Amarcord

Johann Mühlegg, los tres oros más breves de la historia olímpica

Diez días después de su primer título y a las pocas horas de ganar el tercero, Johann Mühlegg fue desposeído de todas sus medallas

Johann Mühlegg, antes de su positivo por darbepoetina
Johann Mühlegg, antes de su positivo por darbepoetinaERICH SPIESSAgencia AP

España llevaba treinta años esperando a un émulo de Paquito Fernández Ochoa, único campeón olímpico de invierno en la historia del deporte nacional. Y, veinte años después, pese a que Johann Mühlegg subió tres veces a la cima del podio en Utah, sigue aguardando. Algunas historias están mal paridas aunque en apariencia salgan bien, como el acogimiento y naturalización de este esquiador de fondo alemán con licencia en la Federación Murciana de Deportes de Invierno (¡¡!!). En los primeros años del siglo, todos los deportistas dotados y sus médicos de cabecera sabían de un país en el que se podía trabajar sin molestia por parte de las autoridades. El positivo de Juanito, cantado desde su aterrizaje en territorio nacional, fue una bendición disfrazada porque obligó a endurecer las políticas antidopaje... que hasta entonces brillaban por su laxitud.

Mühlegg no era ningún desconocido cuando llegó a España. Había sido campeón del mundo júnior y tres veces olímpico bajo pabellón alemán, pero su relación con la federación de su país siempre fue tirante. Su hermano Martin y una curandera portuguesa, Justina Agostino, guiaban su carrera al margen de la selección teutona, con la que rompió tras los Juegos de Nagano (1998) por su negativa a someterse a los controles internos. El esquiador ofreció sus servicios a Estados Unidos e Italia, aunque finalmente se decantó por España gracias a su amistad con el fondista cántabro Juan Jesús Gutiérrez… y el permiso de la Real Federación Española de Deportes de Invierno (RFEDI) para entrenarse y viajar al margen del equipo, así como negociar sus propios patrocinadores y embolsarse todos los premios en metálico que ganase.

El resultado fue asombroso. Cumplida la treintena y tras una década sin resultados relevantes, el neo español se convirtió en una bestia competitiva que ultrajaba en cada carrera a esquiadores a los que seis meses antes apenas si miraba el dorsal en la distancia. A su alrededor, las autoridades guardaban un atronador silencio y la prensa saludaba con estruendosa trompetería sus dos medallas en el Mundial de disciplinas nórdicas celebrado en Lahti (Finlandia) en febrero de 2001: un oro en los 50 kilómetros y una plata en persecución que auguraban éxitos a un año vista de los Juegos Olímpico de Salt Lake City.

La festividad de San Valentín era el día señalado para el comienzo del idilio entre el esquí de fondo español y la gloria olímpica. Johann Mühlegg, convertido en el ogro de las pistas, reventó a sus rivales noruegos en la prueba de persecución. Thomas Alsgaard, triple oro en Lillehammer y Nagano, fue el único que le tosió a Juanito, imperial, e igualmente dominador, cuando se impuso sin problemas en los 30 kilómetros de estilo libre y los 50 en estilo clásico. Aunque las murmuraciones en torno a su milagrosa progresión habían devenido en clamor en la villa de Salt Lake City, ningún honor le fue hurtado al fondista licenciado en Murcia, ni siquiera una felicitación del mismísimo Juan Carlos I con la televisión en directo.

Caía la noche el 23 de febrero sobre Utah y el cónsul español, Baldomero Lago, se aprestaba a servir una cena de homenaje al tricampeón en su domicilio, donde se había hospedado a Mühlegg durante los Juegos. En los aperitivos, llegó la notificación de su positivo en «darbepoetina», una variante de la EPO indetectable por los laboratorios antidopaje hasta pocos meses antes. El COI pidió la devolución de la medalla en los 50 kilómetros estilo clásico, pero mantuvo las otras dos a la espera del contraanálisis. Aunque las protestas de inocencia eran las habituales, los métodos discutibles del fondista de origen alemán eran un secreto a voces y no había esperanza: se había caído con todo el equipo. El día de la clausura de los Juegos, quedó confirmada su descalificación en todas las pruebas.