
Vuelta a España 25. Etapa 14
Marc Soler se cobra su deuda con La Farrapona
Vingegaard y Almeida vuelven a entrar juntos y sin atacarse. UAE suma ya siete victorias en catorce etapas

Marc Soler se besaba la muñeca al entrar en meta para dedicar el triunfo a su mujer. «Es su cumpleaños», explicaba después. La victoria es un homenaje para ella y también para él, que ya perdió un triunfo en el mismo lugar casi sobre la línea de llegada. Fue hace cinco años, cuando la pandemia convirtió la Vuelta en una carrera de otoño, la última vez que la Vuelta había subido hasta La Farrapona, hasta el paraje natural de los Lagos de Somiedo.
Entonces Gaudu, resucitado en las primeras etapas de esta Vuelta y desaparecido después, se impuso a Soler en el esprint. Era otro Marc aquel que defendía los colores de Movistar, un corredor que ya había ganado una etapa en Lekunberri pero que confiaba mucho menos en sus posibilidades. Un ciclista al que una vez se comparó con Indurain y que todavía trataba de encontrar su sitio en el pelotón.
Lo ha hecho en el UAE de la mano de Matxin, sin la obligación de ser un líder para las grandes y con libertad para convertirse en un buscador de fortuna. Con frecuencia la encuentra, aunque no esté previsto, como en esta etapa de La Farrapona.
Soler tenía, en principio, la obligación de trabajar para Almeida, el «jefe», el hombre del UAE que disputa el triunfo final a Vingegaard. Igual que hizo Juan Ayuso en las cuestas de San Lorenzo, el penúltimo puerto del día. Pero vio que Campenaerts, uno de los compañeros del danés, se metía en la escapada del día, una aventura de más de 20 corredores, y se fue con él. De entre ellos sólo sobrevivió Soler, que tenía un ojo delante y otro detrás.
Sus posibilidades de pelear la etapa dependían de los movimientos que hubiera detrás. UAE apostaba en los dos sitios. Por delante tiraba con Soler; por detrás, con Ayuso, con Grosschartner y con Vine para acelerar el ritmo y desgastar a Vingegaard. Preparaban todo para un ataque de Almeida que nunca llegó.
El viento llegaba de cara con la fuerza suficiente para convertir cualquier ataque en una heroicidad. Y héroes no nos quedan. Quedan ciclistas, buenos, algunos muy buenos, pero ninguno con piernas de leyenda para convertirse en leyendas. Ni piernas ni ganas.
Y en esas UAE pretende seguir desgastando a Vingegaard con el ánimo de rematarlo en la tercera semana. Y el danés se guarda pensando en la contrarreloj de Valladolid para sentenciar una Vuelta que lleva su nombre desde la salida en Turín, hace ya un par de vidas o más.
Él continúa vistiendo de rojo; el UAE, acumulando victorias con ánimo de usurero. Igual que el tío Gilito contaba monedas, el equipo emiratí cuenta victorias. Ya son la mitad de las que se han disputado, siete de catorce. Dos de Ayuso, dos de Vine, una de Almeida, la contrarreloj por equipos y ahora otra de Soler.
Vingegaard no se preocupa por estas exhibiciones. Y tampoco porque Jai Hindley se haya unido a Almeida y a él en las dos últimas etapas. «Estoy en una buena posición, tengo dos etapas y el liderato y estoy contento con ello», dice el danés. No necesita más, aunque UAE siga sumando.
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