar más alto olvidando la verdadera esencia y la tradición del deporte. Maté y Zarco han decidido bajar la velocidad, tomarse un respiro y disfrutar del paisaje que no pueden ver cuando están compitiendo.
El ciclista malagueño sorprendió a los directores del Euskaltel Euskadi cuando les dijo que no necesitaba ningún billete de avión para regresar a Marbella. Tenía decidido desde que se supo que esta edición la Vuelta terminaba en Santiago que iba a regresar en bicicleta como un peregrino, pero lo mantuvo en secreto por si tenía que abandonar antes y el plan se estropeaba. En cuanto terminó la última contrarreloj puso todo en marcha y en vez de buscar vuelos fue a hablar con los mecánicos para que le prepararan la bicicleta que iba a utilizar en la aventura. «Los vascos soltamos así las piernas, de manera tranquilita», bromeaba en la Cope el marbellí. «Los jefes se pensaban que les estaba gastando una broma. Van a ser 1.000 kilómetros en seis días y el objetivo es llegar el sábado a casa al mediodía para tomar una paella con la familia», explicaba. El itinerario empezó en Santiago de Compostela y seguía por Tui antes de entrar en Portugal, la ruta más corta. Oporto, Badajoz, Sevilla, Málaga... como si fuese fácil. Y sin coche de asistencia, sólo con un amigo que le acompaña en estas cosas. «No llevamos coche de asistencia, sólo unas alforjas que están muy de moda ahora para meter el equipaje básico», explicaba en esa misma conversación en Cope. De la orientación se encarga el móvil: «Una aplicación que te traza la ruta y te evita las carreteras más transitadas».
Después de la tensión de la Vuelta, en la que ha terminado el trigésimo clasificado en la general, toca relajarse y pedalear de otra manera. «Vamos en plan cicloturistas, muy tranquilos, disfrutando del ciclismo de verdad. No tiene nada que ver ir a tu ritmo que al que te llevan los equipos de la Vuelta. En nuestro día a día el ciclismo está demasiado tecnificado. Se mide todo, los entrenamientos, el pulso, el peso de la comida, el tuyo... Entras en un bucle de números que es difícil de gestionar y duro de asimilar», matiza Maté, que quería volver a ser niño. «Esto es coger la bici como cuando eras pequeño, sentir esa independencia, encontrarte a ti mismo, pararte, ir sin prisa...». Es decir, todo lo que no puedes hacer cuando estar trabajando en mitad del pelotón.
Y con esa misma idea ha viajado Johann Zarco desde Francia hasta Alcañiz para disputar este fin de semana el Gran Premio de Aragón de MotoGP. Si Maté va a hacer 1.000 kilómetros, el piloto galo ha completado 950 desde la Costa Azul hasta la provincia de Teruel y lo ha hecho a la vieja usanza. Con una Ducati 900 SS Darmah de 1981, que alcanza los 200 kilómetros por hora de velocidad máxima, cuando Zarco está acostumbrado a ir por encima de los 300 en cada carrera.
Es otra manera de apretar el freno y darle otro uso a la moto por parte de un piloto distinto al resto en la parrilla. Quiere ser un chico normal a pesar de su sueldo y la posición de privilegio que tiene. Toca el piano y la guitarra y pudiendo haber ido a Alcañiz en un superdeportivo que los patrocinadores ofrecen a los pilotos para que los luzcan, ha querido llegar como si viniera directamente desde el siglo XX. No es de grandes lujos Zarco y sí un chico que no se calla si ve alguna injusticia o algo no le gusta. Ha alzado la voz cuando se ha producido algún accidente fatal en el campeonato y algunos buscaban el morbo con sus preguntas.
Quiere, como Maté, disfrutar de la esencia de su deporte, intentando que la modernidad y la lucha por las victorias le afecte lo menos posible. Fue dos veces consecutivas campeón del mundo de Moto2 (2015 y 2016) y rechazó ser el compañero de Marc Márquez en el Repsol Honda para ser parte del proyecto incipiente entonces de KTM. Este curso se puso líder de MotoGP tras las dos primeras carreras, pero lo perdió en la siguiente y últimamente ha bajado su rendimiento. Hoy dejará su Ducati «vintage» y volverá a subirse en la de competición.
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