Atletismo

Mariano García, del pueblo a ser campeón del mundo de 800 metros

El murciano consigue el segundo oro en la historia de España en un Mundial indoor en una brillante carrera

Maariano García ganó el segundo oro en un Mundial indoor en la historia de España
Maariano García ganó el segundo oro en un Mundial indoor en la historia de EspañaROBERT GHEMENTAgencia EFE

Mariano García, del pueblo, de Cuevas de Reyllo, de Fuente Álamo, de Murcia, a campeón del mundo de 800 metros en pista cubierta en una final espectacular. Llegaba a Belgrado con la mejor marca de todos, pero con la mentalidad de que era la peor. Su prueba es una trampa: un descuido, un mal cálculo de fuerzas por arriba y puedes morir en el intento; pero también un fallo por abajo, siendo conservador, y cedes unos metros y ya no recuperas. Lo hizo perfecto Mariano, un chico tranquilo que en la cámara de llamadas sonríe cuando todos están serios porque a él le encanta correr y estar allí es ya una felicidad. Que en la línea de salida, eso sí, se pone muy tenso, pero esta vez logró controlar los nervios después en carrera. Mariano, que antes de empezar hace su característico gesto de la moto, su seña de identidad, como diciendo que se pone en marcha que vamos para adelante. Y le cambia hasta el gesto de la cara y enseña los dientes, como acelerando.

Entonces suena el disparo y empieza la carrera. Ochocientos metros por delante, el equilibrio entre la velocidad y el fondo. En esta ocasión, el murciano guardó algo de fuerzas. Y eso que la carrera iba como un tiro, rápida, lanzada por el canadiense Arop. Y Mariano en la penúltima posición, atento a todo y calculando el momento en el que acelerar, cuando faltaba más o menos la mitad de la prueba. Entonces fue dejando rivales atrás, e incluso miraba el reloj a ver el ritmo, todo controlado; sacaba la lengua y al toque de campana ya era segundo, por detrás de Arop, a la caza, a por él, y ya le había superado antes de la última curva. Estaba primero, la meta, el objetivo, a la vista, pero el keniano Kibet, con su correr extraño, con los hombros hacia arriba como si no tuviera cuello, la zancada larga, fea pero eficaz, también tenía fuerzas y le apretó con todo. Sólo quedaban unos metros y Mariano mira a un lado, y aprieta los dientes de nuevo y saca la lengua otra vez y resiste la embestida del africano para llegar primero, por delante de todos, y levantar los brazos y volver a hacer el gesto de la moto, que ya podía aparcar para subir a lo más alto del podio. Y mira a la cámara de televisión y se acordó de su madre y de su padre. “Que no se quejará del regalo que le he hecho”, afirma en Teledeporte. “He visto que casi me pasaban, pero aguanta, aguanta, aguanta...”, explicaba. Y aguantó.

“Ya avisé de que no me iba a dejar nada”, comentó también, después de sufrir el año pasado una operación de apendicitis que le impidió estar en los Juegos de Tokio. En cuanto vuelva a España mostrará el oro orgulloso en su pueblo, donde todos le conocen y donde entrena en un triángulo de arena de 300 metros donde ponen el mercadillo los sábados mientras él hace series. Y la gente de los puestos del mercado le anima como le animaron los espectadores en Belgrado y le ofrece comida y bebida para reponer. Y después se va al gimnasio que tiene a 100 metros para fortalecer y tener potencia y aguantar esos metros finales como lo hizo en el Mundial. Y después a casa a descansar. Lo tiene todo a mano, en el pueblo, hasta a su entrenador Gabi Lorente. “¿Para qué cambiar si sigo mejorando?”, se plantea. Lo dice un campeón del mundo, algo que en España sólo había logrado en este campeonato Manolo Martínez en peso en 2003. Estuvo cerca de compartir podio con su amigo y rival Álvaro de Arriba. Hace tres años, De Arriba fue campeón de Europa y Mariano, cuarto. Esta vez cambiaron los papeles. El último acelerón del salmantino casi le sube al tercer lugar, se quedó muy cerca del estadounidense Hoppel. Le faltaron unos metros.