Copa del Rey

Demasiada intensidad para el Real Madrid, que cae apeado ante el Athletic (1-0)

Con San Mamés a favor, puede con el líder de la Liga en cuartos gracias a un gol de Berenguer en el minuto 89. En octavos ya se cargó al Barcelona

El Real Madrid sólo se encontró al final, justo cuando recibió el gol después de que ni Modric ni Casemiro supieran sacar la pelota
El Real Madrid sólo se encontró al final, justo cuando recibió el gol después de que ni Modric ni Casemiro supieran sacar la pelotaVINCENT WESTREUTERS

No podrá el Real Madrid ganar ya todos los títulos y la Copa del Rey se queda súper abierta sin ningún grande en las semifinales. Ahora todos se sienten con posibilidades. El Athletic se cargó al Barcelona primero y después al Real Madrid, contra el que fue superior casi siempre, más intenso y más cerca del área rival. Había perdido los tres encuentros anteriores esta temporada, pero no dio un paso atrás en el cuarto.

El Real Madrid sólo se encontró al final, justo cuando recibió el gol después de que ni Modric ni Casemiro supieran sacar la pelota dos veces ante la presión rival. Eso sucedió durante todo el encuentro, agobiados los del centro del campo por la presión rival y sin poder elaborar nada. No había manera, para el Madrid, de salir con la pelota. Cuando eso le ha sucedido esta temporada, tenía la solución de Vinicius, pero el brasileño estaba con jet lag, sin ideas y perdido en la guerra que le plantearon los jugadores del Athletic, con Dani García a la cabeza.

Le pusieron la cabeza como un bombo ante la permisividad del colegiado y Vinicius no se centró en ningún momento. Perdió todos los desafíos y no dio la salida habitual a los suyos para escapar de la presión del Athletic. Sin Vini y con Benzema en Madrid, el equipo de Ancelotti no existió en ataque hasta la segunda parte, con el cansancio de Athletic y la salida de Isco al campo. El resto del partido fue un quiero y no puedo por parte de los blancos, con Modric y Kroos superados y sin poder enlazar ni una jugada. Lo máximo que hacía el Madrid era alargar el tiempo con pases horizontales en la zona defensiva, sin saber cómo progresar desde ahí.

Si aguantó sin recibir un gol antes fue porque Militao volvió a hacer un encuentro majestuoso, acompañado por Nacho, que también estuvo muy rápido al corte para evitar las llegadas del rival. Ancelotti apostó por Alaba en el lateral porque sabía que así tapaba mejor a Nico Williams. Pero el joven hermano de Iñaki poco pudo hacer: dio un taconazo y se lesionó cuando terminaba la primera mitad del encuentro.

Esa parte fue toda del Athletic, súper atento a todo, sin dejar jugar, aunque sin llegar con excesivo peligro a Courtois. La defensa blanca cortaba casi todo, aunque el Athletic insistía e insistía con la fe de los grupos de Marcelino. El Madrid, que jugó con los cuatro brasileños, parecía que tenía jet lag al completo.

Tardó mucho en mover piezas Carlo Ancelotti. Hasta los tardíos cambios lo único que hizo fue poner a Rodrygo de delantero y a Asensio en la banda cuando comenzaba la segunda parte. El partido fue, por parte del entrenador italiano, toda una declaración de intenciones para tres futbolistas: Jovic, Hazard y Bale. Sin delantero centro, el serbio no pisó el césped y los otro dos miran ya más a junio que a otra cosa, cerrado el mercado de invierno. Sin apenas descanso, los brasileños fueron titulares. Ancelotti dice que confía en todos, sus hechos le desmienten.

Y lo hacen tanto, que cuando quiso dar un giro al partido, quien salió al campo por un desesperado Vinicius fue Isco, el futbolista que arregló la anterior eliminatoria contra el Elche. Isco se juntó a Asensio y el Madrid encontró el aire que no había tenido durante los 75 minutos anteriores. Consiguió hacer por fin lo que estaba planeado: largas posesiones de la pelota, para dormir el entusiasmo rival y jugar algo en campo contrario. El Athletic se cansó y San Mamés descubrió el silencio. Tuvo Casemiro el gol más claro de todo el partido tras un pase sensacional de Asensio y sintió el Athletic que se le iba lo que había tenido controlado hasta entonces.

El Madrid se ponía de pie, se ordenaba y salía de la cueva. El partido se rompió entonces y la prórroga parecía lo más cercano, lo más sencillo. Hasta que dos errores en la salida del balón dieron la oportunidad a Berenguer de echar al Madrid.